Después del divorcio: ex esposa vuelve a mi
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Capítulo 4 4

Estos días habían sido muy difíciles para Helena, desde lo que pasó con Ana no quiso separarse de su lado, y a pesar de que su hermana no quería ni verla, ella seguía cerca por cualquier cosa que pudiese necesitar.

Con Clarisa no podían contar, pues aun cuando Ana era su preferida, ella no estaba dispuesta a cuidarla, así que le endilgó la responsabilidad a Helena, y ella solo se presentaba un rato durante el día para guardar las apariencias.

Maximilien siempre estuvo muy pendiente tanto de Helena como de Ana, le llamaba seguido para estar al tanto de su recuperación, acordaron que juntos solucionarían lo que estaba sucediendo y le dijo que él se encargaría de Billy.

Llegó el día de salir del hospital, y cuando Helena fue a recepción a cubrir el costo de los gastos médicos, se encontró con que Maximilien, ya había cancelado la factura.

-Vamos Ana, llegó el momento de ir a casa -le dijo Helena a su hermana con voz dulce.

-No quiero ir a ningún lado contigo, dile a mamá que venga a busquéme, o a Billy-.

-Mamá no vendrá, ya la conoces, me pidió que te acompañe a casa, y en cuanto a ese desgraciado, ni siquiera deberías pensar en él después de lo que te hizo-.

-Cállate, estoy segura de que si sabe lo que me sucedió él vendrá a buscarme-.

-No lo hará, sé que tal vez no debería decirte esto, pero necesito que abras los ojos de una buena vez, Billy se fue de viaje con Valeria, están viviendo una segunda luna de miel-.

-Eres una mentirosa, estás inventando esa calumnia para que Billy y yo nos separemos, pero eso nunca va a pasar -mientras respire seguiré amándolo concluyó Ana con vehemencia.

Por fin Ana dejó que Helena la llevara a su casa, y cuando llegaron a la puerta del hospital, el chofer de Maximilien las estaba esperando para llevarlas.

-Señora Helena, el señor Baker me pidió que la lleve a donde me usted diga-.

-Que gusto verlo Mat, no debieron haberse molestado, tengo mi coche en reparación, pero hubiésemos podido pedir un taxi-.

-De ninguna manera mi señora, para eso estoy yo aquí, y usted sabe que siempre que lo necesite, solo tiene que llamarme, independientemente de mi trabajo con los Baker-.

-Ay, qué lindo, el chofer queriéndose hacer el héroe, intervino Ana en forma despectiva-.

Helena la miró furiosa, jamás le gustó presenciar maltrato alguno hacia los empleados, por eso todos la respetaban y le tenían mucho cariño, mientras estuvo casada con Maximilien, Helena siempre procuró velar por ellos, y se comportaba en forma bondadosa con todos los que la rodeaban.

-Cuida tus palabras Ana, no seas desagradecida, Mat muy amablemente ha venido a buscarnos y ve como le hablas, no te voy a permitir que en mi presencia trates mal a nadie, y mucho menos a Mat, que es una persona tan querida para mí-.

Él la miró, y con una tierna sonrisa le agradeció el gesto, mientras que Ana se colocó los auriculares ignorándolos por completo.

-¿Y cómo está Jana?, tengo muy buenos recuerdos de ella-.

-Ella también la recuerda con cariño -contestó Mat -. Todos nos quedamos muy tristes cuando usted se fue, perdóneme, he sido muy atrevido, no debí decirle eso-.

-Descuida Mat, eso es cosa del pasado, y además no dijiste nada que no fuera cierto-.

Durante el trayecto, la conversación con Mat había ayudado a que Helena se relajara un poco, sabía que lo que le esperaba en casa de su madre no sería nada fácil, Clarisa estaría lista para atacarla sin piedad, y aun cuando estaba acostumbrada a sus ataques de histeria, a ella le seguía doliendo la falta de amor de su madre.

Clarisa las estaba esperando en la sala mientras se colocaba Barniz en las uñas, siempre procuraba lucir impecable, pero a veces exageraba.

-Mi vida, gracias a Dios que ya te dieron de alta, yo quería ir a buscarte, pero últimamente no me he sentido muy bien -dijo Clarisa con su acostumbrado tono dramático.

-Mira que conveniente, enfermarte justo hoy que salí del hospital, y déjame decirte que no te creo en lo absoluto, se te ve muy buen semblante, espero que mi cuarto esté listo, estoy muy cansada y quiero recostarme -señaló Ana dejando a su madre boquiabierta.

Pasó lo que Helena tanto temía, quedarse asolas con su mamá, lo cual sabía Clarisa aprovecharía para desquitar con ella todo el coraje que sentía por haberle estropeado sus planes para su hija consentida.

-Espero que hayas aprovechado estos días con Maximilien, tienes que reconquistarlo Helena, esa sería la solución a todos nuestros problemas, no puedes dejar pasar esta oportunidad-.

-Yo no soy como tú mamá, y para que te quede claro, si busqué a Maximilien, no fue para reconquistarlo, sino para que me ayudara a solucionar lo de mi hermana con el canalla de Billy, así que deja de hacerte ilusiones, que ni él ni yo tenemos intenciones de volver a estar juntos-.

-Lo dicho hijita, heredaste el carácter de tu padre, los dos igual de imbéciles, siempre anteponiendo sus tontos escrúpulos, como si eso sirviera para algo-.

A Helena le dolieron profundamente las palabras de su madre, con lo que había dicho comprobaba una vez más lo que ya sabía, ella jamás amó a su padre, al contrario, solo lo utilizó a su antojo.

-No te permita que te expreses así de mi padre, él era un santo y te amaba con toda su alma, y no es justo que hables de esa manera del que fue tu marido y el padre de tus hijas-.

-Vaya, mira como lo defiendes, me intriga saber si seguirías pensando igual si yo te rebelara algo muy interesante sobre tu querido e inmaculado papito, le dijo Clarisa con ironía-.

-No existe nada que puedas decirme que dañe la imagen que tengo de mi padre, y conociéndote, eres capaz de inventar cualquier cosa para desprestigiarlo-.

-Yo no estaría tan segura querida, pero tendrás que quedarte con la duda porque no pienso decírtelo, respondió la malvada mujer sembrando la duda en su hija-.

Helena salió corriendo de casa de su madre, quería escapar a toda costa de ese lugar al cual tanto daño le hacía regresar, es por eso por lo que casi no iba, porque los recuerdos de la única persona que realmente la había amado se agolpaban cada vez que llegaba.

Su padre siempre fue tan bueno y comprensivo con ella, incluso con Ana y su madre era considerado, a pesar de que su mamá se empeñaba en hacerle la vida miserable, él jamás hablaba mal de ella, la amaba tanto, más allá de todo y de todos, pero Clarisa jamás se conformaba con nada que él pudiese darle, siempre quería más, y no paraba de insultarlo y hacerle sentir su desamor.

Helena se sentía sumamente vulnerable, así que le pidió al taxista que la llevara a la casa donde vivía cuando estaba casada con Maximilien, no sabía si aún la conservaba, pero al menos estar cerca le serviría para tranquilizarse, estaba a las afueras de la ciudad, y aquel lugar siempre le hacía sentir mucha paz, por lo que no dudó en ir para drenar un poco sus emociones.

Se bajó del coche, y comenzó a caminar sin rumbo, de repente se vio frente al que por tres años había sido su hogar.

Los recuerdos llegaron uno a uno a su mente, todo seguía igual, era como si el tiempo no hubiera pasado, su jardín lucía esplendoroso, seguro Mat lo cuidaba igual que siempre, se preguntaba ¿Por qué Maximilien no se había deshecho de aquella propiedad?, ¿seguiría frecuentando aquel lugar?

La duda la embargaba, pensó que, con su divorcio, él ya no querría saber nada de esa casa que edificaron juntos, lo habían planeado todo, y la dejaron tal cual los dos deseaban.

Los muebles, la decoración, todo les encantaba, esa casa representaba el comienzo de una vida feliz para ambos, allí pasaron los momentos más maravillosos, y el recuerdo de aquellas noches de pasión estaba más vivo que nunca.

Caminó sin parar por mucho tiempo, estaba distraída y sin darse cuenta tropezó y se lastimó el tobillo, el dolor era horrible, y aunque sabía que necesitaba pedir ayuda, no quería que Maximilien se enterara que estuvo en ese lugar.

Pasó un buen rato, y el tobillo se había inflamado considerablemente, estaba desesperada, ya casi era de noche y hacía frío.

Resignada a que tendría que pasar la noche allí, o bien pedir ayuda al servicio de la casa aun cuando eso la dejaría expuesta ante su exesposo, decidió disfrutar a medida de lo posible de la vista que le proporcionaba aquel lugar.

Se encontraba envuelta en sus pensamientos, cuando observó un coche que se acercaba, pero no se trataba de cualquier coche, era el mismo Maximilien en persona que estaba llegando al que antes fue su hogar.

Ahora sí que estaba perdida, no habría escapatoria, él pasaría por donde ella se encontraba y la descubriría sin que pudiese hacer nada para evitarlo.

No quería encontrarse con él, tan sólo verlo le movía todo en su interior, y en esa casa acentuaría aún más su tormento si se encontraban.

            
            

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