Capítulo 4 Capítulo 4

Los ojos de Howard destellaron con malicia, juntó fuerza en sus puños sin que nadie lo notara. "Si así serán las cosas, ¡todos ustedes irán al infierno!", rugió.

Se movió ligeramente, pero justo cuando estaba a punto de pasar a la acción, Celestine actuó con una velocidad asombrosa, siendo más rápido que un rayo.

"Ah.".

Howard sintió un agudo dolor en su brazo derecho.

De manera instintiva, miró hacia su extremidad, para encontrarse con que su elegante camisa estaba rasgada desde el hombro, dejando su piel expuesta.

En su brazo, había una herida profunda que se extendía desde el hombro hasta el dorso de la mano, revelando los huesos y manchando todo su atuendo de sangre.

Además, por el tamaño de la lesión, también había sangre acumulándose bajo sus pies.

La frente de Howard se cubrió instantáneamente de sudor frío, y frunció el ceño mientras murmuraba: "¡Eres increíblemente rápido!".

Su rostro se volvió serio, dándose cuenta de que estaba envuelto en una compleja situación.

Celestine jugueteó de manera casual con un pequeño cuchillo elegante en su mano y desafió con un resoplido: "¿Crees que puedes enfrentarme con tus mediocres habilidades? ¿Y qué fue eso que dijiste antes? ¿Diez millones al año? ¡No seas tan arrogante!".

Howard los miró con una expresión sombría y preguntó con frialdad: "¿Quién eres?".

Habiendo practicado artes marciales desde los tres años y siendo aprendiz de un maestro altamente respetado, Howard no había descuidado su entrenamiento un solo día.

Su habilidad marcial era más que suficiente para situarlo entre los mejores diez warriors de la ciudad.

Creía firmemente que incluso si se enfrentara al número uno de la ciudad, no sería herido tan fácilmente.

Sin embargo, la persona frente a él lo había dejado completamente vulnerable, y ni siquiera había visto cómo lo había logrado.

En realidad, habría perdido si no fuera por la compasión de Celestine.

Este último lo observó con desprecio y comentó con sarcasmo: "Ni siquiera mereces saber quién soy".

Después de expresar su descontento, procedió a atar las manos de Howard.

"¿Qué quieres hacer con él, Dorothy?", inquirió.

Dorothy, al escuchar eso, frunció el ceño y exigió: "¿No ibas a traer a tu prometida? ¡Tráiganla aquí!".

Dado que Howard estaba realizando todas esas acciones para salvar a su prometida, no podía ausentarse en el momento crucial.

Además, quería averiguar quién tenía la intención de utilizar la sangre de su hermano.

¿Realmente la prometida de Howard merecía dicha intervención?

No mucho después, Celestine escoltó a Ann a la sala de extracción de sangre y la dejó caer al suelo.

A ella no le importaba nada más en ese momento; corrió hacia Howard y se aferró a su pierna como si fuera su única oportunidad de salvación. No se percató de la sangre en el suelo ni de su brazo herido.

Con voz temblorosa, expresó su temor: "Howard, estoy demasiado asustada... ¿Quiénes son estas personas?".

Al observar el rostro pálido y los ojos llorosos de la joven, Howard sintió un dolor profundo en su corazón.

Una sensación de impotencia que nunca había experimentado surgió en su interior.

Finalmente, Dorothy alzó la vista y examinó a Ann durante un momento antes de lanzar una burla: "Nunca imaginé que la prometida del presidente del Grupo Sherratt fuera una z*rra como esta. Pensé que sería una gran belleza".

"¿Cómo pudo caer en trucos tan burdos?".

A esas alturas, el rostro de Howard, que había estado sombrío, se volvió aún peor.

Nadie se atrevería a hablar de esa manera sobre su mujer.

Ann negó vehementemente con la cabeza. Estaba pálida como un fantasma y protestó: "Howard, no entiendo de qué está hablando... ¡Estoy sufriendo demasiado por los golpes que recibí!".

Pensó que Dorothy era como esas otras mujeres de las que Howard se desharía si ella mostraba vulnerabilidad frente a él.

¿Cómo se atrevía a menospreciarla? Debería estar plenamente consciente de las consecuencias de sus palabras.

Howard estaba furioso mientras observaba a Ann, tan vulnerable. Sus manos se crisparon en puños, y lanzó una mirada casi esquizofrénica a Dorothy.

"¡Estás poniendo a prueba mis límites!", advirtió.

Por su parte, Celestine y los otros dos hombres negaron con la cabeza y miraron a Howard con desdén.

¿Cómo se atrevía a mencionar la palabra «límites» delante de Dorothy? ¿Quién le había dado la audacia de hacerlo?

Hablar de límites era innecesario en presencia de esa mujer. Incluso si ella destruyera el Grupo Sherratt en un solo día, debería sería un honor para ellos.

Dorothy se rio ante su comentario.

Inclinó ligeramente la cabeza hacia Celestine.

¡BAM!

De repente, un estruendo resonó en la habitación, y las piernas de Howard cedieron instantáneamente, haciéndolo caer de rodillas ante Dorothy.