Anal, placer a través del dolor
img img Anal, placer a través del dolor img Capítulo 5 Para que resbalase mejor
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Capítulo 6 Esto es una especie de orgasmo pervertido img
Capítulo 7 Sorpresa anal de su nuevo novio img
Capítulo 8 Quiero que me metan una polla en el culo img
Capítulo 9 Follada en la boca hasta el máximo img
Capítulo 10 Empalándome en una dura bayoneta img
Capítulo 11 Historias eróticas: Pagó las deudas de su marido con sexo anal img
Capítulo 12 Otra vez los cobradores img
Capítulo 13 Venga, puta, mueve esa boquita img
Capítulo 14 ¿Qué quieres decir img
Capítulo 15 Un último baile img
Capítulo 16 Me sentía satisfecha img
Capítulo 17 Pero no la toques img
Capítulo 18 No merecía su amor img
Capítulo 19 ¿Y estos nuevos quiénes son img
Capítulo 20 Lo... hice por nosotros img
Capítulo 21 Cambiamos turnos img
Capítulo 22 Una increíble experiencia de swing img
Capítulo 23 Mami anal bajo el abusador. Parte 1: En busca del orgasmo img
Capítulo 24 Mamá anal bajo la intimidación. Parte 2 img
Capítulo 25 Historia de una zorra. Parte 1: Pensamientos de una mujer de negocios img
Capítulo 26 El cuento de una zorra. Parte 2 img
Capítulo 27 El cuento de una zorra. Parte 3 img
Capítulo 28 El cuento de una zorra. Parte 4 img
Capítulo 29 El cuento del zorro. Parte 5. Orgasmo anal img
Capítulo 30 Lujuria en el autobús img
Capítulo 31 Cómo experimenté por primera vez la esclavitud img
Capítulo 32 Mi primera experiencia como esclavo. Parte 2 img
Capítulo 33 Cómo dos pollas penetraron mi culo a la vez img
Capítulo 34 Follando mi boca con Bogdan o preparándome para una mamada grupal img
Capítulo 35 Desarrollando mi culo y dándole a Bogdan su primera mamada img
Capítulo 36 Dima y Lika. Apenas empieza img
Capítulo 37 Dima y Lika. Es solo el comienzo. Parte 2 img
Capítulo 38 Continuación de la orgía o como lamí a una chica por primera vez img
Capítulo 39 Despedida de Anton. 1ª visita a la sauna img
Capítulo 40 En la sauna. Continuación img
Capítulo 41 Como termino todo img
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Capítulo 5 Para que resbalase mejor

El chico tomó su miembro y empezó a deslizarlo en mi anillito anal. Luego comenzó a escupir sobre él.

– ¿Para qué es eso? – pregunté nerviosa.

– Para que resbale mejor. Así dolerá menos – dijo Artur.

Escupió en su mano durante un buen rato y cada vez unía su saliva al rozar mi agujerito con el glande. A veces pasaba la punta por mis labios vaginales y mi clítoris, y entonces un agradable estremecimiento recorría todo mi cuerpo.

– Listo, ahora sí empezamos. ¡Prepárate para el despegue! – dijo el chico.

Su ancha cabeza en forma de hongo presionó mi anillo anal y comenzó a deslizarse suavemente dentro de mi intestino. No sabía qué sentir: era algo increíble. Anya tenía razón, dolía muchísimo, era incluso insoportable, pero a la vez sentía un placer doloroso.

Mis piernas descansaban sobre los hombros de Artur; él se inclinó más y comenzó a besarme, tratando de meter la lengua en mi boca. Su vientre me presionaba. Gotas de sudor se acumulaban en su rostro y caían sobre mi frente y mis mejillas.

Se apartó un poco y me pidió que acariciara y pellizcara sus pezones. Acepté con gusto y empecé a acariciarlos, pellizcando los pezones rodeados de finos vellos negros y rizados.

Su miembro entró en mí casi por completo y se detuvo. Sentí un dolor muy intenso. Me costaba soportar aquel peso dentro de mí.

– Vika, ¿puedo escupirte en la boca?

– ¿Para qué? – no lo entendía. Quería pedirle que lo sacase de mí, porque ya no podía tolerar aquella tortura.

– No sé... siempre soñé con hacerlo.

– Bueno, si tanto lo deseas... hazlo, no me opongo...

– Entonces mantén la boca abierta – dijo Artur.

Abrí la boca obediente; él escupió una saliva blanca y densa. Cayó sobre mi lengua y un fino hilo de saliva unió nuestras bocas. El chico gimió y presionó, hundiendo aún más su miembro en mi ano. Luego volvió a besarme, metiendo la lengua en mi boca. Olía a cigarrillos y a sudor masculino.

Todo ese tiempo, incluso al hablar del escupitajo, no dejó de moverse despacio, follándome el culo.

– ¿Cómo vas, viva?

– Sí... – gemí.

– ¿Quieres más?

Quise decir que no, pero en lugar de eso guardé silencio. El chico interpretó mi silencio como un sí y empezó a acelerar el ritmo.

Al cabo de un par de minutos, su miembro ya penetraba mi recto hasta el fondo. De mi ano salía aire de vez en cuando, lo que me avergonzaba muchísimo.

Mi clítoris rozaba su vientre. Él se tensó un poco, y de mi entrepierna manó aún más lubricación. Entonces empecé a mover mi culo.

– ¡Eres divertida, aceptas todo! ¡Me gusta!

– Gracias...

Era mi primera vez anal. Y me parecía que podría incluso enamorarme de Artur. Él era genial.

Ahora cada embestida en mi culo era un placer insoportable. El dolor disminuyó un poco, pero seguía molestándome. Sin embargo, había algo nuevo en esas sensaciones. Ya no quería que Artur parase. Quería explorar ese placer más, entender qué era aquello que hacía que mi cuerpo respondiera así.

Abracé a Artur por el cuello, lo atraje hacia mí y empecé a morderle el lóbulo de la oreja. Él aceleró y penetró con más fuerza mi ano. Luego se tensó, y yo noté cómo su semen se vertía dentro de mí.

Pronto Artur quedó tendido sobre mí, agotado y completamente satisfecho. Me alegré de que le gustara follar mi culo. ¡Ahora sé lo que es el anal!

Sacó su miembro de mí, se recostó a mi lado y me pidió que se lo chupase.

Tomé en mi boca su miembro, estaba húmedo y blando. Lo succioné durante unos quince minutos, hasta que volvió a hincharse y ponerse duro.

– ¡Ponte a cuatro! – ordenó el chico.

Me puse de rodillas, enseñando el culo. Artur, sin más miramientos, metió su miembro de un solo empujón y comenzó a darme embestidas. Sus manos apretaban fuerte mis caderas. A veces me acariciaba la espalda, pellizcaba mis pezones, jugueteaba con mi clítoris, y de vez en cuando metía los dedos en mi boca, mientras yo se los chupaba.

Pasó media hora. Ya estaba de lado, y él me follaba el ano abierto. Entonces sacó su miembro y eyaculó sobre mi muslo, luego con la punta repartió el semen por mi cuerpo.

Después nos limpiamos con servilletas y nos vestimos.

– ¿Vamos con los demás? – preguntó el chico.

– Vamos – sonreí.

Salimos con los demás. Los chicos comían brochetas y reían alegremente.

– Bueno, Vika, ¿te gustó follar en el culo? – preguntó Anya.

– Sí – asentí y me sonrojé. Los chicos me miraban con interés.

– ¿Y quieres que luego te volvamos a dejar la cola hecha polvo? – preguntó Igor frotándose la entrepierna.

Solo encogí los hombros. ¿Qué podía decir? No soy como Anya para follarme con todo el mundo. Yo quiero algo más que sexo: mirar a los ojos, oler al hombre, sentir su energía...

Mentalmente me imaginaba diciéndole a Valerka que quería hacerlo por el culo. De pensar en su cara me salía una sonrisa de satisfacción. ¡Y así será, todo cambiará ahora!– Vika, venga, déjate follar el culo por los chicos, ¿qué te pasa? – Anya giraba a mi alrededor, intentando animarme.

– No sé, An... de verdad... Ya he tenido suficiente anal, dolió y todavía me duele.

– ¡Eso es al principio! Luego lo tendrás bien abierto, ¡solo placer! – Anya me dio un empujón en el hombro. – ¡Vamos, los chicos te ayudarán a estirar tu colita!

– No, no quiero más. Tengo novio – dije con firmeza.

– ¿En serio? ¿Que no quieres engañarlo? – se rió Anya.

– Pues sí.

– ¿Y no te importa que acabas de follar con Artur?

– Anya, eso es diferente – intenté explicarle, pero mi amiga ya estaba bastante borracha. ¿Qué podía explicarle a esa loca ahora?

                         

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