Comprar el amor con mi Dinero
img img Comprar el amor con mi Dinero img Capítulo 1
2
Capítulo 3 img
Capítulo 4 img
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 1

Estábamos frente al Ayuntamiento de Sevilla, a punto de entrar.

Javier, mi prometido, el torero del momento, me apretaba la mano. Llevaba su mejor traje, no el de luces, sino uno de calle hecho a medida, carísimo. Lo pagué yo.

"En cinco minutos, serás la señora de Javier Montero", me susurró al oído, con esa sonrisa que enamoraba a las cámaras.

Yo le sonreí, pero no sentía nada. El amor se había gastado, como un vestido viejo. Solo quedaba la costumbre y el proyecto de una vida que yo había financiado.

Justo cuando nuestro turno llegaba, un niño pequeño, de unos cinco años, corrió hacia nosotros. Se agarró a la pierna de Javier.

"¡Papá!"

Una mujer apareció detrás de él, con aire de mártir. Era Isabel, una cantaora con la que Javier tuvo algo hace años. Se fue a Miami a buscar fortuna y ahora volvía, con un hijo en brazos.

Javier no se inmutó. Su sonrisa se hizo más ancha, más cínica.

"Sofía, mi amor, acaba de pasar algo increíble."

Me miró, como si me estuviera haciendo un favor.

"Acabo de descubrir que soy padre. Este niño es mío. Por honor, tengo que casarme con Isabel, para darle mi apellido."

Mi mundo no se detuvo. Mi corazón no se rompió. Simplemente, sentí un frío absoluto.

"Pero nuestro amor no cambia, ¿entiendes?", continuó él, ajeno a mi silencio. "Esto es solo una fachada, por el niño. En un par de años, nos divorciamos y seguimos con nuestros planes. Ahora, vamos a sacarnos una foto aquí, para que puedas aparentar en tus redes. Que nadie diga que te he dejado plantada."

Vi cómo cogía a Isabel de la mano y entraban al Ayuntamiento. El niño se quedó mirándome, con los ojos de Javier.

Saqué mi móvil. No busqué a mi padre ni a mis amigas.

Busqué a Mateo.

El heredero de las bodegas más prestigiosas de La Rioja. El amigo de mi familia que llevaba una década mirándome en silencio.

Contestó al primer tono.

"Mateo."

"Sofía, ¿estás bien? Tu voz suena rara."

"Estoy en el Ayuntamiento de Sevilla. Me he quedado sin novio. ¿Vienes a firmar los papeles conmigo?"

Hubo un silencio. Podía oír voces en francés de fondo. Estaba en una reunión.

"Estoy en Burdeos, cerrando una exportación millonaria."

"Entiendo. Lo siento, ha sido un impulso", dije, lista para colgar.

"No cuelgues", su voz sonó firme, decidida. "Espérame. Llegaré antes de que cierren. El que se raje es un cobarde."

Colgué.

Esperé.

Javier e Isabel salieron una media hora después, sonriendo, con el libro de familia en la mano. Se sorprendieron al verme allí, quieta en el mismo sitio.

Javier frunció el ceño.

"Sofía, ¿qué haces? Vete a casa. No montes una escena."

Le miré con calma.

"Estoy esperando a mi novio. Nos vamos a casar."

Javier soltó una carcajada. Una risa cruel, humillante.

"¿Estás loca? ¿A quién vas a encontrar ahora? ¿A un mendigo de la calle?"

En ese preciso instante, un Mercedes negro, impecable, se detuvo en seco frente a nosotros.

Mateo bajó del coche. Llevaba el traje arrugado por el viaje, pero en sus manos traía un ramo de azahares recién cortados. Me miró a los ojos, ignorando a los demás.

"Perdona la tardanza. Había tráfico para salir del aeropuerto."

Caminó hacia mí, me entregó las flores y me cogió de la mano.

"¿Entramos, futura señora de Valbuena?"

Entramos al Ayuntamiento, dejando a Javier con la boca abierta y la cara pálida.

Nos casamos.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022