Todo Comienza de la Muerte de Mi Novia.
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Capítulo 1

El aire en el gran salón de la hacienda era pesado, denso con el aroma de roble viejo y vino derramado, y ahora, con una pena fingida.

Mi padre, con el rostro surcado por una preocupación genuina, me dio la noticia.

"Mateo, hijo... ha habido un accidente. El coche de Isabela... se salió de la carretera cerca de los viñedos del norte. No sobrevivió."

Sofía y Lucía, las primas de Isabela, se aferraron a mis brazos, sus sollozos eran un teatro perfectamente ensayado.

"Oh, Mateo, nuestro más sentido pésame," gimoteó Sofía, secándose una lágrima inexistente.

"Isabela te quería tanto," añadió Lucía, con la voz quebrada. "Lo único que quería era formar parte de esta familia. En su memoria... quizás deberías honrar su último deseo."

"Las acciones que le regalaste," continuó Sofía, con una codicia apenas velada en sus ojos llorosos. "Sería un consuelo para nosotras saber que su parte de la bodega está a salvo."

En mi vida anterior, me habría derrumbado. Habría llorado durante días, aceptando su cruel sugerencia como un acto de amor póstumo.

Pero esta vez no.

El dolor de décadas de engaño y una muerte solitaria se había solidificado en un hielo gélido en mi pecho. Había renacido en este mismo momento, con los recuerdos de su traición grabados a fuego en mi alma.

Las miré, a estas dos víboras que mi familia había acogido por caridad, y una sonrisa fría se dibujó en mis labios.

"¿Acciones?"

Mi voz salió cortante, desprovista de toda emoción. Ellas se sobresaltaron, confundidas por mi reacción.

"Llamen a mi abogado, ahora mismo."

Mis palabras resonaron en el silencioso salón.

"Díganle que revoque inmediatamente la transferencia de acciones a nombre de Isabela. No era más que un regalo de compromiso, y puesto que no habrá boda, no hay regalo."

Las caras de Sofía y Lucía pasaron de la falsa tristeza a la incredulidad y luego al pánico.

"Pero Mateo, ¡es por su memoria!"

Ignoré sus protestas.

"Y hay algo más importante," añadí, mi voz bajando a un susurro gélido que las hizo estremecerse. "Díganle al abogado que acelere el certificado de defunción. Y que se asegure de que su DNI sea anulado en el registro civil. Hoy mismo."

"Isabela está muerta. Hay que hacerlo oficial."

Las primas se quedaron boquiabiertas, su guion se había hecho pedazos. Mi padre me miró, una mezcla de sorpresa y alivio en sus ojos. Vio a un hijo que, en lugar de hundirse, tomaba el control.

Yo no estaba de luto.

Estaba empezando mi venganza.

            
            

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