Cuando el Coma Termina, la Pesadilla Comienza
img img Cuando el Coma Termina, la Pesadilla Comienza img Capítulo 3
4
Capítulo 4 img
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

La fiesta fue una humillación cuidadosamente orquestada.

La hacienda Castillo, que yo había llenado de vida y prosperidad, se convirtió en un escenario para mi desgracia. Sasha Chavez llegó con una sonrisa radiante, del brazo de su prometido, pero sus ojos estaban fijos en Máximo.

"He venido a aprender sobre la gestión de un gran viñedo", anunció a todos, una excusa patética para instalarse en la casa.

La madre de Máximo la recibió como si fuera la verdadera señora de la casa. Los invitados, todos amigos de la familia Castillo, me miraban con una mezcla de lástima y desprecio.

"Pobre Luciana", oí susurrar a una mujer. "Lo apostó todo al caballo equivocado".

"¿Pobre?", respondió otra. "Es una descarada. Se aferra a un hombre que nunca la quiso".

Me obligaron a supervisar el banquete, a servir a la mujer que me estaba reemplazando. Cada sonrisa de Sasha, cada gesto de complicidad entre ella y Máximo, era una tortura.

Me mantuve digna, moviéndome entre los invitados con la cabeza alta, ignorando las miradas y los murmullos. Pero mi paciencia tenía un límite.

Una de las sirvientas más antiguas, una mujer que siempre me había tratado con respeto, se acercó a mí con una bandeja.

"Señora", dijo en voz baja, pero lo suficientemente alta para que los que estaban cerca la oyeran, "la señora Sasha dice que el vino no está a la temperatura adecuada. Quizás debería concentrarse menos en su orgullo herido y más en su trabajo".

El insulto fue directo y público. Vi la sonrisa de suficiencia en el rostro de Sasha desde el otro lado de la habitación.

Fue la gota que colmó el vaso.

Sin pensarlo, levanté la mano y abofeteé a la sirvienta.

El silencio cayó sobre la fiesta. Todos los ojos se volvieron hacia mí.

"¡Cómo te atreves!", gritó Máximo, corriendo hacia mí. "¡Eres cruel y arrogante! ¡Golpeas a los sirvientes!".

"¡Ella me insultó!", traté de defenderme.

"¡No oí nada!", intervino Sasha, fingiendo inocencia. "Luciana, estás bajo mucho estrés. Quizás deberías disculparte".

La sirvienta, envalentonada por el apoyo, se echó a llorar. "Solo repetí lo que la señora Sasha me pidió. ¡La señora Luciana siempre ha sido muy dura!".

Máximo me miró con puro odio. "Estás fuera de control. Ve a tu habitación. Has causado suficiente vergüenza por una noche".

Me di la vuelta y me fui, el sonido de sus risas siguiéndome como un veneno.

                         

COPYRIGHT(©) 2022