Mi Amor Ciego Me Duele
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Capítulo 3

Al día siguiente, Scarlett lo llamó a su estudio.

"Máximo es un hombre frágil", dijo ella, sin mirarlo. "Se pone celoso fácilmente. Le asusta tu fuerza".

Hizo una pausa, luego lo miró directamente.

"A partir de hoy, tu única tarea es protegerlo. Él es propenso a tener rabietas. Tendrás que soportarlas. Considéralo un regalo de mi parte para calmar sus nervios".

Patrick sintió que su corazón se rompía un poco más. No era un guardaespaldas. Era un saco de boxeo, un objeto para ser usado y descartado.

"Sí, señora", respondió, su voz vacía.

Sabía que su plan de irse tenía que esperar. Pero la cuenta atrás en su mente ya había comenzado.

Los días siguientes fueron un infierno. Máximo encontraba cualquier excusa para humillarlo. Lo obligaba a limpiar sus zapatos con su propia camisa. Lo hacía pararse bajo el sol durante horas sin agua. Lo usaba como un escalón humano para alcanzar las flores más altas del jardín para Scarlett.

Un día, Máximo lo acusó de haberle arañado el brazo a propósito.

"¡Me atacó!", gritó Máximo, mostrándole a Scarlett un rasguño superficial.

Scarlett no preguntó. No investigó. Tomó un látigo de montar de la pared.

"Arrodíllate, Patrick".

Patrick obedeció. El látigo silbó en el aire y golpeó su espalda. Una, dos, diez veces. El dolor era cegador, pero él no gritó. Mantuvo sus ojos fijos en Scarlett.

Mientras el látigo caía sobre él, vio a Máximo acercarse a Scarlett por detrás. Él le susurró algo al oído y ella sonrió. Luego, Máximo la besó en el cuello, y ella se inclinó hacia él, cerrando los ojos con placer.

En ese instante, con la sangre corriendo por su espalda, Patrick finalmente lo entendió todo. El amor que sentía era una ilusión. La "práctica" no era solo en la cama. Toda su vida había sido una práctica para el placer y la comodidad de ella.

La última pizca de esperanza, la última ilusión de amor, se hizo añicos. Ya no había nada que lo atara a ella. Solo el deseo de escapar.

            
            

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