Recogí el teléfono. La pantalla estaba intacta, pero yo me sentía hecho pedazos.
Amplié la foto del hombre.
No lo conocía. Un completo extraño.
Así que no era solo el negocio de los toros.
También había otro hombre.
La traición era doble.
Sentí una oleada de rabia tan pura que me mareó.
Quería gritar, romper algo.
Salí del baño, listo para la confrontación.
Lina no estaba en casa. Había dejado una nota en la nevera.
"Cariño, surgió algo urgente en el rancho. Te llamo más tarde. Te quiero. L."
El rancho. Otra vez el puto rancho.
Mi puño se estrelló contra la pared. El dolor agudo en mis nudillos me devolvió un poco a la realidad.
Me senté en el sofá, temblando.
¿Qué hacía ahora?
Mi teléfono vibró de nuevo. Una notificación del grupo "Pasión Brava" .
Lo abrí por un impulso masoquista.
Un usuario con el alias "El Rey" estaba escribiendo.
"Ya tengo apalabrado el toro de la marca de plata. Gracias a nuestra proveedora interna. Una mujer de palabra" .
Otro usuario, "Carnicero77" , respondió.
"¿Qué tienes pensado para él, Rey? Espero que sea algo especial" .
El Rey contestó.
"Oh, será una obra de arte. Mi cliente quiere algo... íntimo. Nada de espadas. Quiere verlo desangrarse lentamente. Y quiere grabarlo todo con su propia cámara" .
El asco me subió por la garganta.
Entonces, otro mensaje. De un administrador del grupo. Un tal "El Patrón" .
"Ojo. Nuestra proveedora me informa que su marido, el delineante, empieza a sospechar. Hay que tener cuidado. Si se convierte en un problema, habrá que solucionarlo" .
Un escalofrío me recorrió la espalda.
Estaban hablando de mí.
"Solucionarlo" .
Sabía perfectamente lo que significaba esa palabra en su mundo.
El miedo, frío y paralizante, reemplazó a la rabia.
Esto ya no era solo una infidelidad.
Mi vida estaba en peligro.