La Familia Secreta De Mi Prometido
img img La Familia Secreta De Mi Prometido img Capítulo 2
3
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 2

"¿Bueno? ¿Mi amor?", respondió Ricardo finalmente.

Su voz sonaba cansada, pero cálida, la misma voz que me daba los buenos días cada mañana. Por un instante, una parte de mí quiso creer que todo era un terrible malentendido.

"Estoy muerto, Sofía. Ha sido un día de locos en la oficina. No he parado ni para tomar agua", continuó, y pude imaginarlo aflojándose la corbata, masajeándose las sienes.

Una punzada de culpa me atravesó. ¿Y si de verdad estaba equivocada? ¿Si lo estaba acusando injustamente?

"Ricardo...", empecé, mi voz temblorosa.

"¿Qué pasa, cariño? ¿Estás bien? Te oyes rara".

Tomé una respiración profunda, la imagen del nombre "Ricardo Velasco Jr." ardiendo en mi mente. No, no podía echarme para atrás.

"Ricardo, necesito que me digas la verdad", dije, mi tono endureciéndose. "¿Quién es Ricardo Velasco Jr.?".

Hubo un silencio al otro lado de la línea. Un silencio pesado, cargado de todo lo que no se estaba diciendo.

"¿De qué hablas, Sofía? ¿Estás loca?", su voz cambió por completo. Ya no había cansancio, solo una incredulidad hostil. "¿De dónde sacaste ese nombre?".

"De la escuela, Ricardo. De la escuela primaria a la que intenté inscribir a mi sobrina", le espeté, la ira volviendo a encenderse. "Rechazaron la solicitud porque el cupo de nuestra casa ya está ocupado. Por un niño de seis años que, casualmente, lleva tu nombre. Y cuyo padre, casualmente, también se llama Ricardo Velasco".

Otro silencio, más largo esta vez. Pude oír su respiración agitada.

"¡No tengo idea de lo que me estás hablando!", exclamó finalmente, su voz sonando casi ofendida. "¡Debe ser un error! ¡Un error del sistema, no sé! ¿Cómo puedes pensar que yo...? ¿Después de todo lo que hemos hablado? ¿De verdad crees que te mentiría con algo así?".

Su negación era tan vehemente, tan llena de una indignación herida, que la duda volvió a asaltarme. Era un actor consumado o yo estaba perdiendo la cabeza.

"No es un error, Ricardo. La secretaria me lo confirmó. El niño está registrado en nuestra dirección".

"¡Pues la secretaria está equivocada! ¡O alguien usó nuestra dirección sin permiso! ¡Eso pasa a veces!", argumentó, su voz subiendo de volumen. "Mañana mismo iré a la escuela y aclararé este maldito lío. No puedo creer que me estés acusando de esto, Sofía. Me duele. Me duele que desconfíes de mí".

Intentó voltear la situación, ponerse en el papel de víctima. Era una táctica que le había visto usar antes en discusiones menores, y siempre funcionaba. Pero esta vez era diferente. Esto no era sobre quién olvidó sacar la basura. Esto era sobre un niño. Un hijo secreto.

"¿Alguien usó nuestra dirección? ¿Quién, Ricardo? ¿Un fantasma?", pregunté con sarcasmo.

"¡No lo sé, carajo!", gritó. "Puede ser un error administrativo, un homónimo, ¡mil cosas! Dame la oportunidad de averiguarlo, por favor. No me condenes sin pruebas".

Su voz se suavizó al final, adquiriendo un tono suplicante. "Confía en mí, mi amor. Te juro por mi vida que no hay ningún otro niño. Solo somos tú y yo. Siempre hemos sido tú y yo".

Las palabras que una vez me dieron seguridad ahora sonaban huecas, ensayadas. Pero una pequeña parte de mí, la parte que lo amaba desesperadamente, se aferró a ellas. La parte que quería que todo esto fuera una pesadilla de la que pronto despertaría.

"Está bien", dije, mi voz apenas un hilo. "Está bien, Ricardo. Hablaremos mañana".

"Gracias, Sofía. Te amo. Mañana aclararemos todo, ya verás", dijo, su voz volviendo a ser la del hombre cariñoso que yo conocía.

Colgué el teléfono y me quedé mirando la pared, el silencio de la casa ahora se sentía opresivo. No me había creído su explicación, no del todo. Pero había accedido a esperar. Le daría una noche. Una noche para que preparara una mejor mentira o para que, por un milagro, la verdad resultara ser menos horrible de lo que imaginaba.

Pero en el fondo de mi corazón, una certeza fría se había instalado. Ricardo mentía. Y yo iba a descubrir la verdad, costara lo que costara.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022