Secretaria por accidente
img img Secretaria por accidente img Capítulo 3 Una firma inesperada
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Capítulo 6 Primer café, primer desastre img
Capítulo 7 Un trato tentativo img
Capítulo 8 Espiando al jefe img
Capítulo 9 Una cena con tensión img
Capítulo 10 Las reglas del juego img
Capítulo 11 Una secretaria desafiante img
Capítulo 12 La ex que regresa img
Capítulo 13 Un viaje imprevisto img
Capítulo 14 Hotel con una sola habitación img
Capítulo 15 Casi un beso img
Capítulo 16 El archivo secreto img
Capítulo 17 Celos inesperados img
Capítulo 18 Una salida no laboral img
Capítulo 19 Las miradas del personal img
Capítulo 20 La amenaza de su hermano img
Capítulo 21 Una hermana protectora img
Capítulo 22 Tormenta en la oficina img
Capítulo 23 La carta sin entregar img
Capítulo 24 Volver a empezar img
Capítulo 25 No somos nada img
Capítulo 26 Una noche larga img
Capítulo 27 Sueños compartidos img
Capítulo 28 Ella no es como las otras img
Capítulo 29 Promoción sospechosa img
Capítulo 30 Una decisión peligrosa img
Capítulo 31 Doble juego img
Capítulo 32 La secretaria favorita img
Capítulo 33 Una foto comprometida img
Capítulo 34 Conferencia internacional img
Capítulo 35 Una noche en París img
Capítulo 36 Demasiado cerca img
Capítulo 37 Un silencio incómodo img
Capítulo 38 Distancia profesional img
Capítulo 39 Mentiras piadosas img
Capítulo 40 Deseo no planeado img
Capítulo 41 La gota que colmó el vaso img
Capítulo 42 Entre lágrimas y decisiones img
Capítulo 43 La promesa img
Capítulo 44 La presentación oficial img
Capítulo 45 Una decisión personal img
Capítulo 46 Andrés gana terreno img
Capítulo 47 La propuesta tentadora img
Capítulo 48 La voz de su hermana img
Capítulo 49 Despedidas a medias img
Capítulo 50 El pasado lo alcanza img
Capítulo 51 Primer encuentro tenso img
Capítulo 52 Concierto bajo la lluvia img
Capítulo 53 Las heridas siguen abiertas img
Capítulo 54 Él la defiende públicamente img
Capítulo 55 Renuncia de verdad img
Capítulo 56 Noticias desde casa img
Capítulo 57 Un visitante sorpresa img
Capítulo 58 Un visitante sorpresa img
Capítulo 59 Veinticuatro horas img
Capítulo 60 La carta que lo cambia todo img
Capítulo 61 Reencuentro frente al mar img
Capítulo 62 Socios por accidente img
Capítulo 63 Una demanda inesperada img
Capítulo 64 Conocer a la familia img
Capítulo 65 Viejas heridas familiares img
Capítulo 66 Una propuesta de vivir juntos img
Capítulo 67 ¿Quién filtra todo img
Capítulo 68 Defendiendo lo suyo img
Capítulo 69 La ex, aliada temporal img
Capítulo 70 El enemigo expuesto img
Capítulo 71 Cartas cruzadas img
Capítulo 72 Te elijo a ti img
Capítulo 73 La ex encuentra su camino img
Capítulo 74 Alexander propone img
Capítulo 75 Crisis antes de la boda img
Capítulo 76 Carta desde el pasado img
Capítulo 77 La boda secreta img
Capítulo 78 Planificando el futuro img
Capítulo 79 Síntomas y miedos img
Capítulo 80 Una visita incómoda img
Capítulo 81 El nuevo negocio img
Capítulo 82 Defensa en pareja img
Capítulo 83 Hospital y decisiones img
Capítulo 84 Milagro en la madrugada img
Capítulo 85 Meses sin dormir img
Capítulo 86 El legado Del Valle img
Capítulo 87 La fundación crece img
Capítulo 88 Reconocimiento inesperado img
Capítulo 89 Flashbacks entre risas img
Capítulo 90 Noche de dudas img
Capítulo 91 El último obstáculo img
Capítulo 92 Nueva generación img
Capítulo 93 Un mensaje a las futuras secretarias img
Capítulo 94 El reencuentro final img
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Capítulo 3 Una firma inesperada

Clara había sobrevivido su primer día. A duras penas.

Y eso, para alguien que nunca había trabajado en una empresa con más de cinco empleados, ya era todo un logro.

Regresó a su pequeño apartamento esa noche con los pies destruidos, una lista de tareas que no entendía del todo, y la certeza de que dormiría con pesadillas sobre café derramado y agendas imposibles.

Pero lo que más le daba vueltas en la cabeza era él.

Alexander Del Valle.

Ese hombre parecía haber sido diseñado para intimidar. Frío, meticuloso, con un tono de voz que sonaba a dictado final. Y aun así, había algo en él... algo que hacía que Clara no pudiera evitar mirarlo con una mezcla de fascinación y rabia.

Al día siguiente, llegó incluso más temprano. Esta vez trajo su propio termo de café, por si acaso, y un par de galletas escondidas en su bolso. Aún no entendía del todo su rol, pero sí sabía una cosa: no iba a permitir que la despidieran sin al menos intentarlo.

Justo a las 7:15 a.m., el ascensor se abrió y apareció Julián, el asistente jurídico del piso. Siempre vestido de manera impecable, y con un tono de voz suave pero seguro.

-Clara, ¿puedes pasar a la sala de reuniones pequeña? Necesitamos tu firma en los documentos de ingreso formal.

-¿Mi firma?

-Sí, Recursos Humanos lo aceleró. El sistema ya te tiene registrada, pero falta tu rúbrica para completar el expediente.

Clara lo siguió con una expresión extrañada. El día anterior, Alexander había dicho que su contrato ya estaba procesado por el sistema, pero ella no había firmado nada. Supuso que, en medio del caos, ese pequeño detalle había quedado pendiente.

Entró en una sala de cristal con una mesa larga. Sobre esta, una carpeta gruesa y una pluma estilográfica esperaban.

-Lee si lo necesitas, pero es un contrato estándar de confidencialidad y funciones. Te da acceso a las plataformas internas, correo institucional, y establece tu relación directa con dirección general -explicó Julián, como si recitara algo aprendido de memoria.

Clara abrió la carpeta. La primera página tenía su nombre completo, número de identificación, y el cargo: Asistente Personal del CEO.

Sintió una punzada en el estómago.

-¿Puedo hacer una pregunta? -dijo, alzando la mirada.

-Por supuesto.

-¿Nadie se dio cuenta de que esto fue un error? Yo no apliqué a este puesto. Ni siquiera tengo el perfil.

Julián sonrió como si ya hubiera escuchado eso mil veces.

-El sistema cruzó datos erróneamente, sí, pero el contrato está aprobado por el mismo CEO. Y si Alexander Del Valle firma algo... rara vez se echa atrás.

Clara tragó saliva. Miró el documento otra vez.

Ahí estaba su nombre, como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar. Como si toda su vida hubiese sido una antesala para sentarse justo frente a esa carpeta.

-¿Qué pasa si no firmo?

-Tendría que reportarlo. Pero legalmente, ya estás contratada. Solo falta formalizarlo por escrito. Aunque claro... -bajó la voz-, si tú decides no firmar, puede interpretarse como una renuncia tácita.

Clara se quedó en silencio unos segundos. Lo lógico era dar las gracias, sonreír educadamente y salir corriendo. Buscar un trabajo más adecuado. Más seguro. Más... normal.

Pero algo dentro de ella -una mezcla de orgullo, terquedad e instinto- le impidió levantarse.

Tomó la pluma. Sintió su peso entre los dedos. Firmó.

Cuando su rúbrica quedó estampada al pie de la página, algo cambió.

No solo en el documento.

También en ella.

Horas después, mientras organizaba unos informes de proyectos pendientes, Alexander apareció en su escritorio.

-¿Firmó?

Clara asintió.

-Sí.

-Bien. Entonces ahora es oficialmente mi asistente personal.

-¿Oficialmente por error o por convicción?

Él ladeó ligeramente la cabeza, como si la pregunta lo hubiese tomado por sorpresa. Luego respondió:

-No suelo mantener errores cerca... a menos que sean interesantes.

Clara no supo si eso era una advertencia o un cumplido, así que optó por no responder.

Alexander dejó un sobre manila sobre su escritorio.

-Estudio esto para mañana. Tiene instrucciones sobre protocolos de confidencialidad, contactos clave, estructura jerárquica y mi calendario personal.

-¿Todo esto para mañana?

-Sí.

-¿Debería llevármelo a casa?

-¿Planea dejar de ser mi asistente fuera del horario laboral?

Ella lo miró con los ojos entrecerrados.

-¿Siempre es así de encantador o solo conmigo?

Alexander la observó unos segundos... y luego, para su sorpresa, soltó una breve risa por la nariz. Apenas un soplo.

-Tengo mis momentos.

Se giró sin más y entró a su oficina. Clara lo siguió con la mirada, confundida.

Ese hombre... era un rompecabezas. Uno difícil. Uno de esos que te hacen pensar que sobran piezas o que el fabricante se equivocó. Pero lo que más la inquietaba no era su frialdad, sino ese destello fugaz de humanidad que a veces se asomaba por debajo de su armadura de CEO.

Esa noche, en su apartamento, Clara se sentó en la cama con la carpeta abierta sobre las piernas. Las hojas estaban llenas de instrucciones, códigos internos, normas no escritas y horarios de locura.

Pero lo más curioso estaba al final: una lista titulada "Reglas personales de Alexander Del Valle".

No me interrumpas cuando hablo.

No llegues tarde. Nunca.

No supongas. Pregunta.

No revises mi agenda sin permiso.

No toques mi café si no sabes hacerlo bien.

No hables con la prensa. Ni un susurro.

No me hagas perder el tiempo.

No me mires como si me entendieras.

No me contradigas en público.

No olvides que todo error... tiene consecuencias.

Clara soltó una carcajada.

-Parece el manual de un villano de película -murmuró.

Luego tomó una lapicera azul y, sin pensarlo demasiado, escribió debajo:

"¿Y si rompo todas?"

Se recostó en la almohada, cerró los ojos... y por primera vez en mucho tiempo, sonrió con ganas.

Porque ahora sí era oficial: estaba dentro. Aunque no sabía si eso significaba su ascenso... o su sentencia.

            
            

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