Capítulo 3

Elena soltó un gritito agudo y se escondió detrás de Mateo, agarrando su brazo como si yo fuera una especie de monstruo. Sus ojos estaban llenos de un miedo que me pareció completamente falso y calculado. Mateo, todavía con las marcas rojas de mis manos en sus mejillas, se puso protectoramente delante de ella.

"¿Qué te pasa, Sofía? ¿Estás loca?" , me espetó, su voz un susurro furioso.

Me reí, un sonido amargo y hueco que no se parecía en nada a mi risa normal.

"¿Loca yo? ¡Qué buena pregunta, Mateo! Tal vez deberías preguntárselo a tu 'nueva novia' " . Lancé una mirada llena de desprecio a Elena. "¿O debería decir, a la niñera?" .

Antes de que Mateo pudiera responder, una de las amigas de Elena, una chica rubia con demasiado maquillaje, se adelantó.

"Oye, ¿tú quién eres para venir a armar un escándalo? Lárgate de aquí. Mateo, ¿quién es esta vieja loca?" .

Otra amiga se unió, señalándome con un dedo acusador.

"Es la asistente de Sofía, la diseñadora. La he visto en la oficina. Seguro está obsesionada con Mateo y no soporta que él esté con Elena. ¡Qué patética!" .

La humillación de sus palabras me golpeó, pero la ira era más fuerte. ¿La asistente? ¿En mi propia casa?

Elena, viendo su oportunidad, se aferró más a Mateo, con lágrimas falsas brotando de sus ojos.

"Mateo, mi amor, dile que se vaya. Me da miedo. Ella siempre me ha acosado, me manda mensajes, me sigue. Te lo he dicho. Está obsesionada contigo porque tú nunca le hiciste caso. Siempre hemos estado juntos, tú y yo, desde el principio" .

Levantó la mano, mostrando un anillo en su dedo, uno que yo no reconocí.

"Llevamos juntos un año, dile la verdad" .

Un año. La palabra resonó en mi cabeza. Un año. Hacía exactamente un año y un mes que Mateo y yo nos habíamos casado. Hice los cálculos en mi mente, una y otra vez. ¿Un año? Eso significaba... eso significaba que él había empezado a engañarme prácticamente desde nuestra luna de miel. Desde el primer mes de nuestro matrimonio. La mentira sobre su madre, la fiesta, todo palidecía en comparación con la magnitud de esta traición. No era un error, no era una aventura pasajera. Era una vida paralela que él había construido a mis espaldas, con mi dinero, en mi casa. El suelo pareció desaparecer bajo mis pies. La furia se transformó en un dolor helado y profundo que me recorrió entera.