Capítulo 2 No.2

A la mañana siguiente, Ava actuó como si nada hubiera pasado.

Le preparó a Ethan sus tortitas favoritas, las que llevaban arándanos.

-Están buenas -dijo él, todavía el educado desconocido-. ¿Me... gustaban antes?

-Te encantaban -dijo Ava, con la voz cuidadosamente neutra.

Por dentro, era una tormenta.

Más tarde ese día, llamó a un abogado que Maya conocía. Discretamente.

-Quiero informarme sobre un cambio de nombre legal -dijo Ava, en voz baja.

Olivia Carter. El apellido de soltera de su abuela materna. Un nombre fuerte. Un nombre nuevo.

Abrió una nueva cuenta bancaria a nombre de Ava Miller, pero era un lugar de paso temporal. Pronto, todo sería de Olivia.

Empezó a aceptar pequeños trabajos de diseño gráfico como freelance, solo en efectivo o pagados a una cuenta nueva e irrastreable. Pequeños trabajos, logos para panaderías, folletos para estudios de yoga. Trabajaba hasta altas horas de la noche, después de que Ethan se durmiera, el clic de su ratón una rebelión silenciosa.

Portland, Oregón.

El nombre le vino mientras ojeaba artículos sobre ciudades para creativos, para nuevos comienzos. Lejos de Nueva York. Lejos de Ethan. Verde, lluviosa, anónima.

Sonaba como un lugar donde alguien podría desaparecer.

Sonaba como un lugar donde Olivia Carter podría nacer.

Reunió cada foto de ellos juntos.

Cada nota de amor que él había escrito, llena de promesas que ahora sabían a ceniza en su boca.

El tonto oso de peluche que él había ganado para ella en Coney Island.

No los quemó. Eso parecía demasiado dramático, una reacción que él podría notar si alguna vez miraba de verdad.

En cambio, los metió en una sola caja de cartón corriente.

Metió la caja en el fondo de su armario, debajo de viejos jerséis que nunca usaba.

Fuera de la vista. Aún no fuera de la mente, pero era un comienzo.

Se estaba desvinculando, pieza por pieza.

Una semana después, Ava estaba en su cafetería habitual, esperando a Maya.

Ethan entró.

Con Chloe Vance.

Chloe era todo piernas largas, pelo rubio y un vestido rosa chillón que gritaba «mírame». Se estaba riendo, con la mano en el brazo de Ethan.

Ethan vio a Ava. Dudó por una fracción de segundo, luego le hizo un pequeño y torpe saludo, como si fuera una conocida lejana.

Los ojos de Chloe se posaron en Ava, un destello de algo -¿triunfo?- en ellos.

Ava solo sorbió su latte, su expresión cuidadosamente en blanco.

Sintió una extraña y fría calma.

Ethan parecía... sorprendido. Probablemente esperaba lágrimas, una escena.

No conocía a esta Ava. Esta Ava ya se había ido.

Chloe se separó de Ethan y se acercó contoneándose a la mesa de Ava.

-Ava, ¿verdad? -la voz de Chloe era empalagosamente dulce-. Ethan habla de... bueno, no recuerda mucho, pero mencionó que una amiga le estaba ayudando.

Ava mantuvo su rostro impasible.

-Sí, esa soy yo.

-Debe de ser muy duro para ti -arrulló Chloe, echándose el pelo hacia atrás-. Es un chico genial. Solo intento estar ahí para él, ¿sabes? Apoyarle en este momento tan terrible. Me dijo que tú eras quien mejor lo conocía antes de... bueno, de antes. ¿Algún consejo?

La audacia.

Ava miró directamente a los ojos perfectamente maquillados de Chloe.

-Ningún consejo -dijo Ava, con voz uniforme-. Estoy segura de que lo resolverás.

La sonrisa de Chloe vaciló por un microsegundo.

Claramente esperaba que Ava fuera un mar de lágrimas.

-Bueno -se recuperó Chloe rápidamente-, si se te ocurre algo... -Se giró y se deslizó de vuelta hacia Ethan, enlazando su brazo con el de él de nuevo.

Ava los vio marcharse, el brazo de Ethan ahora alrededor de la cintura de Chloe.

La nueva Ava, la que se estaba convirtiendo en Olivia, no sintió nada más que una distante y fría determinación.

            
            

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