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Unos días después, Ethan llamó a Ava, su voz teñida de un pánico fingido.
-¿Ava? Es Chloe. Estábamos en mi casa, y ella... se ha caído. Se ha golpeado la cabeza con la mesa de centro. Creo que es grave.
A Ava ni siquiera le dio un vuelco el corazón. Todo era parte de su espectáculo.
-¿Está consciente? -preguntó Ava, su tono profesional, como el de un paramédico.
-Sí, pero está mareada. Dice que ve borroso. Necesito llevarla a urgencias.
-Vale -dijo Ava-. Hazlo.
Sabía que esto era una prueba, otra forma de atraerla, de ponerla celosa o preocupada.
No estaba funcionando.
Cuando Ava llegó a urgencias -Ethan había insistido en que se reuniera con él allí, «para apoyarle»-, él estaba montando un gran escándalo por Chloe.
Chloe estaba en una camilla, con una bolsa de hielo perfectamente colocada en la frente, con aspecto pálido y frágil. Ethan revoloteaba a su alrededor, acariciándole el pelo.
-Ella ha sido mi roca en todo esto -anunció Ethan en voz alta a una enfermera, asegurándose de que Ava pudiera oírle-. Una amiga tan querida. No sé qué haría sin ella.
Le lanzó una mirada a Ava, esperando claramente que reaccionara. Que se pusiera celosa. Que luchara por él.
Ava se quedó allí de pie, con los brazos cruzados.
Un médico finalmente vio a Chloe. Una conmoción cerebral leve, dijeron. Que la vigilara.
Ethan hizo un gran alarde de alivio, abrazando a Chloe con fuerza.
-Se suponía que hoy tenía una cita de seguimiento de neurología contigo, Ethan -le recordó Ava, con voz plana-. Teníamos una cita.
Ethan pareció nervioso.
-Oh, cierto. Bueno, obviamente, esto es más importante. Chloe me necesita. -Se volvió hacia Chloe, todo ternura y preocupación.
Ava solo asintió.
-Cierto.
Otra pieza de su fachada de «devoción» se desmoronó. Estaba priorizando la falsa emergencia de su novia falsa por encima de su propia «recuperación».
Más tarde esa noche, el teléfono de Ava vibró.
Un mensaje con foto. De un número desconocido.
Eran Ethan y Chloe. Besándose. Un selfi, claramente tomado por Chloe, con la lengua apenas visible.
El pie de foto: «Se siente mucho mejor. 😉»
Ava lo borró sin pensarlo dos veces.
Luego otro. Chloe con la camisa de Ethan, tumbada en su sofá, con aire de suficiencia.
Borrar.
Otro. Un primer plano de sus manos, entrelazadas.
Borrar.
Los mensajes seguían llegando, un aluvión de intimidad escenificada.
Chloe, o Ethan a través de Chloe, estaba tratando de romperla.
No se daban cuenta de que Ava ya estaba rota, y reconstruyéndose en alguien a quien no reconocerían.
Ava se sentó en el suelo de su dormitorio, con la única caja de su pasado compartido todavía en el armario.
Recordó a Ethan, años atrás, cuando ella tuvo la gripe. Se había quedado con ella tres días seguidos, preparándole sopa, leyéndole, cogiéndole la mano.
Un cuidado genuino. Un amor real.
¿O eso también había sido una actuación? ¿Parte de una larga estafa?
La idea le revolvió el estómago.
El Ethan que enviaba esas fotos, que hacía alarde de su falsa amnesia y de su nueva chica, era un monstruo.
Las lágrimas que había estado conteniendo finalmente brotaron. No por el Ethan que estaba perdiendo, sino por la Ava que había creído en él durante tanto tiempo.
Por la tonta que había sido.
Una semana después, Maya arrastró a Ava a la inauguración de una galería.
-Necesitas salir. Ver a gente que no sea Ethan o su nuevo ligue.
Y por supuesto, Ethan y Chloe estaban allí.
Eran el centro de un grupo que reía, con Chloe prácticamente colgada de Ethan, su mano posesivamente en su pecho.
Maya se tensó junto a Ava.
-Gilipollas.
Ava solo los observó, una extraña indiferencia apoderándose de ella. Parecían personajes de una obra mal escrita.
Ethan la miró. Sonrió con suficiencia, luego se inclinó y besó a Chloe, un beso largo y deliberado. Para que Ava lo viera.
Ava se dio la vuelta, dirigiéndose al bar.
Cuando iba a coger una copa de vino, una mano se adelantó y cubrió la suya.
La de Ethan.
-No lo hagas -dijo él, su voz baja, casi un gruñido-. Recuerda que eres alérgica al vino tinto.
Ava se quedó helada.
Por una fracción de segundo, sus ojos estaban claros. El viejo Ethan. El que la conocía.
Luego, con la misma rapidez, la niebla regresó. O él la volvió a colocar en su sitio.
Parpadeó, pareciendo confundido.
-Lo siento. ¿He... dicho algo malo? -Dio un paso atrás, volviéndose hacia Chloe, que ahora se acercaba, con los ojos entrecerrados.
-¿Todo bien, cariño? -preguntó Chloe, deslizando su brazo por el de Ethan.
-Sí, bien -dijo Ethan, sacudiendo la cabeza como para aclararla-. Solo... un momento raro.
Dejó que Chloe se lo llevara, sin mirar atrás hacia Ava.
Un destello. Un error. ¿O otro movimiento calculado?
Ava no lo sabía. Y estaba empezando a no importarle.