Estéril Es Tu Mentira
img img Estéril Es Tu Mentira img Capítulo 3
4
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

La justificación de Sofía, su retorcida lógica de "altruismo", hizo que la rabia en mi interior se solidificara en un bloque de hielo. Cada palabra que salía de su boca era un recordatorio de lo ciego que había sido. Todas esas noches que la consolé por nuestra "infertilidad", todos los planes que cancelé, todos los sueños de una familia que guardé en un cajón para no lastimarla... todo había sido una farsa monumental. Ella no sufría conmigo, se reía de mí.

"No te atrevas a hablarme de egoísmo", le dije, mi voz baja y peligrosa. "Tú, que construiste nuestro matrimonio sobre una mentira para no arruinar tu carrera. Tú, que ahora juegas a ser la virgen María con el esperma de otro. Eres la persona más egoísta que he conocido."

Ella dio un paso atrás, quizás por primera vez notando la frialdad asesina en mi mirada. Intentó cambiar de táctica, suavizando su tono, tratando de recurrir al viejo truco de la manipulación emocional.

"Armando, por favor. Esto no tiene por qué destruirnos", dijo, extendiendo una mano hacia mí. "Cuando el bebé nazca, Ricardo se habrá ido. Podemos criarlo juntos. Será nuestro. Nuestro hijo. El hijo que siempre quisiste."

La aparté de un manotazo. La idea era tan repugnante, tan insultante, que sentí náuseas.

"¿Criar al hijo de otro hombre?", escupí las palabras. "¿Criar la prueba viviente de tu traición? ¿Estás loca? ¿Crees que soy tan patético?"

Me pasé las manos por el pelo, sintiendo que la cabeza me iba a estallar. Necesitaba una salida, una solución, algo que pusiera fin a esta pesadilla. La miré, y la única salida que vi fue drástica y dolorosa.

"Tienes dos opciones, Sofía", declaré, mi voz sin rastro de emoción. "O te deshaces de ese niño ahora mismo, o nos divorciamos. No hay más. Elige."

El color desapareció de su rostro. La máscara de calma se resquebrajó, revelando el pánico que había debajo.

"No puedes pedirme eso", susurró, tocándose el vientre de nuevo. "Es una vida, Armando. No soy una asesina."

"¡Ah, ahora te importa la vida!", me reí sin ganas. "¿Y mi vida? ¿No te importó cuando la destruiste? ¿Cuándo me mentiste por cinco años? ¡No me vengas con moralidades baratas, Sofía! ¡Tú creaste este desastre!"

"¡Eres un monstruo!", gritó, las lágrimas finalmente brotando de sus ojos. "¡Un hombre cruel y sin corazón!"

"¡Y tú eres una mentirosa y una adúltera!", le devolví el grito.

La tensión en la habitación era insoportable. Necesitaba aire, un cigarro, algo. Mi marca de tabaco no estaba por ningún lado. Mi mirada recorrió la pequeña sala de estar del apartamento. Sobre una mesita de café, junto a una copa de vino a medio terminar, había un cenicero de cristal. Y dentro, varias colillas de una marca que yo no fumaba. Eran cigarros cubanos, caros. El tipo de cigarros que fumaba un torero famoso para mantener su imagen.

Mi corazón se detuvo. No era solo una inseminación. No era un acuerdo clínico y distante. Él había estado aquí.

Mi mirada siguió explorando. En el perchero junto a la puerta, colgada debajo de su abrigo, había una chaqueta de cuero de hombre. Y en el suelo, cerca del sofá, unas botas de piel que definitivamente no eran mías. La evidencia estaba por todas partes. No era un "acto altruista". Era una aventura. Estaban viviendo juntos.

Me acerqué lentamente al cenicero, tomé una de las colillas y se la mostré.

"¿Inseminación artificial, dijiste?", pregunté, mi voz goteando sarcasmo. "¿El doctor también fuma Cohibas y deja su ropa tirada por toda la casa?"

Señalé la chaqueta y las botas.

"¿Vive aquí contigo, Sofía? ¿El hombre 'moribundo' necesita cuidados a tiempo completo? ¿Duermen en la misma cama donde pensabas recibir a tu esposo?"

Sofía palideció. Abrió la boca para negar, para inventar otra mentira, pero las palabras no le salieron. Su silencio fue la confesión más ruidosa que jamás había escuchado. La humillación me quemó por dentro. No solo me había traicionado, me había convertido en el cornudo que ni siquiera sabía que su casa ya no era suya.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022