"Es una pieza vintage de los años veinte, una verdadera joya" , decía, mostrando el collar en su cuello. "Me costó una fortuna, pero vale cada centavo" .
Sofía miró el collar. Su familia, además del mariachi, tenía una larga tradición en la joyería antigua de Jalisco. Su abuela le había enseñado a distinguir las piezas auténticas desde niña.
"La montura es incorrecta para esa época" , dijo Sofía en voz baja, casi para sí misma. Pero en el silencio que siguió a la fanfarronada de Elena, su voz se escuchó con claridad.
Elena se giró hacia ella, con los ojos entrecerrados. "¿Perdón? ¿Qué dijiste, querida?"
"Dije que la montura no es de los años veinte" , repitió Sofía, mirándola directamente. "Las garras que sujetan las esmeraldas son un estilo moderno, de los noventa como mucho. Y el corte de las piedras es demasiado perfecto. En esa época, los cortes tenían imperfecciones visibles. Es una buena imitación, pero es una imitación" .
Un silencio incómodo se apoderó de la mesa. Elena se puso roja de furia.
"¿Y tú qué vas a saber? ¡No eres más que una técnica de sonido! ¡Mi joyero personal autentificó esta pieza!"
Sofía se encogió de hombros con indiferencia. "Mi familia ha coleccionado antigüedades por generaciones. Digamos que sé un par de cosas. El broche, por ejemplo. Si lo miras de cerca, verás las iniciales del fabricante. 'TJ' . Es una marca de fantasía muy conocida de Guadalajara" .
Ricardo la miró, incrédulo y molesto. "Sofía, ya basta. ¿Qué te pasa? Estás haciendo quedar mal a Elena" .
"Yo solo dije la verdad" , respondió ella, impasible. "Si a Elena le molesta la verdad, no es mi problema" .
Los amigos de Ricardo empezaron a murmurar entre ellos. "¿Quién se cree que es?" , "Qué ridícula, tratando de humillar a Elena" .
La propia Elena, después del shock inicial, se recompuso y soltó una risa forzada. "¡Qué imaginación! Obviamente estás celosa, pobrecita. No te preocupes, no todos podemos permitirnos lujos como este" . Para demostrar su punto, tomó la paleta de la subasta que aún estaba sobre la mesa. "De hecho, voy a pujar por ese cuadro de Siqueiros. Para que veas lo que es el verdadero arte" .
El cuadro en cuestión era una pieza menor, y Sofía, que había acompañado a su padre a innumerables galerías, reconoció de inmediato que la firma era torpe, una falsificación evidente. Pero no dijo nada. Se reclinó en su silla y observó.
Elena pujó agresivamente, elevando el precio a una cifra exorbitante, solo para demostrar su poder adquisitivo. Finalmente, ganó el cuadro entre los aplausos de sus amigos. Se giró hacia Sofía con una mirada triunfante.
Más tarde, mientras Ricardo estaba en el baño, Elena se acercó a la silla de Sofía.
"Escúchame bien, gata de pueblo" , siseó, su voz baja y llena de veneno. "No sé qué juego estás jugando, pero Ricardo es mío. Él ya me eligió. Eres solo un pasatiempo, un escalón que necesitaba usar. Me contó todo sobre ti. Que vienes de la nada, que tu familia apenas y tiene para comer. Así que deja de hacerte la experta y desaparece" .
Sofía la miró fijamente. Así que Ricardo no solo la había menospreciado, sino que había inventado una historia de pobreza para hacerla parecer aún más patética ante su amante. La última pieza del rompecabezas encajó. La traición era total y absoluta.
Cuando Ricardo volvió a la mesa, Sofía se levantó.
"Me voy" , dijo con calma.
Ricardo la miró, alarmado. "¿Qué? ¿Por qué? La noche apenas empieza" .
Sofía miró a Ricardo y luego a Elena, que sonreía con arrogancia.
"No, para mí ya terminó" , dijo. Luego, miró a la pareja y añadió con una sonrisa helada que no llegó a sus ojos: "Felicidades por su compromiso. Hacen una pareja perfecta. Son tal para cual" .
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió del restaurante, dejando a Ricardo pálido y a Elena con la boca abierta. La guerra no se pelearía en su terreno. Se pelearía en el de ella. Y ellos ni siquiera sabían dónde estaba el campo de batalla.