Perdón Negado, Destino Cruel
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Capítulo 2

Armando levantó el pequeño cuerpo de Dulce del altar improvisado, la envolvió con cuidado en su propio poncho, como si así pudiera devolverle el calor que la vida le había arrebatado.

Sus pies se movían por inercia, llevándolo fuera de esa casa llena de horror, cada paso era un tormento, el peso de su hija en brazos era el peso de su mundo derrumbado.

Condujo sin rumbo por horas, hasta que el primer rayo de sol iluminó la entrada de la gran hacienda de los Villarreal, la casa de la abuela de Sofía, Doña Elena.

Entró sin ser anunciado, los sirvientes lo miraron con una mezcla de lástima y espanto, caminó directamente hacia el patio central, donde la matriarca tomaba su café matutino.

"Doña Elena", su voz sonó hueca, rota.

La anciana levantó la vista de su taza, su rostro se contrajo en una mueca de horror al ver el bulto que Armando llevaba en brazos y la expresión de muerte en su rostro.

"Armando... ¿qué... qué es eso? ¿Dónde está Sofía?".

Armando depositó con una delicadeza infinita el cuerpo de Dulce sobre la mesa de cantera, apartando con cuidado el poncho para revelar el rostro pálido de la niña y la herida atroz en su abdomen.

Doña Elena ahogó un grito, llevándose las manos a la boca, sus ojos se llenaron de lágrimas.

"Mi niña... mi bisnieta... ¿qué ha pasado, por Dios Santo?".

"Fue Sofía", dijo Armando, sin emoción, las lágrimas se le habían secado, dejando solo un desierto de dolor, "Ella y su amante, el tal Javier, la usaron en un ritual, le sacaron los órganos para tener dinero".

Doña Elena se derrumbó en su silla, el llanto la sacudía.

"Lo sabía", susurró entre sollozos, "Sabía que la ambición de esa muchacha no tenía límites, pero nunca... nunca imaginé esto, perdóname, Armando, perdóname por mi ceguera, por no haberla detenido".

Se levantó, temblando, y se acercó a Armando.

"Te juro por lo más sagrado que pagarán por esto, te ayudaré en todo lo que necesites, esa... esa criatura ya no es mi nieta".

Llamó a su médico de confianza, un hombre viejo y discreto que llegó en menos de media hora, el doctor examinó el cuerpo de la niña con el ceño fruncido y una tristeza infinita en la mirada.

"Esto es una barbaridad", dijo el doctor, su voz temblaba de indignación contenida, "Le extrajeron el riñón izquierdo y parte del hígado, fue una carnicería, no un procedimiento quirúrgico, la causa de la muerte fue un shock hipovolémico y el trauma masivo".

La confirmación clínica fue como echar sal en la herida abierta de Armando, la palabra "carnicería" resonó en su mente, ahora la imagen del cuchillo de obsidiana era aún más nítida, más dolorosa.

Se dio cuenta de la verdadera profundidad de la maldad de Sofía, no solo había matado a su hija, la había destazado como a un animal para satisfacer su codicia.

Mientras el doctor terminaba su sombrío informe, uno de los hombres de Javier llegó a la hacienda, actuaba como un simple mensajero, ajeno a la tragedia.

Le entregó a Armando un pequeño paquete y una nota.

Armando abrió el paquete, dentro había una muñeca de trapo, la favorita de Dulce, pero estaba rota, con un ojo arrancado y un brazo descosido.

La nota, escrita con la caligrafía elegante y presuntuosa de Sofía, era breve y cruel.

"Para que no la extrañes tanto, supongo que ya no la necesitará, ahora estamos ocupados construyendo nuestro imperio".

Armando apretó la muñeca rota con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, el insulto final, la absoluta falta de humanidad, era casi tan dolorosa como la muerte misma.

Doña Elena leyó la nota por encima de su hombro, su rostro se endureció, la tristeza dio paso a una furia helada.

"¡Maldita sea!", exclamó, su voz, usualmente mesurada, ahora era un trueno, "¡Que se pudra en el infierno esa desgraciada! ¡Escupió sobre la tumba de su propia hija! ¡Ya no hay perdón para ella, ni en esta vida ni en la otra!".

La matriarca tomó el teléfono, su mano temblaba de ira, "Voy a hacer unas llamadas, vamos a destruir a ese mariachi de pacotilla y a ver qué tan valiente es Sofía sin el apellido Villarreal que la respalde".

            
            

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