¡La revancha de la increíble exesposa del CEO!
img img ¡La revancha de la increíble exesposa del CEO! img Capítulo 5 Cinco
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Capítulo 13 Trece img
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Capítulo 16 Dieciséis img
Capítulo 17 Diecisiete img
Capítulo 18 Dieciocho img
Capítulo 19 Diecinueve img
Capítulo 20 Veinte img
Capítulo 21 Veintiuno img
Capítulo 22 Veintidós img
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Capítulo 24 Veinticuatro img
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Capítulo 27 Veintisiete img
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Capítulo 29 Veintinueve img
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Capítulo 33 Treinta y tres img
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Capítulo 5 Cinco

"¿Esta no es Thalassa Thompson?".

"¡No puede ser! ¿Hablas de la aprovechada que se casó con Kris Miller por su dinero?".

"Sí. La que le fue infiel y estuvo robándole todo el tiempo que estuvieron casados".

"También escuché el chisme. ¡Qué desafortunado! La convirtió en su esposa, a pesar de su origen humilde, solo para que ella lo traicionara de esa manera. Pero, ¿no la habían arrestado?".

"¡Cállense de inmediato ustedes dos! ¿Cuántas veces tengo que advertirles que no chismoreen sobre nuestros pacientes, especialmente frente a ellos?".

Thalassa abrió lentamente los ojos, pero los cerró al instante, pues las luces eran demasiado brillantes para soportarlas. Parpadeó para ajustar su vista y encontró a tres mujeres inclinadas sobre ella. Todas estaban vestidas con los uniformes del personal de salud. Parecía que dos eran enfermeras y la tercera era una doctora.

"Ya despertó", comentó una enfermera, haciendo que las otras dos se concentraran en ella.

"Por fin", dijo la que parecía ser la médica, antes de sonreírle brevemente a Thalassa. "Señora, ¿cómo se siente?".

Esta se incorporó lentamente, apoyándose en la cama; gimió mientras lo hacía. Sintió un dolor sordo en el abdomen, que la hizo fruncir el ceño por la confusión.

"¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí?".

Lo último que recordaba era salir de la Mansión Miller tras firmar los papeles de divorcio. Entonces, ¿cómo había terminado en el hospital?

"Oh, ni siquiera recuerda lo que sucedió. Me pregunto cómo reaccionará ante la noticia", le susurró una enfermera a la otra, aunque su tono fue lo suficientemente audible.

"¿De qué están hablando?", inquirió Thalassa, mientras la doctora fulminaba con la mirada a las enfermeras.

"Anoche, una mujer la encontró en la calle, bañada en sangre, así que llamó a los servicios de emergencia. Estos la trajeron rápidamente al hospital", respondió la médica, mordiéndose el labio.

Instantáneamente, los horrores de la noche anterior cruzaron por la mente de Thalassa. Recordó que había estado caminando por la calle cuando alguien la agarró por la espalda y la empujó a un callejón, y luego, que su atacante la pateó repetidamente en el estómago, a pesar de que ella le suplicó que tuviera piedad.

"Esperamos que no le importe, pero como sabemos quién es, el personal se tomó la libertad de enviar un mensaje a la oficina de su esposo. Desafortunadamente, no hemos recibido ninguna respuesta hasta el momento", continuó con su explicación la médica.

"¿Kris no vino?", preguntó Thalassa. Temía hacer la pregunta desgarradora, la que era más importante, pero sabía que tenía que hacerla pronto.

"Doctora", comenzó, con los labios temblorosos y los ojos llenos de lágrimas. "¿Cómo está mi bebé? Por favor, dígame que está bien. Que, a pesar de todo, está sano y salvo".

La aludida no respondió por unos segundos, pero la mirada triste en su rostro le dio a la joven la respuesta que buscaba, incluso antes de que comenzara a hablar.

"Señora Miller, los impactos en su abdomen fueron muy fuertes, y como su bebé solo tenía dos meses de gestación, no pudo soportarlos. Cuando la trajeron al hospital, había perdido demasiada sangre, y nuestra prioridad fue preservar su vida. Lamento informarle que no pudimos salvar a su hijo".

"No", susurró Thalassa suavemente mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla. Y luego otra, seguida de una más.

"Lo sentimos mucho", expresó la médica. "Sabemos que lo más probable es que quiera estar sola, pero dada la naturaleza del ataque, hemos llamado a la policía. Los oficiales llegarán pronto para tomar su declaración. Lamento su pérdida", remató, antes de salir de la habitación en compañía de las enfermeras.

Thalassa se recostó lentamente, mientras las lágrimas corrían por su rostro; optó por ovillarse. En esa posición le dolía el abdomen, pero no era nada comparado con el dolor en su corazón.

Unos minutos después, alguien tocó la puerta y, en instantes, dos oficiales entraron a la habitación.

"Señora Miller, sabemos que debe estar pasando por mucho, pero si quiere que la ayudemos a llevar ante la justicia a quien le hizo esto, necesitamos que nos dé su declaración", dijo uno de ellos.

La susodicha volvió a incorporarse lentamente, pero tenía la mirada perdida.

"¿Vio quién le hizo esto?", prosiguió el policía, colocando su pluma sobre el bloc de notas.

"No. Mi atacante llevaba un pasamontañas que le cubría el rostro por completo", respondió ella, sacudiendo la cabeza.

"Señora Miller, ¿esto es suyo?", inquirió el policía, mientras su compañero daba un paso al frente.

Fue en ese momento cuando la mujer se dio cuenta de que sostenía frente a ella el bolso que había llevado ayer.

"Sí", corroboró, asintiendo con la cabeza.

"Bueno, nos percatamos de que su agresor no le robó nada, lo que significa que esto fue un ataque intencional. ¿Tiene idea de quién podría haberlo orquestado o por qué le hicieron esto?", sondeó el oficial encargado de la declaración, con una expresión pensativa.

"No...", comenzó Thalassa, pero de repente, las posibilidades comenzaron a girar en su mente.

Recordó las palabras que el atacante le había dicho cuando le pidió que no la lastimara porque estaba embarazada: "Me enviaron a darte un mensaje. La próxima vez, no intentes entrar a donde no perteneces".

De golpe lo entendió todo: ¡alguien había enviado a ese hombre a hacerle daño!

¿Pero quién?

Las únicas personas cercanas a ella y que la habían atormentado con el hecho de que no pertenecía a su mundo eran Linda y el resto de su familia política.

De repente, recordó las palabras que esta mujer le había susurrado antes de salir de su casa: "¿De verdad crees que vas a parir a ese bastardo que intentas pasar por mi nieto?".

El corazón se le hundió. No podía ser, ¿verdad? Su exsuegra no podía haber contratado a un matón para deshacerse de su propio nieto, ¿verdad?

Sin embargo, Linda no era la única sospechosa: Karen la había traicionado cruelmente. Era obvio que estaba confabulada con la primera. ¿Podría ser que su otrora mejor amiga hubiera mandado a ese matón? ¿O las dos estaban confabuladas para destruirla?

"Señora Miller, no ha respondido a mi pregunta", le recordó el oficial, sacándola de sus pensamientos.

"No, no tengo idea de quién podría haberme atacado o por qué", expresó ella finalmente.

"¿Está segura?", insistió su interlocutor, con los ojos entrecerrados por la sospecha.

"Absolutamente", contestó Thalassa, asintiendo con rigidez.

¿Cuál era la necesidad de decirle a la policía lo que sospechaba? Sabía que no serviría de nada, pues la familia Miller era muy influyente en la ciudad; de hecho, sus miembros prácticamente la gobernaban. Por ende, si intentaba denunciar a Linda o Karen, su exsuegra simplemente usaría su influencia para desestimar el caso, o aún peor, para culparla de todo.

"De acuerdo. Por ahora nos iremos, pero podríamos contactarla más adelante para pedirle más información", dijo el oficial. "Le entregamos sus pertenencias", añadió, devolviéndole su celular y su bolso, antes de retirarse con su compañero.

Thalassa inmediatamente encendió su celular y agradeció que este tuviera batería. En ese momento, un pensamiento inundaba su mente: tenía que contarle a Kris lo que había sucedido con su bebé. Sin dudarlo, buscó su contacto y le marcó. La línea sonó hasta que la llamada terminó en buzón.

Lo intentó de nuevo, pero como el resultado fue el mismo, optó por enviar un mensaje, que decía: "Cariño, me atacaron anoche en la calle. Ahora mismo estoy en el hospital. Desafortunadamente, nuestro bebé no sobrevivió. Por favor, ven a verme. Te necesito".

No tenía dudas de que él respondería, pues, sin importar lo que pasara, era su hijo del que estaban hablando.

Aunque estaba esperanzada, se sorprendió al recibir un mensaje de respuesta casi de inmediato. Enseguida lo abrió, pero cuando leyó el contenido, deseó no haberlo hecho.

Kris: "¿Y qué se supone que haga? Hazte cargo. No me importa".

Thalassa sintió que le habían vaciado un cubo de agua helada en la cabeza. Estaba tan sorprendida que leyó el mensaje una y otra vez, para asegurarse de que sus ojos no la estaban traicionando.

Cuando finalmente se dio cuenta de que esa era realmente la respuesta que su exesposo le había enviado, el dolor que atravesó su cuerpo fue tan inmenso que jadeó y se agarró el pecho. Sentía que le habían desgarrado el corazón. Se consoló pensando que así le dolería menos.

'¿Que me haga cargo? ¿No le importa? ¿Cómo puede ser tan cruel conmigo cuando más lo necesito?', se preguntó.

Cuando finalmente se cansó de llorar, simplemente se quedó quieta, con los ojos fijos en el techo. Minutos después, la puerta se abrió y la doctora volvió a entrar.

"Señora, enviamos otro mensaje a la oficina de su esposo, pero seguimos sin recibir respuesta. Necesitamos que alguien se encargue del papeleo. ¿Quiere que...?".

"No intenten contactarlo", pronunció la otra fríamente.

"¿Perdón?".

"Dije que dejen de intentar contactarlo. Me encargaré de todo yo misma", explicó en el mismo tono gélido la chica, enjugándose las lágrimas del rostro.

Había terminado de llorar. A partir de ese momento no derramaría ni una lágrima más por Kris Miller.

                         

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