Recuperando Mi Vida Robada
img img Recuperando Mi Vida Robada img Capítulo 4
4
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
Capítulo 19 img
Capítulo 20 img
Capítulo 21 img
Capítulo 22 img
Capítulo 23 img
img
  /  1
img

Capítulo 4

Lo absurdo de la situación era casi cómico. Sus padres, en su propia fiesta de cumpleaños, le ordenaban a su esposo que persiguiera a su amante.

Diego dudó, su rostro un desastre de emociones conflictivas. Por una fracción de segundo, Catalina pensó que realmente podría quedarse.

"Me quedo contigo", dijo finalmente, su voz tensa. "Es tu cumpleaños". Hizo un gesto a un mesero. "Por favor, acompañe a mis... invitados... a casa". Ni siquiera pudo decir "tus padres".

Durante el resto de la noche, interpretó el papel del esposo perfecto y devoto. Escogió la comida que a ella le gustaba, recordando que no comía cilantro, que prefería su carne término medio. Fue una actuación impecable.

Mientras la fiesta terminaba, un espectacular despliegue de fuegos artificiales iluminó el cielo sobre la ciudad. Explosiones rojas, doradas y azules florecieron en la oscuridad. El gran final deletreó un solo nombre en chispas brillantes: CATALINA.

Fue un gesto grandioso, romántico y completamente vacío.

Rechazó ofertas para ir a tomar algo después de la fiesta, diciéndole a todos: "Mi tiempo le pertenece a mi esposa esta noche".

En el coche de camino a casa, sonó su celular. Miró la pantalla y todo su cuerpo se tensó.

Pisó el freno, las llantas chirriando contra el pavimento. Giró bruscamente el volante, haciendo una vuelta en U salvaje e ilegal en medio de la calle.

"¿Qué estás haciendo?", preguntó Catalina con calma.

"Surgió algo en la oficina. Una crisis", dijo, la mentira torpe y delgada. "Tengo que irme. Te dejaré aquí, puedes tomar un taxi".

Ella solo lo miró, su mirada inquebrantable.

Él vaciló, incapaz de encontrar sus ojos. "Es... es un problema con el servidor. Es crítico".

"Está bien", dijo ella. Abrió la puerta del coche y salió, parándose en la banqueta bajo el pálido resplandor de un farol. Sabía exactamente a dónde iba. Sabía quién estaba al otro lado de esa llamada.

Como si fuera una señal, un mensaje de texto iluminó su propio celular. Era de un investigador privado que había contratado esa tarde.

El objetivo está en el malecón, afirmando que va a saltar. Parece ser un evento montado para ganar simpatía.

El coche de Diego se alejó a toda velocidad, dejándola en una nube de humo. Un momento después, llegó su mensaje de texto.

Lo siento mucho, cariño. Esto es una verdadera emergencia. Te lo compensaré. Te amo.

Ella no respondió.

Hizo señas a un taxi. "Siga a ese coche".

El conductor los llevó a un estacionamiento desierto junto a la zona industrial del puerto. Catalina le pagó y salió. Desde las sombras, pudo oír voces.

"Lo siento mucho, Diego", decía Angélica, su voz densa de lágrimas falsas. "Hice el ridículo en la fiesta. Debería desaparecer. Sería mejor para todos".

"No digas eso", la voz de Diego era suave, persuasiva. "No te atrevas a decir eso".

Catalina escuchó el sonido de un beso, húmedo y prolongado.

"Pero Catalina...", murmuró Angélica.

"Shhh", dijo Diego. "Esta noche es sobre ti".

Catalina vio la silueta del coche mecerse suavemente. El sonido de risitas ahogadas y suaves suspiros se escuchaba en el aire nocturno.

El dolor en su pecho era algo físico, un peso aplastante que le dificultaba respirar. Recordó a un Diego más joven, un chico que se sonrojaba si le sostenía la mano demasiado tiempo en público. Un chico que había sido suyo, y solo suyo.

Ese chico se había ido. En su lugar estaba este extraño, este hombre que podía declarar su amor eterno con fuegos artificiales y luego, una hora después, demostrar lo poco que todo significaba.

Este hombre, su esposo, estaba teniendo sexo con la mujer que la había puesto en coma, en la parte trasera de su coche, en su cumpleaños.

Su corazón no solo se rompió. Fue metódica y sistemáticamente destrozado.

El frío viento nocturno soplaba a través de su delgado vestido, pero no lo sintió. No sintió nada en absoluto.

Se dio la vuelta y se alejó, el sonido de su pasión un ritmo nauseabundo detrás de ella. No miró hacia atrás.

                         

COPYRIGHT(©) 2022