Capítulo 5 Un esposo de pesadilla

La desesperación por respirar se apoderó de Ariana mientras su vida pasaba frente a sus ojos. Luchó con todas sus fuerzas y finalmente logró zafarse del agarre de hierro de Theodore. Boqueando en busca de aire, retrocedió a trompicones, con los ojos desorbitados por el miedo mientras se tocaba el cuello; la garganta le latía con un dolor agudo.

Los ojos del hombre la taladraban y, por un instante, pareció disfrutar de su pánico, pero cuando su mirada se posó en su vientre, su expresión se torció en una de pura maldad. Un destello frío y cruel cruzó su rostro, provocando que un escalofrío recorriera la espalda de Ariana.

Más te vale que no estés embarazada, siseó él, su voz cargada de veneno. "Porque si lo estás, me aseguraré de que esa cosa jamás vea la luz del día".

Un sonido ahogado escapó de la garganta de la mujer y tosió sin control, tratando de calmar los nervios. Sintió que, por un momento, el otro de verdad había querido matarla.

Su corazón se hundió al escuchar la amenaza en sus palabras. Theodore era tan despiadado como Jasper le había advertido, o quizás peor.

En un intento desesperado por salvar su vida, Ariana bajó la cabeza. Su voz temblaba de miedo mientras intentaba explicarse: "Theodore, por favor, escúchame. Ya terminé con Jasper y nunca me acosté con él...".

¡Cállate y lárgate!. La paciencia de su esposo se agotó y su rostro se convirtió en una máscara de hielo. "No quiero volver a ver tu cara en mi vida".

Ariana se dio cuenta de que convencerlo era imposible, sin importar cuánto lo intentara. Se apuró para escapar, pero al salir, chocó con un hombre elegante que vestía un traje impecable.

Temblando, se disculpó rápidamente y salió disparada de la habitación de Theodore, sin atreverse a mirar atrás.

En cuanto Horace Silence entró en la habitación, notó la intensa mirada de Theodore fija en el punto por donde Ariana había desaparecido, como si estuviera perdido en sus pensamientos, dándole vueltas a algo muy importante.

Tras un momento de reflexión, Horace dejó un informe médico sobre la mesita de noche.

Según el doctor, su cuerpo está sano y, después de algunos ejercicios de rehabilitación para sus piernas, podrá recuperarse por completo. Él seguirá cooperando con sus órdenes y fingirá que sus piernas están lisiadas. Todos en la familia Anderson se lo creen, le informó a su jefe.

Theodore sonrió; la satisfacción era evidente en su mirada. "Dejemos que sigan en la ignorancia un poco más. Quiero que piensen que son invencibles justo antes de destruirlos".

Horace sacó entonces otro documento.

Jefe, aquí está la información sobre su nueva esposa, Ariana Edwards, explicó, cumpliendo con su deber de asistente principal.

Luego hizo el ademán de dejar el documento en la mesita, pero Theodore se lo arrebató de las manos.

Horace se sorprendió un poco y luego habló con algo de duda: "Quizás le sorprenda saber esto, pero la señorita Edwards ha tenido una vida de la fregada. De hecho, ha pasado por una serie de eventos desafortunados que la dejaron con pocas opciones. Perdió a su madre a los trece años y, poco después, su padre se volvió a casar con una mujer que trajo consigo a una hija, la media hermana menor de la señorita Edwards. La existencia de ambas era la prueba clara de que su padre le había estado poniendo el cuerno a su madre desde hacía años".

Llena de coraje, la señorita Edwards se fue a estudiar al extranjero en cuanto fue mayor de edad, esperando escapar del dolor de su pasado. Sin embargo, no pudo volver a ver a su padre antes de que muriera y ni siquiera con su muerte pudo encontrar paz, ya que su madrastra se apoderó de todos los bienes de la familia y la echó a la calle. Dadas sus circunstancias, es posible que sintiera que no tenía más opción que casarse con usted....

Los ojos de Theodore se entrecerraron mientras leía el informe, con un ligero ceño fruncido en el rostro. "Horace, sé leer. No necesito que me lo interpretes", dijo en un tono cortante.

El subordinado asintió sumisamente, pero no pasó mucho tiempo antes de que no pudiera aguantarse más.

Es que siento que el pasado de la señorita Edwards es un poco parecido al suyo: ella también tiene una madrastra y fue....

El rostro de Theodore se torció en una sonrisa cruel mientras lo interrumpía. "¿Acaso tengo que cortarte la lengua para recordarte que te calles?", siseó.

Horace tragó saliva ruidosamente y dio un paso atrás. La amenaza de su jefe era clara; sabía que no debía insistir más en el tema.

Theodore soltó un bufido de desdén al recordar el miedo grabado en el rostro de Ariana; el recuerdo solo sirvió para que su ceño se frunciera aún más.

* * *

Mientras tanto, Ariana salió corriendo de la habitación de Theodore y fue a buscar al ama de llaves, Judy Kelly.

La mujer de mediana edad, gordita y de buen corazón, le tomó las manos entre las suyas mientras la convencía. "El señor Anderson acaba de despertar y puede que necesite algo de tiempo para adaptarse. El amor requiere paciencia y comprensión. Por favor, mija, sé obediente y tolerante con él; puede que las cosas mejoren pronto".

Ariana se mordió la lengua, aguantándose las ganas de responder que ni loca le andaría haciendo favores a ese tirano. Temblaba solo de pensar en acercarse demasiado a él, temiendo por su vida.

Después de que Judy le preparara una habitación de invitados, Ariana se desplomó en la cama, agotada por los acontecimientos del día, y se quedó dormida en un santiamén.

A la mañana siguiente, se despertó de un salto con el sonido estridente de la alarma de su celular. Mientras parpadeaba para quitarse el sueño, miró el techo desconocido, su corazón pesado por la confusión y la preocupación. Su mente daba vueltas pensando en su futuro y en lo incierto que se había vuelto.

Había creído tontamente que la muerte de su esposo era inminente y que podría asegurar su lugar como nuera de la familia Anderson.

Pero la realidad estaba muy lejos de lo que había esperado... No solo Theodore había sobrevivido, sino que también parecía decidido a desterrarla de la familia por completo.

Ariana, todavía medio dormida, estiró la mano y buscó a tientas su celular hasta dar con la alarma. Mientras la apagaba, una noticia llamó su atención a través de sus ojos legañosos. "Cientos de artículos de alto valor a la venta en la subasta de Ivebridge..."

El titular captó su atención y se inclinó para leer más. Sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa al ver que el primer artículo en la subasta era un collar que perteneció a su difunta madre.