Capítulo 4 ¿Te Quieres Dar Un Baño Primero

Al ver el ceño fruncido de Janet, Ethan siguió su mirada hasta su muñeca y notó el reloj. Un par de segundos bastaron para entender lo que ella estaba pensando.

-Es pirata -le susurró al oído con una sonrisa pícara-. Me lo prestó un amigo. A veces lo uso para aparentar... pero no pensé que tú lo notarías tan rápido.

Se lo quitó con naturalidad y lo metió en el bolsillo del pantalón.

-Parece de verdad. -Janet sonrió y dio un paso atrás, cubriéndose las orejas que le ardían.

Ethan se había inclinado demasiado y ella podía sentir su aliento en la oreja mientras hablaba.

Pensándolo bien, Janet se dio cuenta de que era normal que un tipo como Ethan tuviera algún conocido que vendiera fayuca.

Soltó un suspiro de alivio. Por un momento, se había asustado de verdad, pensando que Ethan había hecho algo chueco para conseguir una fortuna.

Ethan, en cambio, la observó con atención. Le habían dicho que la hija adoptiva de los Lind era una mujer frívola, rodeada de novios y escándalos. Pero esa timidez genuina... no coincidía con su fama.

-¿El novio ya llegó? ¿Y por qué no empieza la boda? -preguntó una voz melosa, rompiendo el momento.

Jocelyn apareció con su sonrisa calculada, del brazo de su novio. -Ya que estamos todos, déjenme presentarles a mi pareja -anunció en voz alta-. Él es Steve Carter, el hijo mayor de la familia Carter. Ahora que somos familia, Steve y yo podremos echarles una mano en lo que necesiten.

Este último bajó la cabeza, incómodo, evitando mirar a Janet.

Ella, al verlo, no sintió nada. Solo fingió que era la primera vez que lo veía. -Buena presentación -comentó con ligereza-. Pero tu novio de hoy no es el mismo que vi la semana pasada. A ver si la próxima semana sigues con este.

La sonrisa fingida de Steve se congeló en su rostro.

Jocelyn, forzada a cambiar de tema, le lanzó a Janet una mirada envenenada. -Como sea... Si quieres, puedo recomendar a Ethan para que entre a trabajar en la empresa de los Carter. Aunque no tenga estudios ni habilidades técnicas, seguro algo le dan. Puede trapear, limpiar baños, ese tipo de cosas. Es mejor eso que ser un mantenido después del matrimonio, ¿no?

Janet miró rápidamente a Ethan, temiendo que se ofendiera. Pero para su sorpresa, él se lo tomó con calma, como si nada. Sonrió con calidez y se encogió de hombros. -No, gracias. Me gusta andar a mi aire -dijo, con tranquilidad.

El gesto neutralizó por completo el veneno en las palabras de Jocelyn. Ella, al ver que no lograba provocarlo, volvió a su asiento con el rostro torcido, arrastrando a Steve con ella.

Poco después llegó el sacerdote, y la boda se llevó a cabo deprisa.

Ya casados, Ethan llevó a Janet a una casita en las afueras de la ciudad.

Era pequeña, vieja y modesta, pero al menos era suya. Por dentro, estaba casi vacía, con apenas lo esencial. Daba la impresión de haber sido comprada o arreglada apenas para el matrimonio.

Ethan era alto, de hombros anchos, y el espacio parecía aún más reducido con él adentro.

-Esta es mi casa. Es lo que hay. -Ethan se encogió de hombros con naturalidad, sin mostrar ni un poco de vergüenza.

-Sí, es chica... pero está limpia. Cabemos los dos -respondió Janet con sinceridad.

Aunque era humilde, se notaba que Ethan la había cuidado. El patio estaba bien barrido y todo adentro brillaba de limpio. Aun así, se sentía vacía. Quizá porque él pasaba poco tiempo ahí.

Janet echó un vistazo alrededor mientras Ethan se quitaba el saco y lo dejaba sobre una silla de madera. Se desabrochó la camisa blanca. Bajo la tela, sus músculos marcados eran evidentes: entrenaba con regularidad.

Sintiendo su mirada, Ethan giró la cabeza. Janet, avergonzada, apartó la vista, pero ya era tarde. Ethan se acercó con calma, y sus ojos se encontraron. -Has tenido un día largo. ¿Quieres darte un baño primero? -preguntó con voz suave.