Capítulo 4 El CEO misterioso

Valeria caminó por los pasillos del ala este de la mansión Renier, una parte que aún no había explorado. La noche había avanzado, y aunque la cena con la familia Valenzuela había terminado, el ambiente de la mansión seguía siendo tenso. El murmullode las conversaciones todavía flotaba en el aire, pero Valeria sentía que algo se había roto. La cena había sido un desfile de palabras vacías, y aunque había hecho preguntas, nadie parecía dispuesto a darle respuestas claras. Los Valenzuela estaban ahí, pero sus ojos siempre parecían mirar hacia otro lado, como si no la vieran del todo.

Lo único que había quedado claro esa noche era que Alejandro Valenzuela, el CEO de la cadena de hoteles, era una figura crucial en todo esto. No solo por su posición dentro de la empresa, sino por la forma en que su presencia llenaba la sala. Era inteligente, competente, y su capacidad para manejar los negocios era indiscutible. Pero había algo extraño en él. Algo que no terminaba de encajar. Valeria no sabía si se trataba de su magnetismo o si era simplemente la frialdad con la que trataba ciertos temas que la desconcertaba.

Fue entonces cuando escuchó pasos detrás de ella. Se giró y vio a Alejandro acercándose, con esa calma que parecía tan natural en él.

-¿Te encuentras bien? -preguntó, deteniéndose a unos metros de ella. Su tono era suave, casi preocupado, pero Valeria notó una ligera distancia en su voz, como si no quisiera cruzar una línea que no estaba seguro de cómo manejar.

Valeria asintió, aunque no estaba segura de sí misma. La conversación en la cena había dejado una sensación de incomodidad, y las preguntas sobre su madre seguían sin resolverse. Pero algo en la actitud de Alejandro le hacía pensar que no podía confiar completamente en él. Tal vez él no tuviera nada que ver con las mentiras y secretos de la familia Renier, pero había algo en su mirada, algo que la hacía sentir que había más de lo que mostraba.

-Sí, estoy bien -respondió, aunque no estaba segura de si era la verdad. No podía dejar de pensar en lo que había dicho Hugo Valenzuela esa tarde. La señora Gómez, tu madre... nunca imaginamos que la joven nunca hubiera sido consciente de sus orígenes. Es una lástima, realmente.

Esas palabras aún resonaban en su cabeza. Valeria se giró hacia Alejandro, su curiosidad ganando terreno.

-¿Qué quiso decir tu tío, Hugo, cuando habló sobre los orígenes de mi madre? -preguntó directamente, su voz cortante, pero con un tinte de inseguridad.

Alejandro frunció el ceño levemente, una expresión que rara vez mostraba. Miró hacia el pasillo antes de responder, asegurándose de que nadie los estuviera escuchando.

-Mi tío... tiene una forma peculiar de expresar las cosas -dijo finalmente, evitando mirarla directamente. Su tono era neutral, pero Valeria podía detectar una leve tensión en su voz. -No te preocupes por eso, Valeria. El pasado de tu madre está lleno de sombras, y no todas son necesarias para entender lo que tienes por delante.

Valeria sintió que algo no estaba bien. Alejandro se veía como un hombre al mando, alguien con control, pero en ese momento, algo en su actitud se rompió. ¿Por qué evitar la pregunta? ¿Qué más estaba ocultando?

-¿Por qué me dices eso? -insistió ella, acercándose un paso. -Si mi madre estuvo tan vinculada a esta familia, ¿por qué nunca me habló de esto? ¿Y por qué tú, de todos, no me das una respuesta clara?

Alejandro la miró fijamente, y por un instante, Valeria creyó ver una sombra de incomodidad en sus ojos. Sin embargo, él rápidamente se recompuso, enderezándose.

-Porque a veces, las respuestas no son lo que esperamos -dijo con una calma que, lejos de tranquilizarla, la inquietó aún más. -Tu madre fue parte de esta familia, pero también tenía sus propios motivos para mantener distancia. No fue una decisión fácil, Valeria.

El silencio que siguió fue pesado. La tensión en el aire se palpaba, como si ambos estuvieran esperando que el otro dijera algo más. Valeria sentía la necesidad de obtener más, pero algo en la actitud de Alejandro la frenaba. Él estaba siendo demasiado evasivo, como si estuviera caminando sobre una línea delgada, temeroso de cruzarla.

Finalmente, él dio un paso atrás, rompiendo el contacto visual.

-Es tarde. Debes descansar -dijo en tono firme. -Mañana te explicaré todo lo que necesitas saber sobre la herencia. Es una gran responsabilidad. Lo que tienes que entender ahora es que esta familia está unida por más que la sangre. Está unida por los negocios, y los negocios son complicados.

Valeria asintió, aunque no estaba convencida. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse calma, la desconfianza seguía creciendo dentro de ella. La mezcla de admiración que sentía por Alejandro por su éxito y su habilidad para controlar la situación se veía opacada por su evasiva actitud, por la forma en que se cerraba cuando las preguntas se volvían demasiado personales.

Alejandro asintió en silencio y se dio la vuelta, comenzando a caminar de nuevo hacia el final del pasillo. Valeria lo observó hasta que desapareció entre las sombras del pasillo, preguntándose si realmente podría confiar en él. O si estaba siendo manipulado de alguna manera.

La noche avanzó y Valeria no pudo dormir. Su mente daba vueltas, procesando todo lo que había escuchado, todo lo que había visto. Había algo en Alejandro que la atraía, una fuerza de voluntad, una confianza casi palpable. Pero al mismo tiempo, no podía evitar sentir que estaba siendo controlada por él, como si todo lo que hacía estuviera cuidadosamente calculado. Su amabilidad, su disposición a ayudarla, todo parecía parte de un plan.

Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana. La mansión Renier estaba en silencio, pero la oscuridad afuera parecía contener secretos que estaban más allá de lo que su vista podía alcanzar. ¿Era Alejandro simplemente un hombre competente, o estaba escondiendo algo más? ¿Qué hacía que él fuera tan diferente de los demás miembros de la familia Valenzuela?

La verdad parecía alejarse más cuanto más intentaba alcanzarla.