Más Allá de la Traición: Su Ascenso
img img Más Allá de la Traición: Su Ascenso img Capítulo 4
4
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
Capítulo 19 img
Capítulo 20 img
Capítulo 21 img
img
  /  1
img

Capítulo 4

Alejandro entró justo detrás de Katerina, su expresión una mezcla de culpa y desafío. Vio a Aja de pie en las escaleras y se congeló.

-Alondra...

Aja no dijo una palabra. Se dio la vuelta y regresó a la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. El clic del pestillo fue el sonido de una última cerradura girando en una última celda.

Se hundió en la cama, la cama que una vez había compartido con él. Lo recordó trazando patrones en su espalda, susurrando sobre el futuro. Sobre los hijos que tendrían. Una casa llena de risas. Una vida llena de amor. Todo humo.

Llamó a la puerta. -¿Alondra, podemos hablar?

Ella permaneció en silencio.

Abrió la puerta y entró, cerrándola suavemente detrás de él. -Mira, sé cómo se ve esto.

Comenzó a explicar. Katerina estaba embarazada. Había sido un accidente, algo de una sola vez que sucedió mientras Alondra estaba en la cárcel. Afirmó que acababa de enterarse. Dijo que iba a manejarlo, que no cambiaba nada entre ellos.

Aja lo miró fijamente, sintiendo una profunda e insondable sensación de estupidez. Las mentiras eran tan estratificadas, tan intrincadas, que se preguntó si él siquiera sabía cuál era la verdad.

Se sentía entumecida. El dolor era tan inmenso que había cortocircuitado su capacidad de sentir algo en absoluto.

-Necesito que seas comprensiva con esto -suplicó, su voz suave y persuasiva. La voz que usaba para salirse con la suya-. Solo por un tiempo. Hasta que nazca el bebé. Entonces me aseguraré de que ella y el niño estén cuidados, y estarán fuera de nuestras vidas para siempre.

Aja lo miró, una extraña y hueca sonrisa tocando sus labios. -Está bien, Alex.

Su rostro se inundó de alivio. Confundió su entumecimiento con aceptación. -Gracias, Alondra. Sabía que entenderías. Siempre has sido tan razonable.

Se inclinó para besarla, pero ella giró la cabeza y sus labios rozaron su mejilla. Él no pareció notarlo. Estaba demasiado aliviado de haber conseguido lo que quería. Podía quedarse con su esposa y su amante embarazada, todo bajo un mismo techo.

Comenzó a pasar todo su tiempo con Katerina, mimándola, atendiendo a cada uno de sus caprichos. Se apartó de su empresa, dejando que sus socios se encargaran del día a día, para poder monitorear la salud de Katerina.

El mundo vio una extraña y trágica historia de amor. El noble magnate de la tecnología, dividido entre su esposa con problemas y la madre de su hijo por nacer.

Aja se convirtió en un fantasma en su propia casa. Los observaba en el jardín, la mano de Alejandro descansando sobre el estómago de Katerina, una mirada de asombro paternal en su rostro.

Esa mirada era un golpe en el corazón dormido de Alondra.

Los recuerdos de Alondra inundaron la mente de Aja. Los años tratando de quedar embarazada. Los abortos espontáneos. La devastadora cita con el médico donde les dijeron que sería casi imposible para ella llevar un embarazo a término.

-No importa -había dicho Alejandro en ese entonces, abrazándola mientras ella lloraba-. Eres tú a quien quiero. Adoptaremos. Tendremos una familia de una forma u otra. Te lo prometo.

Lo había prometido.

Ahora estaba construyendo esa familia con otra persona. Le había dado a Katerina lo único que Alondra había deseado más que nada en el mundo.

Una noche, Alejandro se acercó a ella, con una mirada de urgencia en su rostro. -Tengo que volar a la Ciudad de México. Una emergencia con nuestra planta de fabricación. Solo estaré fuera dos días.

Dudó. -Necesito que cuides de Kat mientras no estoy. Su embarazo ha sido... delicado.

La miró, sus ojos suplicando su conformidad, que fuera la esposa buena y comprensiva una última vez.

-Por supuesto, Alex -dijo Aja, su voz una imitación perfecta de la sumisión gentil de Alondra.

-¿Cuáles son tus planes para los próximos días? -preguntó, con un toque de sospecha en su tono.

-No lo sé -dijo Aja, mirando hacia abajo-. Tal vez visite a la Dra. Ramos.

Él asintió, satisfecho. -Bien. Eso es bueno.

Salió corriendo por la puerta, su mente ya en su viaje de negocios, dejándola sola con su amante.

Aja se quedó en la ventana y vio su auto desaparecer por el camino. No sintió nada. Ni ira. Ni tristeza. Solo un vasto y frío vacío.

La mujer a la que le pedía que fuera comprensiva, la mujer que pensaba que simplemente aceptaría su destino en silencio, se había ido. Era un recuerdo. Un fantasma.

Alondra Garza estaba a punto de desaparecer para siempre. Y Alejandro nunca sabría que él fue quien la mató.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022