Más Allá de la Traición: Su Ascenso
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Capítulo 6

Alejandro salió furioso del hospital, con la mente dando vueltas. Revisó su teléfono y la sangre se le heló. La historia estaba en todas partes.

Un video granulado de celular de la fiesta, mostrando a Aja encogida mientras la multitud le arrojaba bebidas e insultos. El titular decía: "Esposa Ex-convicta de Magnate Tecnológico Atacada en Evento Público".

Los comentarios eran un pozo negro de odio.

"Se lo merecía".

"Deberían haber terminado el trabajo que empezó el acantilado de Katerina".

"Alguien debería sacar a ese monstruo de su miseria".

Se sorprendió por la intensidad del vitriolo. Sabía que la gente chismorreaba, pero esto era diferente. Esto era una turba de linchamiento.

Encontró a Aja de vuelta en la sala de espera del hospital, mirando fijamente a la pared. Ni siquiera había mirado su teléfono. Parecía completamente distante, como si el odio del mundo no pudiera tocarla.

Se sentó a su lado, su ira reemplazada por una confusa oleada de protección. -Lo siento -dijo, tratando de poner su brazo alrededor de ella.

Ella se apartó de su toque.

-Arreglaré esto -dijo, sacando su teléfono-. Haré que mi equipo de relaciones públicas elimine la historia. Demandaré al sitio web que la publicó.

Pero cuando estaba a punto de hacer la llamada, su teléfono vibró con una alerta de noticias. La historia había tomado un nuevo y sorprendente giro.

Alguien había filtrado la verdadera identidad de Katerina. No solo que estaba viva, sino quién era realmente: Katerina Montes, la mujer por cuyo asesinato Alondra fue condenada.

La narrativa se invirtió en un instante. La furia del público, una vez dirigida a Aja, ahora se volvió contra Katerina.

"¡La incriminó!"

"¡Esa pobre mujer pasó tres años en la cárcel por nada!"

"¡Alejandro Cárdenas es un tonto por apoyar a esa serpiente manipuladora!"

Alejandro miró la pantalla, su mente luchando por procesar las implicaciones. Si Katerina había fingido su propia muerte... ¿había mentido sobre todo lo demás también? ¿El empujón en el acantilado? ¿El ataque en la casa?

Un sollozo desgarrador desde la puerta lo sacó de sus pensamientos.

Katerina estaba allí, con la bata de hospital torcida, lágrimas corriendo por su rostro. Miró el teléfono en su mano, los titulares condenatorios.

-Alex -susurró, con la voz quebrada-. Me están destruyendo.

Corrió a su lado, sus instintos protectores tomando el control de nuevo. -Está bien. Nos encargaremos de esto.

-Fue ella -sollozó Katerina, señalando a Aja con un dedo tembloroso-. Ella lo filtró. Está tratando de arruinar mi vida, de quitarme a mi bebé.

Alejandro miró a Aja, que estaba sentada inmóvil, con una expresión ilegible. No le creyó a Katerina, no realmente. Pero su angustia, su vulnerabilidad, era una atracción poderosa.

Tomó una decisión.

Convocó una conferencia de prensa improvisada en el vestíbulo del hospital. Se paró ante las cámaras, con Katerina aferrada a su brazo, y emitió una declaración.

Reconoció que Katerina había cometido un "terrible error" en el pasado, impulsada por el miedo y un "amor equivocado" por él. Pero la pintó como una víctima, una mujer atormentada por su pasado, que ahora intentaba construir una nueva vida para su hijo por nacer.

Luego, dirigió su atención a Aja.

-Mi esposa -dijo, su voz llena de dolor-, ha pasado por un trauma indescriptible. La ha... afectado. No está bien. Sus acciones no son suyas. Está arremetiendo, tratando de herir a quienes la aman. Pedimos su privacidad y compasión mientras navegamos por este momento difícil y le conseguimos la ayuda que tan desesperadamente necesita.

La tildó públicamente de mentalmente inestable. La arrojó a los lobos para proteger a su amante.

Desde su asiento en la sala de espera, Aja vio la conferencia de prensa en una pequeña pantalla de televisión. Cuando sus últimas y condenatorias palabras llegaron al aire, algo dentro de ella se rompió.

Un dolor agudo e insoportable le atravesó la cabeza. El mundo se inclinó, los colores se mezclaron. Jadeó, agarrándose las sienes, un grito creciendo en su garganta.

A través de la neblina de su propia agonía, vio a Katerina, de pie detrás de Alejandro, una pequeña sonrisa triunfante jugando en sus labios.

Había ganado. Finalmente, había destruido por completo a Alondra Garza.

                         

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