Capítulo 3 Reencuentro

El rostro de Julissa se iluminó de emoción. "¿Qué es?".

Joanna sacó su teléfono y se dispuso a grabar la negociación. "Esta vez, tienes que garantizarme que cubrirás todos los gastos médicos de mi mamá, incluyendo las revisiones de seguimiento".

"¡No hay problema!".

¿Gastar unos cientos de miles para asegurar una inversión de cien millones del Grupo Harvey? ¡Era un negocio redondo!

Temiendo que Joanna cambiara de opinión, Julissa aceptó sin pensarlo dos veces.

"Mañana por la noche, enviaré a alguien para que te lleve a la hacienda de los Harvey". Luego, salió del hospital eufórica, casi como si caminara sobre nubes.

En cuanto Julissa se marchó, la compostura que Joanna había mantenido a duras penas se derrumbó.

Con manos temblorosas, sacó el teléfono para escribirle un mensaje de ruptura a Mathew.

Aunque eran palabras sencillas, sentía que era incapaz de escribirlas. Pasaron varios minutos antes de que lograra presionar el botón de enviar y, cuando finalmente lo hizo, fue como si pudiera oír su propio corazón haciéndose pedazos.

Se esforzó por convencerse de que todo estaba bien. Mientras su madre sobreviviera, el sacrificio habría valido la pena.

La cirugía se prolongó durante ocho largas horas.

A la mañana siguiente, llegaron las buenas noticias: su madre había sobrevivido.

Joanna sintió un alivio inmenso, como si le hubieran quitado un peso aplastante del pecho, y una leve sonrisa se dibujó en sus pálidos labios.

Tras asegurarse de que Martha fuera trasladada sin contratiempos a la UCI, Joanna regresó al campus de inmediato.

Esa misma mañana, al terminar las clases, Mathew le pidió verla.

La esperaba en el pasillo, con su atractivo rostro completamente inexpresivo. "¿Por qué terminaste conmigo?".

Joanna desvió la mirada. "Ya te lo expliqué en el mensaje. Me voy de la ciudad por trabajo y no quiero ser un obstáculo para ti".

El semblante de Mathew se oscureció. Sin previo aviso, sacó una fotografía y se la arrojó a los pies. "Entonces, explica esto".

Joanna la recogió y un escalofrío helado le recorrió el cuerpo.

Era una foto de ella en la farmacia esa misma mañana, comprando la píldora del día después.

En la imagen se apreciaba con claridad el leve chupetón en su cuello, que no había logrado ocultar del todo.

Mathew apretó los puños y la fulminó con la mirada. "¿No tienes una explicación? Bien, yo te la daré. Encontraste a alguien con más dinero y no veías la hora de dejarme, ¿no es así? ¿Acaso tu novio sin un centavo ya no era suficiente, y por eso saliste a engañarme? Joanna, si querías estar con otro, ¡solo tenías que decirlo! ¡No te habría rogado que te quedaras! ¡Pero hacerlo a mis espaldas es patético!".

A Joanna el mundo se le vino encima.

Sintió como si una herida profunda se abriera en su pecho, un dolor tan agudo que la dejó sin aliento.

"¡No, no fue así! Anoche, yo...".

Apenas comenzaba a hablar cuando una joven apareció de repente y se aferró al brazo de Mathew. "¡Mathew! Abrieron un restaurante nuevo cerca del campus. ¿Quieres ir a probarlo conmigo?".

Las pupilas de Joanna se contrajeron.

Era Norene Powell, su media hermana, la hija legítima de la familia Powell. La misma joven a la que se suponía que debía reemplazar en el matrimonio arreglado.

Joanna siempre supo que a Norene le gustaba Mathew, pero él nunca le había correspondido... hasta ahora.

Su mirada se clavó en las manos de ambos, entrelazadas. Sus labios temblorosos se entreabrieron. "Ustedes dos... ¿están juntos?".

Norene se recostó contra Mathew con una sonrisa tímida. "Mathew y yo empezamos a salir esta mañana. Joanna, de verdad te agradezco que me cedieras tu lugar".

"No hay nada más que decirle a alguien como ella". Lanzándole una mirada de pura repugnancia, Mathew rodeó los hombros de Norene con un brazo. "Si quieres ir a ese restaurante, vamos".

Joanna se quedó paralizada, viéndolos alejarse. Sentía el aire tan denso que apenas podía respirar.

Mathew podría haber elegido a cualquiera, pero no a Norene.

Era una traición que le costaba asimilar.

Aún luchaba por tomar aire cuando Norene se giró de repente para mirarla. Su fachada de dulzura y amabilidad se había desvanecido, y ahora sus ojos brillaban con una victoria silenciosa, cargados de malicia.

Norene movió los labios para articular sin voz: "Perdiste".

Joanna se quedó atónita. Ahora todo cobraba sentido.

Lo de anoche... Norene lo había planeado todo.

"¡Espera!", gritó Joanna, y se abalanzó sobre Norene. Pero Mathew la apartó de un empujón.

"¡Basta!", le espetó. "Fui yo quien eligió a Norene. Si tienes un problema, es conmigo. ¡Pero escúchame bien! Si te atreves a ponerle un dedo encima, te juro que no lo dejaré pasar. Vamos, Norene. Vámonos".

Norene sonrió con aire de superioridad. "Está bien, Mathew".

Joanna los vio marcharse con la vista nublada por las lágrimas, y no se dio cuenta de que estaba llorando hasta que escuchó una risa discreta a su espalda.

Joanna se dio la vuelta y su cuerpo se tensó.

En un rincón oscuro, un hombre estaba apoyado con aire despreocupado contra la pared. Una chispa de diversión brillaba en sus ojos. Era él. ¡El hombre de la noche anterior!

Sintió que el estómago se le revolvía. Había pensado que su encuentro no había sido más que un error producto del alcohol, pero ahora lo veía con claridad: este hombre se había confabulado con Norene para arruinarla.

La rabia estalló dentro de Joanna. Era un fuego incontrolable que le recorría las venas, tan intenso que sintió que podría explotar.

La intensidad de su mirada hizo que el hombre titubeara. Qué mirada tan desafiante. Él solo había sido testigo de su humillación y, aun así, ella lo miraba como si quisiera hacerlo pedazos.

No tenía intención de avergonzarla más. Pero, antes de que pudiera apartarse, Joanna se plantó frente a él.

El hombre la miró con el ceño fruncido. "¿Qué? ¿Quieres una disculpa?".

Ella no respondió. En su lugar, levantó la mano... y le soltó una bofetada.