La falsa esposa del multimillonario, mi venganza
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Capítulo 3

-¿Qué pasa con mi madre? -preguntó Sofía, con el corazón latiéndole con fuerza.

Pero Mateo ya había colgado.

Un dolor agudo le atravesó la sien.

A la mañana siguiente, la noticia del compromiso de Ricardo y Valeria estaba en todas partes. Sus rostros sonrientes se burlaban de ella desde cada pantalla.

Entró en la oficina del licenciado Morales, con el rostro como una máscara de piedra, y le entregó su carta de renuncia.

-¿Qué es esto? -preguntó él, desconcertado-. Acabas de empezar. ¡Tienes la historia más grande de tu carrera!

-Me voy del país -dijo Sofía, con la voz plana.

Sus colegas se agolparon a su alrededor, tratando de hacerla cambiar de opinión, pero su decisión estaba tomada.

No volvería a ver a ninguno de ellos.

Reservó un vuelo a Las Vegas.

La ciudad de las emociones baratas y los errores rápidos. La ciudad donde Ricardo le había comprado un sueño falso.

Fue directamente al Registro Civil del Condado de Clark.

El empleado miró el certificado de matrimonio que ella presentó, luego escribió su nombre en el sistema.

-Lo siento, señorita -dijo el empleado, mirándola con lástima-. Este certificado es una falsificación. No está en nuestro sistema.

Sofía le arrebató el papel, con las manos temblando. -Eso es imposible. Lo firmamos aquí mismo.

-El número del certificado es falso -dijo el empleado con delicadeza-. Según nuestros registros, en esta fecha, hace tres años, Ricardo Villarreal se casó con una mujer llamada Valeria Torres.

El suelo pareció desaparecer bajo sus pies.

Sus piernas cedieron, y se habría derrumbado si no se hubiera agarrado al mostrador para sostenerse.

Todo era una mentira. Desde el principio.

No solo había encontrado una sustituta; había orquestado un matrimonio completamente falso, una cruel obra de teatro con ella como protagonista desprevenida. Mientras ella interpretaba ingenuamente el papel de su esposa, él estaba legalmente unido a la mujer a la que ella estaba suplantando.

El certificado falso se le escapó de los dedos, cayendo al suelo.

Recordó que él le había dado un acuerdo de divorcio pre-firmado un año después de su "matrimonio". Lo había llamado una precaución, una forma de protegerla si su familia alguna vez se enteraba.

Se había sentido conmovida por su previsión, por su supuesto cuidado hacia ella.

Ahora lo veía como lo que era: otra capa de su repugnante engaño. Él sabía que el matrimonio era falso. Sabía que ella nunca lo firmaría porque lo amaba demasiado. Era una herramienta para mantenerla dócil, para asegurarse de que nunca cuestionara su papel.

Se hundió en el suelo, recogiendo los papeles sin valor, y sollozó. Lloró por la tonta que había sido, por los tres años que había desperdiciado, por el amor que le había dado a un monstruo.

Cuando finalmente regresó tambaleándose al departamento que compartían, el que él había llamado su hogar, lo encontró sentado en la sala.

La mesa estaba puesta con sus platillos favoritos.

-Sofía -dijo él, levantándose, su rostro una imagen perfecta de preocupación-. Estaba tan preocupado. No contestabas tu teléfono.

Se movió para abrazarla, pero ella se apartó de un respingo.

-Yo... solo estaba cansada -murmuró, evitando sus ojos. No podía dejar que viera la verdad en ellos. Todavía no.

Intentó tocarle la frente. -¿Te sientes caliente? ¿Estás enferma?

De nuevo, ella esquivó su mano. -Solo necesito descansar.

-Está bien -dijo él, su voz teñida de esa falsa ternura que ahora despreciaba-. Mantendré la cena caliente para ti.

Se encerró en el dormitorio, su cuerpo temblando.

¿Cómo podía ser tan bueno en esto? El acto del esposo amoroso. ¿Algo de eso había sido real? ¿Alguna vez, por un solo momento, había sentido algo por ella?

¿O todo era solo una actuación?

Se tumbó en la cama, su mente un torbellino de dolor y confusión. Necesitaba respuestas. Necesitaba entender la profundidad de su traición.

            
            

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