Justo como lo había planeado, la noticia de su "muerte" se extendió rápidamente, y los cazadores, convencidos de que había algo turbio entre ella y Shadow Viper, lo persiguieron sin piedad desde entonces.
Mientras tanto, el presente no era más que caos. A su alrededor, la gente se arremolinaba, ansiosa por ganarse el favor de Kellan.
"¡El señor Curtis está aquí! ¡Muévanse! ¡Quiero verlo!", gritaban algunas voces mientras la multitud avanzaba frenéticamente.
Cathy, por su parte, se giró discretamente, con la intención de escabullirse antes de que las cosas se salieran de control.
Pero a veces, cuanto más se teme algo, más probabilidades hay de que te alcance.
Su celular vibró de repente. Ella contestó con cautela: "¿Hola?".
Del otro lado solo hubo silencio, lo que le puso la piel de gallina.
Un instante después, su corazón se le aceleró. Al darse cuenta de lo que pasaba, levantó la vista hacia el frente del salón.
Al otro lado del salón, Kellan se encontraba en el centro, con el dispositivo pegado a la oreja y su mirada fija en la de ella con una certeza escalofriante.
Su voz, baja y decidida, rompió la estática a través del celular. "Te advertí que ni la muerte me impediría rastrearte, aunque tuviera que buscarte hasta el fin del mundo".
Su tono era bajo y decidido, y aunque sus palabras sonaban casuales, estaban cargadas de una voluntad indomable.
Cathy dejó el pulgar suspendido sobre la pantalla, casi a punto de colgar. De algún modo, Kellan pareció notar su vacilación.
"Descubrí dónde se esconde la enfermera que has estado buscando", dijo el hombre, en un tono tan suave como la seda. "Si te vas ahora, haré que cierren todo el lugar con llave. No me pongas a prueba".
Un suave clic le indicó que él había colgado, dejando a Cathy atónita y tambaleante.
'¡¿Qué clase de loco juega de esa manera?!'.
Llevaba años recorriendo la ciudad, siguiendo cualquier pista sobre la enfermera, sin encontrar absolutamente nada. Y ahora, Kellan aparecía y se lo ofrecía como cebo.
Los recuerdos de Mapleley la asaltaron de repente: sus interminables enfrentamientos, la forma en que sus caminos se habían cruzado una y otra vez en el campo de batalla.
Sin embargo, cada vez que alguien intentaba matarla, Kellan siempre llegaba primero.
En aquel entonces, rodeado de cuerpos y caos, él simplemente le había lanzado una sonrisa fría antes de decir: "Eres mi oponente. Si alguien tiene que acabar contigo, seré yo".
Dominante. Descarado. Siempre impredecible.
No había mejor palabra para describir a Kellan que "maníaco".
Cada paso que daba Cathy se sentía como un roce con el peligro, como si el suelo bajo sus pies pudiera derrumbarse en cualquier momento.
Pasaron un par de minutos antes de que, en silencio, tomara una copa de champaña y se la bebiera de un trago para que las burbujas calmaran sus nervios.
Jayden, al notar su inusual decisión de beber, se le acercó.
"¿Desde cuándo empezaste a beber para olvidar?", le preguntó, entrecerrando los ojos mientras intentaba quitarle la copa.
Cathy ladeó la cabeza, con una leve sonrisa en los labios. "¿Qué pasa, señor Thorpe? ¿Te preocupa que me suceda algo?".
Él mantuvo su tono severo. "Tú y yo aún no hemos terminado en papel, así que preferiría que no armaras un escándalo".
"Puedes estar tranquilo", respondió la joven con voz firme. "Nunca volverás a verme persiguiéndote".
Por un instante, Jayden percibió algo inquietante en la expresión de Cathy. Pero, fuera cual fuese el atisbo de emoción que sintió, lo descartó de inmediato.
"Deja el drama", espetó con frialdad. "Tus intentos por llamar mi atención ya no funcionan".
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y la dejó allí, ya concentrado en su siguiente prioridad.
Con Marissa a su lado, Jayden se acercó a Kellan.
"Señor Curtis, soy Jayden Thorpe. Represento a Grupo de Construcción Sunshine", se presentó, inclinando la cabeza con respeto y alzando su copa. "Es un privilegio conocerlo".
"He oído que ha estado buscando profesionales médicos cualificados", añadió tras una breve pausa, lanzando una rápida mirada a Marissa. "Da la casualidad de que Marissa se graduó como la mejor de su promoción de la facultad de medicina".
No había vacilación en sus palabras: era una propuesta directa.
La mujer también alzó su copa, con una sonrisa elegante y segura.
"Es un placer, señor Curtis", dijo. "Soy Marissa Briggs. Fui discípula de la Sanadora Fantasma. Si mi experiencia puede ser de alguna utilidad, solo tiene que decirlo".
Sus presentaciones se desvanecieron en el silencio, pues Kellan no hizo el menor ademán de alzar su copa para corresponder al brindis.
En su lugar, algo tácito se apoderó del grupo, y Jayden se tensó bajo el peso de la situación.
Pasó un instante antes de que la mirada de Kellan finalmente se posara sobre ellos.
"No sabía que la Sanadora Fantasma tuviera una aprendiz", replicó, con un tono frío e indescifrable.
El alivio inundó a Jayden, quien se apresuró a aclarar.
"Verá, señor Curtis, como usted acaba de regresar a Frahmont, tal vez no esté al tanto", explicó. "Marissa posee unos libros raros escritos por la Sanadora Fantasma. Son la prueba irrefutable de su relación como mentora y discípula".
Sin perder un segundo, Marissa buscó en su celular para mostrarle las imágenes como prueba.
"Si gusta, puedo enseñarle algunas fotos ahora mismo".
Kellan apenas le dedicó un vistazo a la pantalla.
Ella mantuvo un tono ligero y añadió: "Si lo prefiere, puedo llevarle la colección completa en persona otro día".
Su seguridad era inquebrantable; realmente creía que sus pruebas lo convencerían sin lugar a dudas.
La pantalla de su celular mostró las imágenes: en ellas aparecía el supuesto manuscrito de su legado, ¡sellado con la marca inconfundible de la Sanadora Fantasma!
No muy lejos, Cathy frunció el ceño, observando el espectáculo con creciente inquietud.
Años atrás, había improvisado ese manuscrito a toda prisa, sin siquiera molestarse en pulirlo. Perderlo le había parecido irrelevante en su momento.
Ahora, alguien lo blandía como si fuera un tesoro invaluable.
Mientras ella reflexionaba sobre este retorcido giro del destino, Kellan se recostó en su asiento y cruzó las piernas, en una clara muestra de seguridad relajada.
"¿En serio?", preguntó él, con una leve sonrisa socarrona. "Qué curioso. Porque yo me topé con la Sanadora Fantasma en mis días en Mapleley".
Una sensación de inquietud se apoderó de Cathy. Levantó la vista y clavó la mirada en la de Kellan.
Este último permanecía relajado, casi demasiado casual, y ofreció con un tono tranquilo y perezoso: "¿Qué tal si simplemente le pregunto a ella misma?".
Esas palabras recorrieron la sala como una chispa sobre hierba seca, captando de inmediato la atención de todos.
"¿Oyeron eso? ¡Está hablando de la Sanadora Fantasma! Es una leyenda. Dicen que hace milagros en el quirófano y que nadie ha salvado más vidas que ella".
Los susurros se extendieron por el salón, y las voces, cargadas de curiosidad, fueron en aumento. "Nadie sabe realmente qué aspecto tiene. Algunos dicen que es una anciana de cabello plateado".
"¿Creen que Marissa es realmente su aprendiz? Me pregunto si será cierto", cuestionó otra persona, con un deje de sospecha en la voz.
El zumbido de la especulación hizo palidecer a la aludida. Se quedó inmóvil, completamente tensa.
Si la Sanadora Fantasma aparecía de verdad, ¡su mentira quedaría al descubierto en un instante!
Jayden, ajeno al pánico de Marissa, asintió con confianza.
"Si usted la conoce, señor Curtis, son noticias fantásticas. Siempre he oído que le gusta viajar por el mundo. Esta podría ser la oportunidad perfecta para que ella y Marissa se reencuentren".
Considerando la reputación excéntrica de la Sanadora Fantasma y su costumbre de desaparecer sin previo aviso, Jayden no vio ningún problema en la sugerencia.
Marissa se quedó paralizada, luchando por ocultar su miedo.
Intentando sonar despreocupada, consiguió decir: "En realidad, señor Curtis, mi mentora valora mucho su privacidad. Quizás este no sea el mejor momento...".
Antes de que pudiera inventar otra excusa, Kellan levantó la mano con una calma deliberada.
"No se moleste. Ella ya está aquí".
La multitud se apartó al instante, siguiendo su gesto y despejando un camino.
Todas las miradas se posaron en Cathy. ¡Se sorprendieron al comprender que era ella a quien Kellan se refería!