Capítulo 4 El acuerdo de divorcio

Eduardo Gilbert se mordió el labio, con una chispa de ira evidente en sus ojos.

Estefanía, huérfana desde joven, se aferró a su hermano mayor para todo, y él, a su vez, se propuso protegerla de cualquier adversidad.

Si no le hubiera hecho una promesa a Estefanía de ocultar su identidad, habría confrontado a Erik directamente.

Estefanía, agotada por el llanto, apenas pudo decir con voz ronca: "Quiero terminar el matrimonio".

Lo había atado todo. Si a Erik realmente se preocupara por ella, no habría permitido que Vivian conspirara contra ella de una manera tan descarada.

En nombre del amor, había sacrificado mucho; incluso cortó lazos con su familia y amigos, todo por Erik.

Pero se negaba a renunciar a su orgullo, y no pensaba hacerlo.

Eduardo le acarició el cabello con ternura. "Está bien, Tef.

Como habíamos hablado, yo me encargaré de lo mío y la herencia de mamá y papá es tuya. Ahora que has decidido divorciarte, regresa y hazte cargo del negocio familiar".

Estefanía asintió. "Gracias, Ed".

Eduardo sonrió con dulzura. "No tienes nada que agradecerme. Primero, deja que Corbin te ponga al día. Si hay algo que no entiendas o se te complique, no dudes en pedirnos ayuda. Todo esto es tuyo ahora, mi princesita".

Estefanía asintió, con una cálida sensación instalándose en su pecho.

Cuando Estefanía llegó a la casa de los Palmer con el acuerdo de divorcio, Erik no estaba. Solo Lacey se encontraba en casa.

Al ver a Estefanía de regreso, Lacey recordó que Erik le había cortado la mesada por un mes, y una punzada de indignación la invadió. "¿Así que vuelves con el rabo entre las piernas? Y yo que pensaba que tenías agallas. Resulta que solo te interesa el dinero de mi hermano".

"Este es el acuerdo de divorcio. Haz que Erik lo firme cuando vuelva y envíamelo por correo. La dirección viene adjunta", respondió Estefanía con frialdad.

"Tú...". Lacey la examinó de arriba abajo, fijándose en su atuendo: un diseño del último desfile de modas de París. Se decía que para conseguir uno había que esperar hasta el año siguiente.

"¡Ese atuendo que llevas debe ser una imitación! Estefanía, solo porque mi hermano te haya estado buscando por dos días no significa que puedas actuar como si fueras superior. ¡Y ahora, apúrate y prepara la cena! La empleada tiene el día libre y no pienso pedir comida a domicilio", exigió Lacey con aire autoritario.

Incapaz de contener por más tiempo los agravios acumulados, Estefanía le arrojó el acuerdo de divorcio.

"Míralo bien. ¡Se acabó eso de ser su sirvienta! ¿Acaso tus amigos saben la arpía que eres? Abre los ojos de una vez; solo la gente de clase baja como ustedes trata a su familia como servidumbre".

"¡Tú...! ¿Cómo te atreves a insultarnos de esa manera?". Lacey la miró con incredulidad.

Jamás Estefanía le había respondido así, y mucho menos enfrentado.

"¿Y qué si te insulto? Si yo fuera tú, empezaría a usar un poco el cerebro. Tienes toda la pinta de ser de nuevos ricos con solo verte ahí parada sin decir nada. ¿Qué vas a hacer el día que tu hermanito no esté para limpiar tus desastres, eh?", replicó Estefanía con agudeza.

Lacey se quedó sin palabras.

No fue hasta que Estefanía se marchó que Lacey recuperó el habla. "Estefanía, ya me las pagarás. ¡Le voy a contar todo a mi hermano!".

Lacey abrió de golpe la puerta del despacho, entró hecha una furia y, blandiendo el acuerdo de divorcio, lo azotó sobre el escritorio de Erik. "¡Erik, Estefanía se ha vuelto una arrogante insoportable! ¡Me insultó!".

"¿Regresó?". Un atisbo de esperanza iluminó la mirada de Erik.

"Sí, volvió hace un rato para exigir el divorcio", respondió Lacey, y solo entonces pareció comprender la gravedad del documento en su mano. "No tiene ni un centavo y aun así quiere el divorcio. Debe ser una artimaña. Te lo digo, Erik, las mujeres como ella...".

"¡Cállate!", la interrumpió Erik, a quien el parloteo incesante de su hermana ya le hacía estallar la cabeza.

El acuerdo de divorcio yacía frente a él, innegable.

Sus dedos se aferraron al papel con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. "¿Quiere el divorcio?".