El peligroso juego del amor
img img El peligroso juego del amor img Capítulo 4
4
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
Capítulo 19 img
Capítulo 20 img
Capítulo 21 img
Capítulo 22 img
Capítulo 23 img
Capítulo 24 img
img
  /  1
img

Capítulo 4

Me dieron de alta del hospital con un guardia.

Me llevaron a una oficina de campo de la DEA.

Ethan estaba allí, de pie junto a una pared cubierta de fotos. Agentes caídos.

Parecía cansado.

Su traje a medida había desaparecido, reemplazado por el atuendo estándar de un agente.

-Eva. -No me miró a los ojos.

-Encontraron una caja de seguridad. De tu padre. También tiene tu nombre.

Me entregó un formulario.

-Necesitarás un abogado. El contenido es... sustancial. E ilegal.

Su voz era plana. Profesional.

Como si le hablara a una extraña.

-Ethan, por favor -rogué, con la voz temblorosa-. Mírame. ¿No hubo nada? ¿Ni un solo momento?

Finalmente se giró, sus ojos vacíos.

-Era mi trabajo, Eva.

Se alejó.

Recordé haberlo perseguido durante meses cuando nos "conocimos".

Él era el empresario encantador, siempre educado, siempre distante.

Había hecho el ridículo, enviándole flores, "encontrándomelo por accidente".

Luego, la gala de caridad. La de mi padre.

Había sido torpe, tropecé cerca de la alberca, casi me caigo.

Él me había atrapado. Manos fuertes.

Mi vestido se rasgó. Me raspé la rodilla gravemente.

Sangre por todas partes.

Me había llevado adentro en brazos, su rostro una extraña mezcla de preocupación y fastidio.

-¿Siempre eres así de imprudente? -había preguntado, su voz más áspera de lo habitual.

Había sangre en su camisa cara.

Yo, delirando por el dolor y su cercanía, había soltado:

-Solo cuando intento llamar tu atención. ¿Siquiera te gusto, Ethan Brooks?

Me había mirado fijamente por un largo momento.

Luego, un suspiro. Se había inclinado y me había besado la frente.

-Sí, Eva Reyes. Me gustas. Pero te arrepentirás de esto.

-Nunca -había susurrado, mareada por el triunfo.

-Si alguna vez lo haces -había dicho, su voz suave, casi una advertencia-, dímelo. Yo... yo te ayudaré a arreglarlo.

Una promesa.

Ahora, de pie en esta fría oficina de la DEA, susurré, tan bajo que solo yo pude oír:

-Me arrepiento, Ethan. Me arrepiento de cada segundo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022