Capítulo 6 Un acosador extraño

Domingo se quedó inmóvil, perplejo al darse cuenta de que la maestra de Khloé se llamaba igual que su esposa, de quien llevaba un año separado.

¿Podría ser ella...?

abrió la puerta, dejando que la curiosidad lo dominara.

Lo primero que notó fue la expresión de sorpresa de Kaitlin.

Tenía rasgos llamativos, ojos brillantes y expresivos, su piel parecía suave y había una suave curva en su nariz y boca. Parecía reflexiva y accesible.

Buscó en su memoria la única vez que había visto a su esposa: el día de su boda, hacía un año. El recuerdo ya se estaba desvaneciendo, y no pudo hacer coincidir los detalles con los de la mujer que tenía delante.

En cualquier caso, la mujer con la que se casó no se comportaba como Kaitlin. Después de todo, ella lo había traicionado.

Tenía que ser solo una coincidencia: un nombre compartido y nada más.

Mientras tanto, el doctor, ajeno a lo que pasaba por la mente de Domingo, examinó la herida de Kaitlin.

"Su rostro va a estar bien", dijo. "El corte cerca de la boca es superficial. Le recetaré una pomada, pero tiene que evitar la comida picante durante unos días para que no se le infecte".

Al salir del consultorio, Kaitlin le dedicó a Domingo una sonrisa tímida. "No es nada grave. Lamento haberlo hecho esperar, señor Phillips".

Domingo la estudió un instante antes de responder: "No se disculpe. Intervino por Khloé y lo agradezco. Vamos a buscar su medicina".

Ella asintió y dijo: "Gracias".

Después de recoger la medicina, Kaitlin intentó despedirlo con delicadeza. "Mi esposo vendrá a buscarme pronto, así que puedo arreglármelas desde aquí".

La mención de su esposo le dolió más de lo que esperaba.

Todo este tiempo, Khloé no había dejado de hablarle de Kaitlin, insinuando que debería conocerla. Él simplemente había asumido que estaba soltera.

Enterarse de que estaba casada lo tomó por sorpresa.

La extraña sensación de decepción no duró mucho, y Domingo logró serenarse. "Está bien", dijo, Salió del hospital sin decir una palabra más, guardándose el resto para sí mismo.

Justo cuando se subía al volante, su celular comenzó a vibrar. Era su abuela, quien sonaba impaciente. "Domingo, ya llevas dos días de vuelta. ¿Por qué todavía no has traído a tu esposa a visitarme?".

Él le había dicho que se había casado hacía un año, pero ella aún no había conocido a su esposa en persona.

Su sospecha se oía con claridad. "No me estarás mintiendo, ¿verdad?".

Había un filo agudo de duda en su tono, tan claro que era imposible pasarlo por alto. Una oleada de frustración invadió a Domingo mientras decía: "Estoy diciendo la verdad. Realmente estoy casado".

Finalmente satisfecha, su abuela suavizó el tono: "Bueno, en ese caso, asegúrate de traer a tu esposa a visitarme la próxima semana, o me apareceré en tus sueños cada noche".

Domingo colgó y se frotó la frente, mientras un dolor de cabeza comenzaba a acumularse.

Originalmente, pensó que volvería y llevaría a su esposa a casa de inmediato.

Ahora, nada parecía seguro.

Mientras jugueteaba con su corbata, empezó a dudar de sí mismo.

Quizás había llegado a una conclusión equivocada sobre Kaitlin.

¿Y si ese hombre no era su novio después de todo? Quizá solo era un familiar o un amigo.

Habían estado separados durante todo un año, y Domingo creía que necesitaba respuestas, directamente de ella.

Media hora más tarde, se encontró de nuevo en la puerta de Kaitlin.

Tocó el timbre y esperó, esperando que Kaitlin respondiera.

En cambio, salió un hombre envuelto solo en una toalla.

Era el mismo tipo que había visto antes.

La tensión en la mirada de Domingo era evidente. "¿Está Kaitlin en casa?".

¡No había nada cálido ni acogedor en esta visita!

Nicolás se erizó al instante, evaluando a Domingo como si fuera un problema. Saltó a la peor conclusión. Este tenía que ser un extraño acosador.

Con una mirada severa forzada, Nicolás preguntó: "¿Por qué busca a mi novia?".

Domingo no tuvo que hacer más preguntas. La verdad lo golpeó como una bofetada en la cara.

Kaitlin realmente tuvo el descaro de mudarse con otra persona estando aún casada con él.

No podía creerlo.

Cualquier última pizca de esperanza que le quedaba para su matrimonio se desvaneció allí mismo. Se dio la vuelta y se dirigió directamente al ascensor, sin mirar atrás.

En cuanto Domingo se fue, Nicolás soltó el aire que había estado conteniendo.

Corrió a la cocina y llamó a Sadie en voz baja y urgente: "Sadie, tienes que avisarle a Kaitlin. Ese tipo extraño y guapo de antes acaba de aparecer de nuevo en la puerta. ¡Creo que la está siguiendo!".

Sadie se asomó desde la cocina, con la confusión escrita en su rostro. "¿Estás seguro?".

Nicolás se golpeó el pecho con seguridad. "No hay duda. Mi instinto para juzgar a la gente nunca falla. Menos mal que decidimos quedarnos unos días más. Quién sabe qué habría intentado ese tipo si Kaitlin hubiera estado sola".

Abajo, Domingo, con el teléfono pegado a la oreja, hablaba con su abogado. "Necesito que redactes un acuerdo de divorcio de inmediato".

Mientras caminaba, repasaba con su abogado las cláusulas adicionales que debían añadirse al acuerdo. Entonces, por el rabillo del ojo, vio de repente una figura que reconoció.

Kaitlin resultó que lo vio al mismo tiempo, con clara sorpresa. "¿Señor Phillips? No esperaba verlo aquí".