Capítulo 5 Recuerdos dolorosos

"¿Se conocen?", preguntó Vicente. Vicente intuyó que algo no cuadraba. Su mirada se desvió del rostro de Kate al de Catalina.

Sus ojos se clavaron primero en el cuello de Catalina.

Como era de esperar: las marcas que le había dejado a propósito, como señal de su intimidad, habían desaparecido por completo.

Un destello de ira brilló en sus ojos.

Cuando su mirada se desplazó hacia arriba, notó los ojos enrojecidos de Catalina, una mezcla de conmoción y rabia. La irritación en su corazón se desvaneció en silencio, sustituida por una sensación de alivio.

Cuando se volvió, una sutil sonrisa apareció inconscientemente en la comisura de su boca.

"No". En medio de la mirada de pánico de Kate, Catalina levantó ligeramente la barbilla, mostrando una sonrisa teñida de sarcasmo.

Caminó hasta el escritorio y colocó sobre él la carpeta que contenía el contrato.

"Señor Murphy, estimado director de la empresa, este es el contrato de cooperación con el Grupo Evergreen".

La Carta de Renuncia, una audaz jugada que señalaba su intención de abandonar la empresa, seguía en su mano, sin que Vicente se diera cuenta.

Kate, sin embargo, vio claramente las audaces palabras "Carta de renuncia".

Observó cómo Catalina arrugaba la fina hoja de papel con una mano, sintiendo como si una mano gigante le apretara el corazón, haciéndole difícil respirar.

Cuando Catalina bajó el puño con el papel arrugado, Kate miró a Vicente y dijo con una dulzura calculada: "Vicente, necesito ir al baño. ¿Sería mucha molestia si esta señorita...?".

Vicente la interrumpió: "Catalina, mi secretaria".

Tras la escueta presentación, inclinó apenas la cabeza hacia ella y le ordenó: "Señorita Gill, acompañe a Kate al baño, por favor".

Al escuchar el nombre "Kate", Catalina se quedó helada momentáneamente.

Su mente retrocedió a la tarde anterior, cuando Vicente entrelazó sus dedos con los de ella, la presionó y le susurró "Gato" al oído.

La escena volvió a cambiar, remontándose a trece años atrás.

La joven Catalina le dijo a la niña que acababa de ser transferida y lloraba en un rincón porque no podía hacer amigos: "¿No es gracioso? Tú te llamas Kate y yo Catalina. ¡Seamos amigas!".

Iban a clase juntas, charlaban sin parar, paseaban por el patio de la escuela...

Hasta que un día, tres meses después, Kate apareció en su casa, de la mano de una mujer de aspecto delicado.

Aquella mujer se arrodilló ante la madre de Catalina. Llorando, le suplicó perdón. Dijo que amaba de verdad al padre de Catalina, que no quería dinero ni estatus, que solo deseaba quedarse a su lado.

Poco después, sus padres tuvieron una discusión terrible y decidieron divorciarse.

Entre lágrimas, su madre se los llevó a ella y a su hermano de la casa de los Todd.

Después, esa misma mujer recogió al hermano de Catalina del jardín de infancia, y él tuvo un accidente de coche porque, según dijeron, "no escuchó y salió corriendo".

"¿Señorita Gill?". La voz impaciente de Vicente la sacó de sus recuerdos.

Catalina parpadeó. Sus ojos, antes perdidos en el pasado, recuperaron el foco. Bajó la mirada rápidamente, ocultando el dolor que le provocaban esos recuerdos.

Recobró la compostura y, con un gesto profesional, indicó el camino: "Señorita Todd, por aquí, por favor".

Catalina abrió el camino hacia el baño, atrayendo las miradas curiosas de los presentes.

Dentro del baño, Kate salió del cubículo y pasó un buen rato arreglándose frente al espejo.

Solo cuando la última persona, aparte de ella y Catalina, se fue, se giró y se acercó a Catalina, que esperaba cerca.

"Hermana, ¿dónde han estado tú y la tía Gill todos estos años? Papá y yo las hemos extrañado mucho".

Intentó agarrar el brazo de Catalina, pero Catalina se hizo a un lado, evitando su contacto.

La mano de Kate quedó suspendida en el aire, creando un silencio incómodo.

Tras unos segundos de silencio, Kate volvió a hablar, con voz suave pero teñida de un matiz de agravio: "Hermana, ¿sigues enfadada con nosotros?

Han pasado tantos años, ¿no puedes olvidarlo?".

"Si quieres, llamo a papá ahora mismo para que venga a buscarnos y nos lleve a casa".

Catalina soltó una risa fría. "Claro... Que venga a buscarme y me devuelva el puesto de hija mayor de la Familia Todd. Y este matrimonio con Vicente...".

Antes de que pudiera terminar, el rostro de Kate se descompuso.

La sonrisa de Catalina se hizo más burlona. "¿Qué? ¿No puedes soportar desprenderte de él?".

"Por supuesto, no querrías devolver algo que tu madre consiguió con engaños. "