El silencio que habla
img img El silencio que habla img Capítulo 1 La Entrevista con Marta
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Capítulo 6 Primer encuentro con Beatriz img
Capítulo 7 Marta observa a Don Julio img
Capítulo 8 Alberto en su oficina img
Capítulo 9 Marta y Don Julio img
Capítulo 10 Primera charla con Beatriz img
Capítulo 11 Marta reflexiona sobre su trabajo img
Capítulo 12 Alberto y Marta cruzan palabras img
Capítulo 13 Alberto visita a Don Julio img
Capítulo 14 Marta mejora el jardín img
Capítulo 15 Alberto revisa los avances img
Capítulo 16 El primer gesto de agradecimiento img
Capítulo 17 Tensión entre Marta y Beatriz img
Capítulo 18 Alberto se preocupa por su abuelo img
Capítulo 19 Marta y Beatriz tienen un encuentro tenso img
Capítulo 20 Alberto y Marta, primer momento de conexión img
Capítulo 21 Don Julio se acerca a Marta img
Capítulo 22 Alberto empieza a preguntar sobre Marta img
Capítulo 23 Marta visita a Don Julio en su habitación img
Capítulo 24 Beatriz se molesta por la cercanía img
Capítulo 25 Alberto y Marta, conversación directa img
Capítulo 26 Don Julio muestra señales de mejoría img
Capítulo 27 Marta y Beatriz, confrontación img
Capítulo 28 Un día especial en el jardín img
Capítulo 29 Alberto empieza a reflexionar sobre Marta img
Capítulo 30 Marta encuentra una forma de comunicarse con Don Julio img
Capítulo 31 Alberto y Marta, discusión sobre el jardín img
Capítulo 32 Alberto empieza a confiar en Marta img
Capítulo 33 Marta y Don Julio, conexión emocional img
Capítulo 34 Un mensaje no dicho img
Capítulo 35 Alberto observa en silencio img
Capítulo 36 Tensión con Beatriz img
Capítulo 37 Alberto, más distante img
Capítulo 38 Marta recibe elogios img
Capítulo 39 Alberto, cambio de actitud img
Capítulo 40 Una tarde en el jardín img
Capítulo 41 Alberto, momento de reflexión img
Capítulo 42 Marta, sentimientos encontrados img
Capítulo 43 El primer intento de Marta de hablar con Alberto img
Capítulo 44 Don Julio muestra más señales de mejoría img
Capítulo 45 Alberto da su primer paso hacia la confianza img
Capítulo 46 Marta, duda sobre su papel img
Capítulo 47 La visita de la familia Díaz img
Capítulo 48 Marta descubre más sobre el pasado de Don Julio img
Capítulo 49 Un día difícil para Don Julio img
Capítulo 50 Alberto y Marta, nueva conversación tensa img
Capítulo 51 Beatriz, celos y desconfianza img
Capítulo 52 Marta siente que está haciendo algo bien img
Capítulo 53 Alberto muestra un poco de emoción img
Capítulo 54 Marta empieza a entender más de Don Julio img
Capítulo 55 La familia Díaz, una visita incómoda img
Capítulo 56 Alberto, una conversación sin barreras img
Capítulo 57 Don Julio, un gesto significativo img
Capítulo 58 Beatriz y Marta, confrontación abierta img
Capítulo 59 Alberto comienza a necesitar la ayuda de Marta img
Capítulo 60 Un día especial en el jardín img
Capítulo 61 Alberto pregunta a Beatriz sobre Marta img
Capítulo 62 Alberto y Marta, una conversación sincera img
Capítulo 63 Alberto comienza a sentirse vulnerable img
Capítulo 64 Marta reflexiona sobre su relación con Alberto img
Capítulo 65 Un día de tensión img
Capítulo 66 La primera sonrisa genuina de Alberto img
Capítulo 67 Marta y Don Julio, un vínculo más fuerte img
Capítulo 68 Alberto se enfrenta a sus propios miedos img
Capítulo 69 Alberto se abre un poco más img
Capítulo 70 Marta enfrenta una decisión difícil img
Capítulo 71 Alberto y Marta, una discusión sobre el futuro img
Capítulo 72 Un momento de vulnerabilidad img
Capítulo 73 Marta y Alberto, un entendimiento mutuo img
Capítulo 74 El abrazo de Don Julio img
Capítulo 75 Alberto confiesa su temor img
Capítulo 76 Marta toma una decisión importante img
Capítulo 77 La transformación de Alberto img
Capítulo 78 El día en que todo cambia img
Capítulo 79 Alberto y Marta, una nueva relación img
Capítulo 80 El legado de Don Julio img
Capítulo 81 El futuro de Marta y Alberto img
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El silencio que habla

Mundo Creativo
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Capítulo 1 La Entrevista con Marta

La oficina de Alberto Díaz era moderna, minimalista, y de una sobriedad casi clínica. Todo estaba organizado con precisión, desde los papeles sobre su escritorio hasta el reloj en la pared, que marcaba las 4:00 p.m. Beatriz, su secretaria, tocó la puerta antes de entrar.

- Señor Díaz, la señorita Marta Rodríguez está aquí para la entrevista.

- Bien, envíala.

Beatriz asintió y salió. Pocos minutos después, la puerta se abrió con suavidad. Marta entró sin vacilar. Su postura era erguida, pero sus ojos reflejaban una ligera tensión. Cerró la puerta con cuidado y se acercó a la silla frente al escritorio de Alberto.

Él seguía mirando la pantalla de su ordenador, como si nada de lo que pasara en la sala fuera de su interés. No levantó la vista cuando ella se sentó, pero la reconoció por la hoja que tenía sobre la mesa.

- Marta Rodríguez -dijo él, sin apartar la vista de la pantalla.

- Vamos a ser claros, no me gustan las entrevistas largas. ¿Por qué quieres trabajar para mí?

Marta se quedó en silencio por un momento, sintiendo la presión de la pregunta. Sabía que no podía esperar un trato amable. Pero lo que no esperaba era la frialdad con la que él se dirigía a ella.

- Estoy buscando un trabajo donde pueda hacer algo más que simplemente cumplir con las tareas. He trabajado en jardinería, pero siempre he sentido que puede ser más que un simple oficio. Es una manera de ayudar a las personas a encontrar algo de paz en un espacio que puede ser un refugio para ellos.

Alberto finalmente levantó la vista, pero sólo para mirarla de forma rápida y sin emoción.

- Paz... -dijo, casi burlándose, pero con la mirada fija en ella.

- Eso suena un poco idealista. ¿Qué tiene eso que ver conmigo?

Marta se sintió ligeramente incómoda por la respuesta, pero mantuvo la calma.

- No se trata de ti directamente. Se trata de un lugar donde las personas pueden sentirse bien, incluso si no pueden expresarlo. Mi experiencia no se limita solo al cuidado de las plantas. Creo que un jardín también puede ser una forma de conectar con alguien que no puede comunicar sus necesidades de manera convencional.

Alberto la observó con detenimiento, evaluando cada palabra, cada gesto. Había algo en ella que lo intrigaba, pero no podía identificar exactamente qué era.

- ¿Y qué es lo que esperas encontrar trabajando para mí? ¿Qué te hace pensar que mi trabajo o mi casa necesitan lo que ofreces?

- No lo sé. Tal vez no lo necesiten, pero creo que puedo contribuir. No solo con las plantas, sino con el espacio. Hay algo en la manera en que la naturaleza interactúa con el ser humano que puede cambiar el ambiente. Y a veces no hace falta decir mucho, basta con estar.

Alberto se reclinó en su silla, como si estuviera intentando comprender sus palabras. No era común que alguien le hablara de esa manera, tan directa, sin buscar algo más, sin tratar de impresionar.

- Mi abuelo era un hombre que vivía para su jardín -dijo finalmente, rompiendo el silencio, pero sin mostrarse vulnerable.

- Ahora no puede comunicarse. ¿Crees que puedes lidiar con eso? ¿Ser parte de ese espacio y, al mismo tiempo, no esperar que te agradezca o te reconozca por lo que haces?

Marta no esperaba una pregunta tan directa, pero no dudó.

- Creo que se trata de ayudar, sin esperar nada a cambio. La jardinería es solo una forma de interactuar con el espacio, pero lo importante es que la presencia, aunque silenciosa, también cuenta. Estoy acostumbrada a trabajar con personas que no pueden expresarse como el resto.

Alberto la observó unos segundos, sus ojos fijos en ella, como si estuviera tomando una decisión importante. Marta pudo sentir que él no la veía solo como una posible empleada. Había algo más en su mirada, una evaluación meticulosa, como si estuviera buscando algo que ni él mismo sabía qué era.

- Bien. Te empezarás a encargar del jardín y de algunas tareas más a partir de la próxima semana. Tendrás acceso a todos los recursos que necesites. Pero no será un trabajo fácil. Me imagino que lo entiendes.

- Lo entiendo. Haré todo lo que esté en mis manos para que el lugar funcione mejor.

- Muy bien. Nos vemos la próxima semana.

Marta se levantó de la silla. No esperaba que la decisión fuera tomada tan rápidamente, pero no mostró ninguna sorpresa. Sabía que debía hacer su trabajo lo mejor posible, independientemente de lo que sucediera después.

- Gracias, Alberto. Nos vemos pronto.

Salió de la oficina, dejando a Alberto con su mirada fija en el escritorio. Aunque no lo admitiera, algo en ella le había causado curiosidad. No era una curiosidad común, sino una sensación incómoda, como si en algún rincón de su mente supiera que ella podría cambiar algo, aunque fuera solo un poco.

            
            

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