Bajo la misma luna
img img Bajo la misma luna img Capítulo 4 IV
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Capítulo 4 IV

-Contigo no, pero si con el rey, ya que... muchos de los padres quieren que su hija sea elegida como la esposa del rey, como es en mi caso, mis padres estaban ansiosos de que su majestad nos haya llamado a su presencia.

-Mi madre estaba muerta de angustia cuando vio al guardia en la puerta de nuestra casa.

Hace un poco para atrás su cuerpo, sorprendida por mis palabras; mi madre me dijo, que ella prefería que estuviera con alguien a quien yo quisiera para compartir el resto de mi vida y espero que así sea. Parpadeo un par de veces y me doy cuenta de que estaba mirando al suelo, enseguida levanto la mirada, al saber esto, miro de otra forma a las mujeres que tengo enfrente.

Nuestra conversación se ve interrumpida por un rechinido algo escalofriante, las enormes puertas de madera que llevan al salón principal se abren de par en par, revelando una hermosa habitación, decorada de forma elegante, una enorme lámpara cuelga sobre nuestras cabezas, al fondo una chimenea encendida, libreros empotrados a la pared, una gigantesca pintura del rey descansa encima de la chimenea, la expresión de su rostro es seria y estoica, parece que nada lo perturba, al menos esa sensación da al ver su retrato.

-Su majestad las atenderá en unos instantes.

El señor se pasa a retirar, cerrando las puertas detrás de él, la chica con la que estaba hablando sigue a mi lado, ambas caminamos hacia los estantes y revisamos los libros, es una pena que no sepa leer, pero es entendible, ya que somos una familia de escasos recursos, apenas tenemos para alimentarnos y alimentar a las vacas.

Mis ojos no paran de contemplar con atención los lomos de los libros, las letras doradas que descansan en ellas me llenan de curiosidad, tengo ganas de tomar y tratar de leerlo, pero teniendo en cuenta que son libros del rey, muy probablemente sean lecturas muy refinadas y con letras difíciles de entender. Me muerdo el labio inferior, tratando de contener mi impulso de tomar uno de esos libros.

-¡Compórtate Ginebra! No estás en tu casa y no debes dejar mal a tus padres, somos pobres, pero no mal educados.

-¿Sabes leer?

La voz de la chica me saca de mi trance y volteo a verla, confundida por su pregunta, ladeo un poco la cabeza, esperando a que me repita la pregunta, ella suelta una pequeña risita ligeramente coqueta.

-Que si sabes leer- Repite entre risas disimuladas.

-No, claro que no- Regreso la vista al frente. -Pero como me encantaría leer y escribir, ese ha sido uno de mis grandes sueños, pero obviamente no podemos costearnos esas cosas.

-Ahh- Responde de forma decepcionante. -Creí que si, como estas mirando los libros, muy interesada en saber su contenido, pensé que sabias leer.

Una vez más, nuestra conversación se ve interrumpida, las dos miramos en dirección a la puerta, que se ha vuelto a abrir, revelando al hombre que nos ha traído aquí, avisándonos que nos formemos en una fila, que el rey nos va a atender. Enseguida, todas volvemos al centro de la sala y nos acomodamos en nuestros lugares, menos mal que me he puesto otra vez a lado de esa chica tan agradable.

-Por cierto, me llamo Rosalía ¿Y tú?

-Ginebra.

-Un gusto Ginebra.

-Lo mismo digo Rosalía, espero que después de esto podamos seguir hablando.

-Me encantaría.

Dejamos de conversar cuando escuchamos unos pasos muy firmes, curiosa, miro hacia la puerta y veo al rey entrar en la habitación, enseguida, su mirada se posa en las jóvenes que están al inicio de la fila y camina hacia ellas. Me asomo un poco y luego regreso a mi lugar, creí que toda esta presión me quitaría el sueño, incluso pensé que ya se me había pasado cuando me quedé hablando con Rosalía, pero estando parada y quieta, el cansancio me vuelve a invadir.

Un bostezo, luego otro y otro, se me escapan y por más que trato de controlarme me es imposible hacerlo, vuelvo a asomarme para ver hasta dónde está el rey y me doy cuenta de que no ha llegado ni a la mitad, un resoplo se me escapa y me vuelvo a acomodar en mi lugar.

Para tratar de distraerme, juego con mis manos, la falda de mi vestido, incluso con mi cabello, pero nada parece funcionar y para empeorar las cosas, cada vez que parpadeo me cuesta más trabajo abrir los ojos.

El clic clac del reloj hace eco en mi cabeza, una y otra vez, el sonido es tan relajante, que hace que me dé más sueño, dejo caer los hombros y cierro los ojos, "Solo será un momento" me digo en mis adentros mientras me dejo llevar por ese sonido tan relajante.

De lo relajada que estoy, mi cuerpo se mese de adelante hacia atrás, como si tratara de seguir el ritmo de algo que solo está en mi cabeza, luego, puedo sentir como una sonrisa tonta se dibuja en mis labios al recordar cómo me sentía de relajada cuando la brisa del aire fresco de las mañanas acaricia mi rostro y revolvía mi cabello levemente, poco a poco, mi cuerpo se hace hacia la izquierda, encontrándome con un hombro suave y reconfortante. Esa persona se mueve un poco y al darme cuenta de que me he acomodado sobre alguien desconocido, me despierto rápido y me disculpo con Rosalía, que se ríe un poco por mi actuar, yo me siento muy avergonzada por lo ocurrido.

A lo lejos, vuelvo a escuchar los pasos del rey, todavía se escuchan demasiado lejos, así que decido dormitar un poco más... solo otro ratito. Sin darle muchas vueltas al asunto, cierro los ojos una vez más y dejo que sus pasos me duerman junto con el sonido del reloj. Lastimosamente, mi sueño se ve interrumpido por uno de mis bostezos, esto es una señal de que no estoy en mi casa y debo mantenerme despierta hasta que todo esto acabe.

Aburrida y fastidiada, me giro hacia mi compañera, todavía con los ojos cerrados, incluso abrirlos me da pereza. Le pregunto si cree que el rey va a tardar mucho, pero no recibo respuesta de su parte, así que decido abrir los ojos y noto que tiene la mirada puesta al frente, su postura me deja confundida y frunzo el ceño.

            
            

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