Capítulo 5 Necesito un nuevo chofer

Owen sintió el calor de las miradas de sus amigos clavándose en él. Sin decir una palabra más, se quitó el reluciente Patek Philippe de la muñeca y lo metió en la palma del dueño del restaurante. "Hoy no traigo efectivo. Toma el reloj. Mañana pasaré a pagar lo que debo".

Un destello de sorpresa cruzó el rostro del dueño mientras examinaba el costoso reloj. Tras un breve silencio, les indicó que pasaran.

Stella captó el intercambio con el rabillo del ojo. El reloj era el que ella le había regalado, ahora empeñado sin dudarlo.

Si él quería tratar su generosidad con tanta despreocupación, entonces ella se aseguraría de recuperar todo lo que él había obtenido de ella, pieza por pieza.

...

La luz del sol de la tarde bañaba las puertas de la escuela mientras una oleada de estudiantes salía en tropel.

La emoción burbujeaba entre la multitud. "¿Ese es el auto de Owen?".

"¡Es un Bugatti! ¡Debe estar forrado!".

La pintura negra brillante relucía en el Bugatti estacionado junto a la entrada. Un chofer con un uniforme impecable salió de la parte delantera, abrió la puerta trasera y ofreció una cortés reverencia. "Joven Miller, el vehículo está listo para usted".

De inmediato, Owen se convirtió en el centro de todas las miradas. La mirada de cada estudiante seguía cada uno de sus movimientos, mientras el asombro y la envidia se arremolinaban en sus susurros.

Alisándose el cuello, Owen dedicó una sonrisa pulida a Jenna. "Déjame llevarte. Mi chofer te llevará a casa", sugirió, con un tono tranquilo y cálido.

El rostro de Jenna se iluminó y su voz sonó suave, llena de gratitud.

La acompañó hasta el Bugatti, provocando un coro de susurros aún más fuerte.

"¡Esa es la pareja del momento!".

"Mucho mejor que esa chica que se vendía por internet".

"¿Puedes creer que Stella lo dejó? ¡Qué chiste!".

"¡Solo hazlo oficial con Jenna, Owen! ¡Alguien tiene que admitir la derrota al final!".

Stella se quedó en la acera, dejando que la escena se desarrollara, y luego caminó directamente hacia el Bugatti sin decir palabra.

Su mano apenas rozó la manija de la puerta cuando la mano de Owen salió disparada, cerrando la puerta de golpe, con una expresión fría e implacable.

"Hemos terminado, Stella. Ya no hay lugar para ti en este auto", dijo, alargando sus siguientes palabras, cada sílaba goteando desprecio. "Camina a casa si quieres. O tal vez... si te pones de rodillas y te disculpas... pensaré en dejar que el chofer te lleve".

Bastó eso para que la multitud estallara en carcajadas.

"¡Tiene agallas, ¿no?! Lo dejó y ahora quiere que la lleven gratis".

"¿De verdad se cree que todavía es su novia? Mírenla, nunca perteneció a su mundo".

En lugar de ira, una sonrisa leve y divertida apareció en los labios de Stella.

Su mirada pasó por encima de Owen y se posó en el hombre sentado en el asiento del conductor.

Edmund Miller, el padre de Owen, estaba sentado al volante.

Owen se había quejado una vez de que su padre era demasiado viejo y estaba demasiado enfermo para conservar un trabajo. Fue entonces cuando Stella lo contrató personalmente, ofreciéndole el doble del sueldo habitual.

"Edmund", lo llamó, con un tono frío y cortante. "Sabes perfectamente quién ha estado firmando tus cheques todo este tiempo".

El agarre de Edmund en el volante se tensó. Estaba demasiado incómodo para mirarla, y se le escapó una risa nerviosa. "Stella, por favor... no me compliques las cosas. El joven Miller necesita llegar a casa primero".

La risa de la multitud solo creció, el ridículo ahora más agudo.

"¡Así que realmente es solo la hija del chofer! Él solo la llevaba porque Owen se lo permitía. Ahora que está fuera, miren, ¡ni siquiera la defiende!".

La furia se acumuló en el pecho de Stella. "Todos, fuera del auto. Ahora".

"Conduce", ordenó Owen bruscamente.

Y con el corazón apesadumbrado, Edmund hizo lo que le dijo.

El auto salió disparado sin previo aviso, y Stella perdió el equilibrio. El pavimento se precipitó hacia ella cuando cayó al suelo, un dolor punzante atravesándole la pierna. La sangre brotó de su rodilla raspada, con un ardor agudo e inmediato.

Una ola de risas se estrelló contra ella, la multitud regocijándose de su desgracia.

"¡Eso es lo que se merece por intentar actuar como si perteneciera a la élite!".

"Como si salir con un chico con plata pudiera cambiar quién es en realidad".

"¿De verdad esperaba que el chofer arriesgara su trabajo por ella? ¡Que se ubique!".

Stella contuvo el dolor y se obligó a ponerse de pie. Miró su rodilla herida, y una risa seca y sarcástica se escapó de sus labios.

De su bolsillo, sacó su teléfono y marcó, manteniendo un tono tranquilo. "Papá, ¿podrías hacerme un favor? Necesito un nuevo chofer. El último que contraté acaba de negarse a llevarme".

No alzó la voz, pero sus palabras atravesaron el ruido, haciendo que todos los ojos se volvieran hacia ella.

Por un momento, el silencio se apoderó de los espectadores, y luego la burla comenzó de nuevo, más fuerte que antes.

"¿A quién cree que engaña? ¡Qué imaginación tiene!".

"Su padre es el que está al volante para Owen. ¿A quién cree que está llamando?".

"En serio, ¿todavía quiere jugar a la niña rica? Mejor que se consiga un trabajo como todo el mundo y se compre una bicicleta".

Pero antes de que las burlas pudieran aumentar, el brillante Bugatti que se había alejado momentos antes regresó, deslizándose de nuevo hasta la acera frente a la escuela.

Cada susurro se desvaneció mientras Edmund prácticamente salía a trompicones del asiento del conductor, con una urgencia evidente. Se apresuró hacia Stella, inclinándose profundamente, con la voz temblorosa. "Señorita Dawson... lamento muchísimo lo que acaba de suceder. Por favor, permítame llevarla a casa".

La multitud se quedó completamente en silencio, desapareciendo todo rastro de risa.