Capítulo 4 : El acuerdo de divorcio

Helena consultó su reloj: ya era hora de cenar. Se dio cuenta de que había preparado una cantidad abundante, suficiente para dos.

Kellan bajó del auto, con una carpeta en la mano. La frase "acuerdo de divorcio" en la primera página parecía irónicamente discordante bajo la luz.

Justo cuando estaba por llegar a la puerta, su celular vibró. Al ver que era Alyssa quien llamaba, contestó. Momentos después, se dirigió de vuelta al auto, entregando los papeles a su asistente, Rylan White, antes de marcharse.

Helena había escuchado sonar el teléfono de Kellan. Infirió por la secuencia de eventos que lo habían llamado para que se fuera antes de que pudiera entrar.

Con una mezcla de resignación y autodesprecio, apartó los cubiertos extra y volvió a su comida.

Después de cenar, se retiró al baño, aplicándose una mascarilla facial.

"Señora Pearson". La voz inesperada desde atrás hizo que Helena saltara.

Se preguntó cómo había logrado ese hombre acercarse sin hacer el menor ruido.

"¿Quién es usted?". Helena olvidó momentáneamente la mascarilla facial que llevaba puesta y se giró para enfrentar al recién llegado.

Allí estaba un hombre con un impecable traje negro. Aunque era innegablemente guapo, su comportamiento lo hacía parecer impersonal.

"Buenas noches, señora Pearson. Soy Rylan White, el asistente del señor Pearson". Rylan no pudo ocultar su sorpresa al ver la mascarilla en el rostro de Helena.

"Un placer", respondió ella. "¿En qué puedo ayudarlo?". Dada la apariencia de Rylan, Helena dedujo que tenía algo importante que comunicar.

"Señora Pearson, esto es del señor Pearson. Le sugiero que lo revise de inmediato". Sin una pizca de emoción, Rylan le entregó los papeles a Helena, con la mirada firme y fría.

"¿Un acuerdo de divorcio?". Los ojos de Helena se abrieron con incredulidad al leer el título. Solo llevaban dos días casados y, en ese tiempo, ni siquiera se habían conocido formalmente. ¿De verdad le estaba pidiendo el divorcio tan pronto?

"Señora Pearson, si no está de acuerdo con alguna de las cláusulas, por favor, dígamelo. Se lo comunicaré al señor Pearson", dijo Rylan, claramente incómodo con la posición en la que se encontraba.

"Está bien", respondió. Asintiendo ligeramente, Helena, todavía con la mascarilla puesta, comenzó a examinar el documento.

Kellan proponía un acuerdo sustancial.

Después del divorcio, le daría la villa, una tienda en el centro y diez millones.

Después de revisar el contenido, Helena le devolvió los papeles a Rylan.

"No me divorciaré de él", declaró.

"Señora Pearson... si cree que los términos no son justos, por favor, hágamelo saber. El señor Pearson es bastante generoso", instó Rylan, claramente tratando de manejar la incómoda situación.

"No es por el dinero. Incluso si nos separáramos, no le aceptaría ni un centavo. Pero no podemos divorciarnos ahora". Helena negó con la cabeza.

"¿Por qué?".

"No es el momento adecuado. Me iré cuando lo sea", respondió Helena enigmáticamente.

La realidad era que Terry Wright, su padre, había usado las cenizas de su abuelo para presionarla a casarse con Kellan. No podía contemplar el divorcio hasta tener de vuelta y a salvo los restos de su abuelo.

Al ver su firme negativa y su renuencia a revelar la razón exacta, Rylan optó por no indagar más. Se retiró a un rincón para llamar a Kellan.

Un poco más tarde, se acercó de nuevo a Helena.

"Señora Pearson, ¿no lo reconsiderará? Un divorcio podría ser algo bueno para usted".

"No. Como dije, no me divorciaré de él en este momento", dijo Helena, con voz firme. Luego se dirigió hacia el baño.

Rylan observó su figura en retirada, perdido en sus pensamientos. En la superficie, parecía frágil, pero mostraba una resolución innegable. Pero, ¿cuál era el punto? Todos sabían que los afectos de Kellan estaban reservados para la señorita Collins.

Con un suspiro de resignación, Rylan salió de la villa, con el acuerdo de divorcio sin firmar en la mano.

Esa noche, Kellan no regresó.

A la mañana siguiente, Helena llegó temprano al hospital, solo para descubrir a un hombre con un impecable traje negro ocupando su silla en su oficina.

El sonido de sus pasos al acercarse lo impulsó a levantar la vista. Era Kellan.