Casado con la CEO: La herencia que cambio todo
img img Casado con la CEO: La herencia que cambio todo img Capítulo 5 El Comienzo de las Dudas
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Capítulo 6 Asumiendo el Poder img
Capítulo 7 La Brecha Creciente img
Capítulo 8 El Último Adiós img
Capítulo 9 El Fin de una Historia img
Capítulo 10 La Carga de la Soledad img
Capítulo 11 La Propuesta Inesperada img
Capítulo 12 El Comienzo de un Nuevo Juego img
Capítulo 13 La Propuesta de Amalia img
Capítulo 14 En el Abismo del Compromiso img
Capítulo 15 Perdido en su propio dolor img
Capítulo 16 La Presión del Compromiso img
Capítulo 17 La Decisión img
Capítulo 18 Más Allá del Contrato img
Capítulo 19 Si ella sabía, ¿quién más lo sabía img
Capítulo 20 La Solicitud img
Capítulo 21 Nuevas Expectativas img
Capítulo 22 La Mentira Cómoda img
Capítulo 23 La Confianza y la Evasión img
Capítulo 24 Nuevas Tensiones img
Capítulo 25 El Descubrimiento img
Capítulo 26 Un paso hacia un futuro sin retorno img
Capítulo 27 Todo lo que había estado ocultando img
Capítulo 28 La Búsqueda de la Verdad img
Capítulo 29 La Verdad en los Términos img
Capítulo 30 Su secreto se hacía más difícil de ocultar img
Capítulo 31 La Trampa de la Mentira img
Capítulo 32 El Peso del Contrato img
Capítulo 33 ¿Cuánto tiempo podría seguir viviendo así img
Capítulo 34 Entre el Deber y el Deseo img
Capítulo 35 Su vida secreta lo había dejado atrapado img
Capítulo 36 El Peso del Futuro img
Capítulo 37 El Descubrimiento img
Capítulo 38 Parecía perdida en sus propios pensamientos img
Capítulo 39 La Presión de las Expectativas img
Capítulo 40 El Dilema de la Identidad img
Capítulo 41 El Peso de la Decisión img
Capítulo 42 La Decisión Crucial img
Capítulo 43 Aún quedaba un vacío img
Capítulo 44 La Falta que Persiste img
Capítulo 45 Dudas en el Corazón img
Capítulo 46 El Primer Gran Desacuerdo img
Capítulo 47 La Vulnerabilidad que No Se Ve img
Capítulo 48 La Verdad a Medias img
Capítulo 49 La Cara Oculta img
Capítulo 50 La Inversión Secreta img
Capítulo 51 Estaba más cerca de que todo se viniera abajo img
Capítulo 52 El Encuentro Inesperado img
Capítulo 53 El Desafío Oculto img
Capítulo 54 La Duda Entre Las Sombras img
Capítulo 55 Una atmósfera vibrante img
Capítulo 56 El Peso de la Mentira img
Capítulo 57 Expectativas No Dicha img
Capítulo 58 Ahora no había vuelta atrás img
Capítulo 59 La Tentación de la Verdad img
Capítulo 60 Encrucijada img
Capítulo 61 La Exigencia de un Compromiso img
Capítulo 62 La Duda y el Corazón Dividido img
Capítulo 63 La Presión de la Familia img
Capítulo 64 El Primer Enfrentamiento img
Capítulo 65 La Trampa del Contrato img
Capítulo 66 El Miedo a la Exposición img
Capítulo 67 La Duda Crece img
Capítulo 68 La Crisis Inminente img
Capítulo 69 La verdad estaba al alcance de ambos img
Capítulo 70 El Peso del Silencio img
Capítulo 71 La Frontera del Compromiso img
Capítulo 72 La Decisión Final img
Capítulo 73 Comenzaba a sospechar que el joven que había conocido había cambiado img
Capítulo 74 La Gala img
Capítulo 75 El Punto de Ruptura img
Capítulo 76 La Llamada Decisiva img
Capítulo 77 La Búsqueda de la Verdad img
Capítulo 78 El Ultimátum img
Capítulo 79 La Duda img
Capítulo 80 Sospechas Silenciosas img
Capítulo 81 La Inquebrantable Presión img
Capítulo 82 La Disyuntiva Silenciosa img
Capítulo 83 Te lo contaré todo img
Capítulo 84 Entre el Dinero y el Corazón img
Capítulo 85 La Involucración Forzada img
Capítulo 86 La Verdad a Medias img
Capítulo 87 La Presión de las Expectativas img
Capítulo 88 Te estaré observando img
Capítulo 89 La Doble Carga img
Capítulo 90 No puedo seguir esperando img
Capítulo 91 El Paso Decisivo img
Capítulo 92 Ya no era solo un espectador img
Capítulo 93 El verdadero enemigo era él mismo img
Capítulo 94 Revelaciones a Medias img
Capítulo 95 La verdad tarde o temprano saldría a la luz img
Capítulo 96 El Peso del Secreto img
Capítulo 97 El Secreto Cada Vez Más Pesado img
Capítulo 98 La Confrontación img
Capítulo 99 El Peso del Corazón img
Capítulo 100 La verdad seguía flotando en el aire, tan cerca, pero tan lejos img
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Capítulo 5 El Comienzo de las Dudas

La tarde había caído, y la ciudad comenzaba a iluminarse con las luces vibrantes de los edificios y los escaparates. Alex Solano caminaba por las calles con una sensación de pesadez en el pecho. No era solo el cansancio de las interminables horas que había pasado en las oficinas de Don Ernesto o las decisiones cruciales que comenzaban a caer sobre sus hombros. Era algo más profundo, algo que le apretaba el alma de una forma casi dolorosa: Laura.

El joven había pasado los últimos días inmerso en sus responsabilidades, tratando de mantenerse al día con las demandas de su mentor y, al mismo tiempo, gestionando el creciente conflicto interno que lo estaba desbordando. Pero Laura no era consciente de nada. Para ella, Alex seguía siendo el mismo de siempre: el joven que luchaba por sus sueños, el chico humilde con el que había comenzado su relación en la universidad. Pero eso ya no era cierto. Él ya no era esa persona, y la mentira que había mantenido todo este tiempo comenzaba a desgarrarlo.

Aunque Alex trataba de mantener las apariencias, de seguir siendo el hombre que Laura conocía, la presión de su doble vida lo estaba afectando más de lo que le gustaría admitir. No podía dejar de pensar en la mirada de Laura, en esos momentos en que parecía percatarse de algo extraño en él. No podía fallar, no podía permitir que ella supiera la verdad. La verdad de lo que estaba a punto de convertirse: un hombre que no solo heredaría una fortuna, sino que también estaría a la cabeza de un imperio que pronto tendría más enemigos que aliados.

El teléfono de Alex vibró en su bolsillo, sacándolo de sus pensamientos. Era un mensaje de Laura.

"¿Nos vemos esta noche? Te extraño."

La sonrisa que se asomó en sus labios fue efímera, casi forzada. Había una parte de él que deseaba regresar a esos días sencillos, antes de que todo esto comenzara, antes de que la vida lo hubiera arrastrado a este mar de secretos y responsabilidades. Pero la otra parte sabía que ya no podía volver atrás.

"Claro, nos vemos a las 8 en el café, como siempre."

Guardó el teléfono en su bolsillo y continuó caminando. A medida que se acercaba al café donde siempre se encontraban, una inquietud creciente lo invadió. No sabía si era la carga de las decisiones empresariales que debía tomar en las próximas semanas, o si era el hecho de que sentía que Laura comenzaba a notarlo. En los últimos días, algo había cambiado en ella. Sus preguntas se volvían más profundas, más insistentes. Como si algo estuviera comenzando a sospechar.

Al llegar al café, lo primero que notó fue la expresión en el rostro de Laura. Ella estaba sentada en una mesa cerca de la ventana, pero no parecía tan relajada como solía ser. En sus ojos había algo nuevo, algo que Alex no había visto antes: una ligera tensión. Cuando levantó la vista y lo vio, sonrió, pero la sonrisa fue breve, como si tuviera algo más en mente.

-Hola, amor -dijo Laura, levantándose para darle un abrazo.

Alex la abrazó con fuerza, pero su mente no dejaba de dar vueltas. Algo no estaba bien. La forma en que Laura lo miraba, el tono de su voz, incluso la manera en que se sentó después del saludo. Todo parecía indicar que algo había cambiado, y Alex sabía que no era algo que pudiera ignorar por mucho tiempo.

-¿Cómo estás? -preguntó Laura, mientras se sentaba frente a él.

-Bien, bien... -respondió Alex, sin poder evitar que su voz sonara más vacía de lo que quería. Se sentó, tomando la taza de café frente a él.

Laura lo observó por un momento, sus ojos buscando algo en él. Fue un instante breve, pero Alex lo notó. El brillo en sus ojos estaba acompañado de una sombra de duda, algo que lo incomodó profundamente.

-Te he notado raro estos últimos días. Como si estuvieras... distante. ¿Qué pasa, Alex? -preguntó Laura, frunciendo ligeramente el ceño.

Las palabras de Laura lo golpearon con fuerza, y una oleada de ansiedad lo invadió. Sabía que debía encontrar una forma de responder que no lo delatara, pero la verdad era que no sabía cómo. El peso de la mentira comenzaba a sentirse demasiado grande para llevarlo solo.

-No sé de qué hablas, Laura -respondió él, con una sonrisa que intentó que pareciera natural, pero que no convenció a nadie, ni siquiera a él mismo. -He estado ocupado con el trabajo, ya sabes cómo es. Pero nada que no pueda manejar.

Laura lo observó en silencio por un momento, sus ojos llenos de una mezcla de preocupación y curiosidad. Ella había notado algo, y eso era lo que lo preocupaba. Si había algo que Alex temía más que el secreto que guardaba, era que Laura comenzara a desconfiar de él. Si eso ocurría, todo se vendría abajo. La vida que había construido, las decisiones que había tomado, todo quedaría expuesto.

-No es solo eso -dijo Laura, su tono más bajo ahora. -Es como si estuvieras... apagado. Como si estuvieras escondiendo algo de mí.

Las palabras de Laura se clavaron en su pecho como cuchillos. El joven trató de mantener la calma, pero la inquietud comenzó a reflejarse en su rostro. Ella no sabía lo que él realmente estaba viviendo, lo que realmente significaba ser el sucesor de Don Ernesto. No podía decírselo, no podía compartir esa carga. Pero, al mismo tiempo, su relación con ella estaba comenzando a desmoronarse. La mentira lo estaba alcanzando, y Laura lo sentía.

-Laura... -dijo Alex, forzando una sonrisa. -Es solo que... últimamente he estado muy estresado. Todo esto del trabajo, las reuniones, los proyectos... tú sabes que siempre intento mantenerme al día con todo, y a veces me siento abrumado. Pero nada que no pueda manejar.

Laura lo miró con desconfianza, y Alex notó cómo sus ojos se entrecerraron ligeramente.

-No tienes que cargar todo tú solo, ¿sabes? Yo estoy aquí para apoyarte -dijo ella, su voz más suave, pero cargada de una tristeza que Alex no pudo ignorar.

-Lo sé, Laura. Y te lo agradezco, de verdad. Solo que... hay cosas que no puedo compartir, cosas que no puedo explicarte aún -respondió Alex, sintiendo que esas palabras caían pesadamente sobre él. Sabía que no era una respuesta suficiente, pero no tenía otra opción. ¿Qué más podía decirle?

El silencio que siguió fue tenso. Ambos se quedaron ahí, sin saber qué decir, sin saber cómo seguir adelante con la conversación. Finalmente, fue Laura quien rompió el silencio, pero sus palabras fueron diferentes a lo que Alex esperaba.

-Alex, ¿me estás ocultando algo? -preguntó, con una mezcla de dolor y frustración en su voz.

La pregunta lo paralizó. No podía mentir, no podía seguir ocultando todo lo que le estaba ocurriendo. Pero tampoco podía arriesgarse a que Laura supiera la verdad. La verdad sobre su vida, sobre lo que realmente era. No podía permitir que ella lo viera como el hombre que realmente era, porque eso significaba perderla. Y perderla sería la peor de las consecuencias.

-No te estoy ocultando nada -respondió, aunque su voz ya no sonaba tan convincente. -Solo... estoy pasando por un momento difícil. No quiero que te preocupes. Es todo.

Laura lo observó por un momento más, como si estuviera evaluando su sinceridad. Finalmente, suspiró y se recostó en su silla, mirando al frente.

-Alex, si alguna vez hay algo que necesite saber, quiero que me lo digas. No me gusta sentir que hay algo entre nosotros que no me cuentas. No me gusta sentirme fuera de tu vida.

Las palabras de Laura resonaron en su mente mucho después de que la conversación terminara. Al despedirse esa noche, se despidieron con un beso rápido, pero el peso de lo que había dicho Laura quedó flotando en el aire, pesado y palpable. Ella no lo sabía, pero ya comenzaba a sospechar. Y lo peor de todo era que, con cada día que pasaba, Alex se sentía más atrapado en su propia mentira.

Mientras regresaba a su apartamento, la incertidumbre lo envolvía. No sabía cuánto más podría seguir con este juego, cuánto más podría ocultarle a Laura, a su familia, a todos. Cada mentira que decía lo acercaba más a la verdad, y en el fondo sabía que tarde o temprano, la verdad saldría a la luz. Y cuando eso ocurriera, no sabía si estaría listo para enfrentarlo.

Pero lo que más le aterraba era la idea de perder a Laura. La relación que había construido con ella, la única parte de su vida que aún parecía real, estaba comenzando a desmoronarse bajo el peso de sus propios secretos.

                         

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