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Amor inquebrantable
img img Amor inquebrantable img Capítulo 3 Divorciémonos
3 Capítulo
Capítulo 5 Caballero bestial img
Capítulo 6 Rivales de amor img
Capítulo 7 Accidente intencional img
Capítulo 8 Amable ayudante img
Capítulo 9 Consejo de amigo img
Capítulo 10 A Amenaza de suicidio img
Capítulo 11 Entregar personalmente el acuerdo de divorcio img
Capítulo 12 Otro altercado img
Capítulo 13 Coqueteo implacable img
Capítulo 14 ¿Está embarazada la señora Dixon img
Capítulo 15 Mujer desvergonzada img
Capítulo 16 Reina del drama img
Capítulo 17 Persuadirla para que se disculpe img
Capítulo 18 Plan malvado img
Capítulo 19 Un susto img
Capítulo 20 Su dominante suegra img
Capítulo 21 Una suegra cariñosa img
Capítulo 22 Vengarla img
Capítulo 23 No cenes con otros hombres img
Capítulo 24 ¿Me amas img
Capítulo 25 Está celoso img
Capítulo 26 Mujer adictiva img
Capítulo 27 La confirmación de Lauren img
Capítulo 28 El que no es amado es el tercero en discordia img
Capítulo 29 ¿No soportas dejarlo img
Capítulo 30 Una bofetada sonora img
Capítulo 31 Ejercer dominio img
Capítulo 32 Negación img
Capítulo 33 Nuevo pretendiente img
Capítulo 34 No quiero el divorcio img
Capítulo 35 Ataque al corazón img
Capítulo 36 Vieja bruja img
Capítulo 37 No hay nada entre Lauren y yo img
Capítulo 38 Ya no le importa img
Capítulo 39 Todo lo que puedo darte es el título de señora Dixon img
Capítulo 40 Mientras sea tu esposo, tengo derecho a hacerlo img
Capítulo 41 Te romperé las piernas si te atreves a volver allí img
Capítulo 42 Tiene a alguien más en su corazón img
Capítulo 43 Robar la esposa de otro hombre img
Capítulo 44 ¿Qué es más importante que tu esposa img
Capítulo 45 Raegan está decidida a divorciarse img
Capítulo 46 Encontraré a alguien que me valore img
Capítulo 47 Te mostraré lo loco que estoy img
Capítulo 48 Matar a Raegan y a su bebé img
Capítulo 49 Solo yo puedo intimidarte img
Capítulo 50 Diez bofetadas img
Capítulo 51 ¿Aún tienes corazón img
Capítulo 52 Eres la única en mi vida img
Capítulo 53 Pórtate bien y no me provoques img
Capítulo 54 Soy adicto a ti img
Capítulo 55 No quiero ser tu hermana img
Capítulo 56 ¿Le hiciste esto img
Capítulo 57 Me disculpo por ella img
Capítulo 58 Un hombre y una mujer solos img
Capítulo 59 Nunca te dejaré ir img
Capítulo 60 Orgasmo furioso img
Capítulo 61 Creí que no te gustaba img
Capítulo 62 Escupió sangre img
Capítulo 63 Raegan está triste img
Capítulo 64 Mitchel se preocupa de verdad img
Capítulo 65 El precio de mentir img
Capítulo 66 Sé obediente img
Capítulo 67 Nunca me besó img
Capítulo 68 Primera opción img
Capítulo 69 Esperemos a ver img
Capítulo 70 Llámame cariño img
Capítulo 71 Héctor Dixon img
Capítulo 72 Dale una lección img
Capítulo 73 Agresión img
Capítulo 74 Sal de aquí arrastrándote img
Capítulo 75 Ella también es valiosa img
Capítulo 76 Terminamos img
Capítulo 77 Sorpresa img
Capítulo 78 ¡Como caer en el infierno! img
Capítulo 79 Muerte repentina img
Capítulo 80 La mente maestra img
Capítulo 81 Arrepentimiento tardío img
Capítulo 82 ¿Está muerta img
Capítulo 83 El pequeño favor de Lauren img
Capítulo 84 La traición de Raegan img
Capítulo 85 No puede irse img
Capítulo 86 Dale una lección a Tessa img
Capítulo 87 Totalmente disgustada img
Capítulo 88 Deshazte del bastardo img
Capítulo 89 Este bebé es tuyo img
Capítulo 90 Acabar con esto img
Capítulo 91 Ayúdame a conservar a mi bebé img
Capítulo 92 Mientras aceptes divorciarte img
Capítulo 93 Parece preocuparse por el bebé img
Capítulo 94 Para bailar tango se necesitan dos img
Capítulo 95 Intruso loco img
Capítulo 96 Perro rabioso img
Capítulo 97 Nos vamos a divorciar img
Capítulo 98 Cruel con ella img
Capítulo 99 Te patearé el trasero img
Capítulo 100 Si te atreves a huir de nuevo, te romperé las piernas img
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Capítulo 3 Divorciémonos

La silueta alta y erguida de Mitchel se acercaba cada vez más a Raegan. Y entonces, sin decir palabra, pasó junto a ella.

Era difícil para ella saber si Mitchel la había visto o solo la ignoraba.

De cualquier forma, Raegan notó que la mujer que llevaba en brazos era la misma que había sido fotografiada con él el día anterior.

Se trataba de Lauren.

Raegan sintió que sus zapatos eran de plomo mientras se alejaba.

Perdió toda noción de lo que la rodeaba, y subió a un taxi absorta.

De repente, el conductor preguntó: "Señorita, ¿a dónde la llevo?".

Raegan se quedó desconcertada por un momento.

No quería volver a Villa Serenitys. Era solo cuestión de tiempo para que ese lugar dejara de ser su hogar.

Después de un rato, contestó: "Por favor, lléveme a Bahía de Cristal".

Compró un apartamento en Bahía de Cristal tras casarse con Mitchel.

En ese entonces, esperaba llevar a su abuela a la ciudad, así que lo compró a crédito. No era muy grande, pero tenía espacio más que suficiente para dos personas.

Mitchel no entendía por qué ella quería comprar un apartamento. Se ofreció a darle uno más grande, pero ella se negó.

Mirando hacia atrás ahora, se dio cuenta de que comprar ese apartamento fue la única decisión acertada que había tomado en los últimos dos años.

Cuando llegó al complejo residencial, se sentó sola en el parque, intentando calmarse.

Los recuerdos de los últimos dos años eran agridulces.

Habían pasado dos años en un abrir y cerrar de ojos, aunque fueron más de setecientos días y noches.

Decían que el amor podía mover montañas.

Sin embargo, su cariño no logró mover a ese hombre de piedra. Por fin se dio cuenta de lo tonta que había sido. Se había estado convirtiendo en el hazmerreír de todo el mundo.

Ya era muy tarde en la noche cuando Raegan decidió entrar en su apartamento.

Tan pronto como salió del ascensor, vio a Mitchel parado frente a la puerta.

Llevaba las mangas arremangadas casualmente y los botones superiores de la camisa desabotonados, lo que revelaba su cuello esbelto y parte de la clavícula. Estaba recargado en la pared junto a la puerta, con el rostro serio.

Raegan se quedó congelada un momento.

¿Qué hacía él aquí? ¿No lo había visto en el hospital con Lauren? ¿Qué lo había traído hasta aquí?

Sus ojos se encontraron. Con el abrigo doblado sobre su brazo y una mano en el bolsillo, Mitchel entrecerró los ojos.

"¿Por qué no contestaste al celular?", preguntó, con un tono ligeramente malhumorado como alguien que llevaba mucho tiempo sin dormir.

Raegan sacó su teléfono y vio que lo había puesto en modo "No molestar" sin querer.

Tenía cinco llamadas perdidas de Mitchel.

Esto marcaba la primera vez en sus dos años de matrimonio.

¿Mitchel la había llamado sin parar porque no la encontraba? ¡Qué sorpresa!

Antes de ese día, se habría sentido extasiada con esto. Cualquiera habría pensado que se había ganado la lotería.

Pero ahora, simplemente arrojó su teléfono de vuelta a su bolso, cruzó los brazos y dijo con la voz ronca: "No lo oí sonar".

Mitchel levantó la mano para mirar la hora en su reloj y dijo con impaciencia: "He estado buscándote durante dos horas".

Después de organizar todo para Lauren, regresó a casa y la encontró vacía. Buscó a Raegan por todas partes. Al no poder encontrarla, le pidió a Mateo que revisara las grabaciones de vigilancia de todos los caminos que se alejaban de la empresa.

Luego descubrió que Raegan se había ido a Bahía de Cristal sin decírselo.

"La próxima vez, dime cuando vengas aquí, ¿de acuerdo? Vámonos a casa ahora". Acto seguido, Mitchel se dirigió hacia el ascensor sin dedicarle ni una mirada más.

Su intención era volver a Villa Serenitys.

Raegan no se movió ni un centímetro. Solo se limitó a mirar su ancha espalda y ponderó con renuencia.

Próxima vez... ¿Acaso tendrían un futuro juntos?

Mitchel se giró, solo para descubrir que Raegan no había dado un solo paso. Frunció el ceño y preguntó: "¿Acaso no puedes caminar? ¿O quieres que te cargue?".

La luz del corredor iluminaba su rostro, haciendo que su perfil fuera prácticamente impecable.

Raegan respiró hondo y soltó: "Divorciémonos".

"¿A qué te refieres?".

La voz de Mitchel se volvió fría, y su hermoso rostro cambió de inmediato.

"Quiero mudarme a mi propio espacio. Después de todo, pronto seremos desconocidos".

Raegan esbozó una sonrisa forzada, pero su corazón se retorcía de dolor como si alguien se lo estuviera desgarrando poco a poco.

"¿Acaso seremos desconocidos?".

Mitchel sonrió con frialdad y agregó: "Raegan, ¿qué crees que es nuestra relación ahora?".

Su pregunta dejó a Raegan desconcertada por un momento.

Mitchel se lo había dejado muy claro desde el principio. Esta fachada de su matrimonio había sido el resultado de un acuerdo mutuo. No había amor. A los ojos de los demás, no eran más que un jefe y su empleada.

Mitchel era un soltero muy codiciado en Ardlens. Muchas jóvenes anhelaban su amor e incluso estaban dispuestas a lanzarse a sus brazos.

Su pregunta de hace un momento le recordó esa realidad. ¿Él tenía miedo de que ella no lo dejara ir tan fácilmente? Si ese era el caso, no podía estar más lejos de la verdad...

Tras morderse el labio inferior para ocultar su amargura, Raegan respondió: "Lo siento, señor Dixon. Estaba pensando demasiado. De cualquier forma, por favor, déjeme en paz a partir de ahora. No tiene que volver a venir aquí".

Tras decir eso, Raegan no pudo evitar romper a llorar.

¿Cómo no iba a estar triste al cortar lazos con el hombre al que había querido durante una década? Era un tiempo muy largo.

A pesar de lo difícil que era, sabía que era hora de dejarlo ir.

Ya era hora de que dejara de hacer el ridículo.

Extrañamente, la luz del corredor empezó a parpadear.

La mirada asesina que Mitchel le lanzaba a Raegan en ese momento creaba una atmósfera que recordaba el momento previo a un ataque en una película de terror.

Aunque comprendía que las mujeres a veces se comportaban como pequeñas diablas, sentía que Raegan acababa de cruzar la línea.

Sus ojos brillaban como antorchas ardientes en ese momento. Pero cuando vio las lágrimas en los ojos de ella, la rabia en su interior se apagó en un instante. Murmuró: "Si esto es por lo que pasó entre tú y Tessa, yo...".

"No, no se trata de ella. Señor Dixon, por favor, váyase ahora".

Muchas cosas habían sucedido entre ellos, y el incidente con Tessa no se comparaba con ninguna de ellas.

Raegan se sentía exhausta. Pasó junto a Mitchel y estaba a punto de abrir la puerta.

Sin embargo, él estaba disgustado con su obstinación.

Se aflojó la corbata con fastidio, luego dio un paso adelante y la agarró con fuerza por la muñeca.

"Basta ya, ¿de acuerdo?".

Un segundo después, le pasó el brazo por el hombro y la atrajo hacia su pecho.

Al instante se dio cuenta de que ella estaba ardiendo como si estuviera en llamas.

"¿Tienes fiebre?".

Raegan se sintió mareada al instante, y apoyó débilmente la cabeza en su pecho.

Eso complicaba toda la situación.

Cuando él bajó la cabeza para mirarla, parecía que se inclinaría para besarla en cualquier momento.

Raegan tardó en captar eso. Cuando por fin se dio cuenta de que su cuerpo estaba demasiado cerca del suyo, apoyó las manos contra su pecho y trató de retroceder.

Pero antes de que pudiera escapar, él la jaló de nuevo y la sujetó por la cintura. Con el rostro frío, dijo con voz grave: "¿A dónde crees que vas?".

La luz volvió a parpadear. De repente, él la levantó en brazos, y se dirigió al ascensor.

En medio de su aturdimiento, Raegan preguntó: "¿Qué haces?".

"¿Qué parece que estoy haciendo?", replicó Mitchel. "Llevarte al hospital".

"¡De ninguna manera!", exclamó Raegan sorprendida, pareciendo recuperar más fuerza.

Había una posibilidad de que perdiera a su bebé si la trataban sin saber su condición.

Aunque el bebé había llegado en el momento equivocado, seguía siendo su pequeño tesoro. Era su obligación protegerlo.

Raegan luchó para liberarse de los brazos de Mitchel; sin embargo, su agarre firme hizo que sus esfuerzos resultaran inútiles.

"No seas tan obstinada. Estás enferma, así que tienes que ver a un doctor", dijo Mitchel con firmeza.

Se dirigió hacia el ascensor cargándola en brazos. En ese momento, el corazón de Raegan latía con tanta fuerza que parecía que podría salírsele del pecho. Hundió las uñas en su brazo y pateó en señal de protesta.

"¡Suéltame! ¡No quiero ir al hospital!".

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