Elliana sintió que sus mejillas se ponían rojas ante su sonrisa engreída. Lucía como un hombre que pensaba que el juego ya estaba ganado. Esa actitud arrogante era muy molesta.
"¡Aunque le dé una oportunidad a esto, apenas estamos conociéndonos!", replicó ella. "¿Quién te dio permiso para tratarme como si ya fuera tuya con todos esos besos y abrazos?".
La mirada furiosa y el tono indignado de Elliana solo ampliaron la sonrisa de Cole; claramente estaba disfrutando demasiado de la situación.
Cerrando la brecha, Cole la besó de nuevo, con audacia e inflexibilidad. "¿Cómo esperas que construyamos algo si ni siquiera puedo tocarte?", murmuró contra sus labios, besándola.
Elliana lanzaba palabras como obstáculos, pero él los arrollaba con beso tras beso. La besaba como si fuera una parte normal de la rutina matutina.
"Necesito un minuto", soltó ella, con la respiración agitada.
Con más fuerza que sutileza, Elliana se liberó de su abrazo. No estaba fingiendo, realmente necesitaba tiempo para poner en orden sus pensamientos. Cole lo tenía todo: dinero, atractivo y el tipo de encanto que le aceleraba el corazón. Si daba el paso, no habría una transición suave. Caería rápido y con todo. Aceptar esa relación con él... Se sentía como entregarle las llaves de su corazón sin un plan de contingencia. Ese tipo de entrega la aterraba. Era una apuesta sin certezas. Necesitaba estar segura de que podría soportar la tormenta emocional que venía con alguien como Cole.
En el instante en que el calor de ella abandonó sus brazos, algo en el interior de Cole se tensó. Instintivamente, extendió los brazos para atraerla hacia él de nuevo.
"Detente, simplemente no lo hagas". Justo cuando él se movió, la mano de la joven salió disparada, deteniéndolo al instante.
Sus dedos se quedaron rígidos en el aire antes de bajar, con renuencia pero obediencia. Con la frustración aflorando bajo la superficie, la miró fijamente. "¿Cuánto tiempo tengo que esperar?", preguntó, en un tono más bajo que antes.
Elliana se tomó un momento para pensar. "No tengo idea. Tal vez un día, tres días, seis meses, un año...".
O tal vez una vida entera, aunque optó por no decirlo en voz alta.
La mayoría de las chicas ya se habrían rendido ante alguien como Cole, que prácticamente desprendía carisma y dominio.
Normalmente, Elliana se enorgullecía de tomar decisiones audaces y sin titubear. ¿Pero en ese momento? Se sentía completamente paralizada. Alejarse de él la destrozaría, y la idea de que él estuviera con otra mujer le retorcía el estómago. ¿Pero sumergirse de cabeza? Eso podría costarle todo lo que tenía. Por el momento, el tiempo era su única red de seguridad. No iba a forzar las cosas. La respuesta llegaría cuando fuera el momento adecuado.
"¿Estás jugando conmigo?", preguntó él, con voz afilada y los ojos oscureciéndose como una tormenta en ciernes. No era solo molestia, sino una furia real y contenida.
La forma en que la observaba le provocó un escalofrío que le recorrió la columna. "No estoy jugando contigo", respondió ella rápidamente. "Estoy siendo sincera".
En un abrir y cerrar de ojos, él lanzó el brazo y la jaló directamente a su regazo como si no pesara nada.
Presionada con fuerza contra él, podía sentir su ira pulsando bajo su piel. Sus brazos la envolvieron como bandas de hierro, sin intención de soltarla.
Sus ojos se fijaron en los de ella, oscuros, profundos, infinitos. Como si pudieran arrastrarla hacia el fondo si los miraba demasiado tiempo.
Algo en su estómago se revolvió. Se removió en sus brazos, intentando liberarse del calor que aumentaba entre ellos.
"¡No te muevas!". El agarre de Cole se tensó mientras su tono se volvía helado. "Un movimiento más de tu parte y no seré responsable de lo que suceda a continuación".
Elliana se quedó completamente inmóvil, temerosa de que el más mínimo movimiento pudiera desatarlo. Momentos antes, él había sido todo dulzura y encanto. Ahora irradiaba pura dominación, como una tormenta que había estallado sin previo aviso.
Sus ojos permanecieron fijos en los de ella, afilados e inquebrantables, hasta que su piel se erizó por el peso de su mirada.
Una parte de ella estaba asustada, pero el resto estaba furioso. "¿Qué pasa con este enfoque tan agresivo? ¿Es así como te ganas a las mujeres?".
"¿Y si así es?", replicó él sin pensarlo dos veces.
Elliana no supo qué responder. Cuando alguien como Cole se imponía, convencido de su propia razón, la resistencia se sentía como intentar detener un tren de carga. La punzada de su intensidad hizo que su voz se quebrara ligeramente. "¡Estás siendo injusto!".
Lo que la descolocó fue el destello de dolor genuino en sus ojos. "Dime qué es lo que me falta. He hecho todo lo que está a mi alcance. Y aun así, sigues dudando. ¿Por qué? ¿Qué hay que pensar tanto?".
Esa expresión hosca de él casi la hizo estallar, y tuvo que morderse el interior de la mejilla para evitar que una sonrisa se le escapara. Aun así, mantuvo su diversión oculta, sin querer provocar otro estallido emocional.
Elliana tomó una respiración profunda y decidió calmar la tensión. "No es que haya algo malo contigo. Es justo lo contrario. Eres más de lo que imaginaba. Y algo tan bueno merece una reflexión seria, no solo un impulso momentáneo".
Su honestidad no lo calmó, sino que desencadenó algo completamente diferente. Su lógica no tenía sentido para él. Si algo se sentía bien, ¿por qué no simplemente lo agarraba y se aferraba a ello? Para él, no era una duda, sino que lo estaba manipulando sin tomarlo en serio, simple y llanamente.
De repente, la puerta del auto se abrió de golpe. Lo siguiente que ella supo fue que Cole la había arrojado fuera como si se hubiera cansado de jugar limpio.