Mírame
img img Mírame img Capítulo 5 Una noche para nosotros
5
Capítulo 7 Entre la culpa y el deseo img
Capítulo 8 Espejismo de liberación img
Capítulo 9 Corazón en guardia img
Capítulo 10 Entre sonrisas y sombras img
Capítulo 11 El peso del silencio img
Capítulo 12 La primera vez que no elegí img
Capítulo 13 El día que perdí mi voz img
Capítulo 14 Diez minutos de silencio img
Capítulo 15 Manual para seducir al ogro img
Capítulo 16 Sol de invierno img
Capítulo 17 Pequeñas rebeliones img
Capítulo 18 Entre paciencia y desesperación img
Capítulo 19 Noches de improviso img
Capítulo 20 Entre sueños y responsabilidades img
Capítulo 21 Diagnostico equivocado img
Capítulo 22 Mentiras con tos img
Capítulo 23 Licencia para fingir img
Capítulo 24 La paz que nos merecemos img
Capítulo 25 Conferencia nocturna img
Capítulo 26 La noche de Antonella img
Capítulo 27 El instante que lo cambió todo img
Capítulo 28 Un gusto conocerlo señor orgasmo img
Capítulo 29 Fue un placer img
Capítulo 30 Sexo, culpa y delivery img
Capítulo 31 Las marcas del pecado img
Capítulo 32 Solcito y otros desastres img
Capítulo 33 Entre lágrimas y abrazos img
Capítulo 34 Tensión matrimonial img
Capítulo 35 Entre miedo y deberes img
Capítulo 36 Corazones agitados img
Capítulo 37 Palabras sucias img
Capítulo 38 Tartamudea y me gusta img
Capítulo 39 Confesión de una locura img
Capítulo 40 Tienes razón Marcus, la maestra es preciosa img
Capítulo 41 Directo al infierno img
Capítulo 42 Entre dos fuegos img
Capítulo 43 No voy contigo img
Capítulo 44 Invierno y verano img
Capítulo 45 ¿Celoso img
Capítulo 46 Habitación 607 img
Capítulo 47 Me apetece una ducha img
Capítulo 48 Toda la tarde contigo img
Capítulo 49 Inexperta img
Capítulo 50 Saludando a la maestra img
Capítulo 51 Sorpresa img
Capítulo 52 ¿Has practicado img
Capítulo 53 Una nota img
Capítulo 54 La cita img
Capítulo 55 Primeros latidos img
Capítulo 56 Susurros y secretos img
Capítulo 57 Cuando nadie vigila img
Capítulo 58 Eres una diosa img
Capítulo 59 Sombras de un matrimonio roto img
Capítulo 60 Cita en el supermercado img
Capítulo 61 ¿Quiero hablar contigo y tenemos que hablar es lo mismo img
Capítulo 62 Es que es tan guapo img
Capítulo 63 Subiendo el autoestima img
Capítulo 64 Cayendo en las garras del amor img
Capítulo 65 Vete de aquí img
Capítulo 66 ¿Dónde estás img
Capítulo 67 El abrazo img
Capítulo 68 parte celos... img
Capítulo 69 Dos semanas img
Capítulo 70 Solo tres días... img
Capítulo 71 Cirugía img
Capítulo 72 Contigo no, con ella si img
Capítulo 73 Lo siento...pero me enamoré img
Capítulo 74 Si él lo dice, así es img
Capítulo 75 Un gatito para Marcus img
Capítulo 76 ¿Te gusta el mar img
Capítulo 77 Prohibido vestirse img
Capítulo 78 Recuerdos img
Capítulo 79 ¡Basta! img
Capítulo 80 Agresiones img
Capítulo 81 Bromas img
Capítulo 82 La mejilla roja img
Capítulo 83 Fotografía en mi escritorio img
Capítulo 84 ¿Vienes por Marcus o por Antonella img
Capítulo 85 Paseo fallido img
Capítulo 86 Sorpresa sensual img
Capítulo 87 ¡Yes! img
Capítulo 88 ¿No planificas img
Capítulo 89 No me castigues más img
Capítulo 90 ¿Soy lo máximo img
Capítulo 91 Llamadas fantasmas img
Capítulo 92 ¿Vamos al parque img
Capítulo 93 Canciones en el auto img
Capítulo 94 Gritos perturbadores img
Capítulo 95 Mensajitos img
Capítulo 96 El vecino de Cinnia img
Capítulo 97 Ligas img
Capítulo 98 Una familia para Marcus img
Capítulo 99 Gracias Roberta img
Capítulo 100 Día de picnic img
img
  /  1
img

Capítulo 5 Una noche para nosotros

Diego:

Le comento a Bernardo mis planes para salvar mi matrimonio, pero al parecer no está muy convencido. Su rostro descompuesto me indica que no confía en que lo logre y, en el fondo, lo entiendo. He pasado los últimos años quejándome, convirtiéndolo en mi paño de lágrimas, pero es inevitable querer arreglar mi vida. Tengo un hijo maravilloso que lo único que desea es tener a su madre cerca, y quiero intentarlo por él.

Bernardo sigue su camino, y yo el mío hacia el estacionamiento subterráneo en busca de mi auto.

Camino a casa, me pongo a planear la salida improvisada. Pienso que, al llegar, le diré a Ambra que se arregle, pues iremos a cenar. Después, la llevaré a un hotel para hacer de esta cita una noche inolvidable.

«Ya deseo ver la sorpresa en su rostro.»

Al llegar a mi hogar, me encuentro con Marcus en el jardín. Cuando me ve, corre a mi encuentro para darme un abrazo, como si esta tarde no hubiéramos estado juntos. Sin dudarlo un segundo, me inclino para recibir ese gesto de amor, pues él es mi motor de vida.

-¡Hola, campeón! -exclamo feliz-. ¿Qué haces en el jardín? ¿No crees que ya es tarde? -pregunto mirando mi reloj de pulsera para verificar que son las ocho de la tarde. Por lo general, a esta hora está cenando para luego ir por un baño y a la cama.

-Te estaba esperando, papá -comenta cariñoso, a lo que sonrío para coger su mano y caminar juntos hacia el interior.

Adentro me encuentro con Roberta y recuerdo que es una pieza fundamental en los planes de esta noche. Paso por alto que es Ambra quien debería estar esperándome. No es que sea un machista, solo anhelo ese gesto de compañerismo; no obstante, creo que jamás sucederá, aunque ella diga no poder vivir sin mí.

-¿Podemos hablar? -pregunto a Roberta, quien asiente con la misma simpatía que la ha caracterizado siempre-. ¿Marcus ya cenó?

-Sí, señor.

-De acuerdo... -digo, para después mirar a Marcus-. Hijo, espérame arriba. Te daré un baño y te leeré un cuento.

-¡Sí, papá! -responde, para salir corriendo hacia las escaleras.

-¿De qué desea hablar conmigo, señor? -Hago una mueca deseando que pueda quedarse esta noche. De lo contrario, mis planes se irían por la borda, aunque entendería una respuesta negativa, ya que no avisé con anticipación.

-Necesito saber si puedes quedarte esta noche... -pregunto con cautela, poniendo cara de súplica para que me diga que sí.

«Se sonríe, me dirá que sí.»

-De acuerdo, me quedaré -responde, y sin dudarlo un segundo, la abrazo efusivamente y le doy un sonoro beso en su mejilla.

-¡Te adoro, gracias! -exclamo sin borrar la sonrisa de mi rostro-. ¿Ambra está en su habitación?

-Sí, señor.

-¡Bien! -exclamo dando un suspiro-. La invitaré a cenar. Quiero quedarme fuera... tal vez así se le pase el mal genio.

-¡Dios quiera, señor! ¡Dios quiera! -repite después de hacer una mueca, y no la culpo. Al contrario, no entiendo cómo ha durado trabajando tanto tiempo en esta casa.

Corro escaleras arriba directo a la habitación de Marcus. Él está sentado sobre la cama viendo un álbum de estampitas. Al verme, se levanta dejando el álbum sobre un mueble y me sigue hacia el baño.

Llega la hora del cuento. Por sus ojos adormilados puedo garantizar que no leeré mucho y, efectivamente, se queda dormido en el primer párrafo. Pero lo más importante es que está contento, pues sabe que esta noche se quedará con Roberta, ya que su madre y yo saldremos a cenar.

-Hola, amor -saludo a Ambra mientras cierro la puerta de nuestra habitación.

-Hola... Llegaste temprano -comenta dudosa.

-Así es -respondo acercándome para besar sus labios-. Deseo que te des una ducha y te pongas más hermosa de lo que ya eres, pues saldremos a cenar -digo.

Ambra sonríe emocionada y se cuelga de mi cuello para darme un beso cargado de promesas. Le doy una nalgada y me suelta para salir corriendo hacia el baño, mientras yo voy al cuarto de visitas para ducharme también.

La llevo a su restaurante preferido, y agradezco que haya mesas, pues he tentado a la suerte al llegar sin hacer reservación.

-¿A qué se debe esta sorpresa? -pregunta, mientras el maître nos sirve champaña.

-Deseaba pasar una velada romántica con mi esposa, es solo eso -digo para ver en su mirada la misma de aquel día en que la conocí.

-Esto es perfecto, gracias, mi amor.

-No debes agradecer. Te amo -confieso y aprovecho para alzar mi copa y brindar por el momento, y para que se dé cuenta de que perfectamente podemos ser padres y amantes.

La cena y la conversación son amenas. El único detalle es que no me ha preguntado con quién he dejado a Marcus, pero hago caso omiso, creyendo que se ha dado cuenta de que Roberta se ha quedado en casa.

De camino al hotel, empiezo a ver incertidumbre en su rostro. Sabe que este no es el camino a casa, no obstante, no pregunta ni yo digo nada, hasta que me estaciono fuera del hotel.

-¿Y esto? -pregunta confundida.

-Adivina... -logro decir.

-¡Ay no! -exclama, casi en un grito eufórico-. ¿Nos quedaremos aquí? -pregunta, y sin esperar respuesta, vuelve a gritar-. ¡Te amo! No puedes hacerme más feliz.

-Más tarde te demostraré que sí puedo -digo elevando mis cejas, solo para ver la ilusión en su rostro, la misma de hace ocho años atrás.

El rostro iluminado de Ambra es mágico, lo que me hace sentir una felicidad que ya no recordaba, por lo que la tomo en mis brazos y entro al cuarto con ella cargada, hasta dejarla sobre la cama, donde pretendo hacerla mía como si jamás hubiera estado con ella.

Hacemos el amor con locura, un placer que no puedo dejar de sentir. Dudo que algún día pueda dejar de desearla como lo hago.

Un último beso para sellar nuestro acto de pasión y cae rendida a mi lado. Sonrío por todo lo que ha sucedido esta noche, porque me da esperanza de continuar con mi pequeña familia unida.

-Saldremos a cenar más seguido -comento después de media hora de estar abrazados-. Nos quedaremos en hoteles, haremos cosas distintas, ¿te parece?

-Me parece perfecto -dice besando mis labios-. Bien sabes que te amo y no puedo estar lejos de ti.

-¿Te das cuenta de que podemos ser felices aun teniendo un hijo? -cuestiono, demostrando que todo es posible de lograr si ella lo desea.

-¿Podemos olvidarnos de eso y disfrutar, por favor? -pregunta, lo que me hace fruncir el ceño, intentando entenderla.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022