Mi hermana me robó a mi compañera y se lo permití
img img Mi hermana me robó a mi compañera y se lo permití img Capítulo 2 Capítulo 2 Frío y vacío
2
Capítulo 10 Capítulo 10 Una combinación peligrosa img
Capítulo 11 Capítulo 11 Duelo de machos img
Capítulo 12 Capítulo 12 La horrible oscuridad img
Capítulo 13 Capítulo 13 Ya estás a salvo img
Capítulo 14 Capítulo 14 En todos estos años img
Capítulo 15 Capítulo 15 Una enorme montaña rusa img
Capítulo 16 Capítulo 16 Exes o enemigos img
Capítulo 17 Capítulo 17 A miles de kilómetros img
Capítulo 18 Capítulo 18 Compañero de hospital img
Capítulo 19 Capítulo 19 Una planta muerta img
Capítulo 20 Capítulo 20 La ley de la elasticidad img
Capítulo 21 Capítulo 21 Ex celoso img
Capítulo 22 Capítulo 22 Punto de quiebre img
Capítulo 23 Capítulo 23 Lo arruiné todo img
Capítulo 24 Capítulo 24 Tres minutos img
Capítulo 25 Capítulo 25 Promesas rotas img
Capítulo 26 Capítulo 26 Padre fracasado img
Capítulo 27 Capítulo 27 El arrepentimiento img
Capítulo 28 Capítulo 28 Digna de celebrar img
Capítulo 29 Capítulo 29 Desagradable pero encantadora img
Capítulo 30 Capítulo 30 No en mi guardia img
Capítulo 31 Capítulo 31 Aunque la mona se vista de seda img
Capítulo 32 Capítulo 32 Mi Luna img
Capítulo 33 Capítulo 33 Detrás del velo img
Capítulo 34 Capítulo 34 Algo destinado img
Capítulo 35 Capítulo 35 Eso fue fuerza img
Capítulo 36 Capítulo 36 ¡Increíble! img
Capítulo 37 Capítulo 37 Peleando contra un dragón img
Capítulo 38 Capítulo 38 Poder y fuego img
Capítulo 39 Capítulo 39 Envíalo por FedEx img
Capítulo 40 Capítulo 40 Bajo la luna llena img
Capítulo 41 Capítulo 41 Jugando a la Cenicienta img
Capítulo 42 Capítulo 42 Una mujer feroz y luminosa img
Capítulo 43 Capítulo 43 Curitas de Bob Esponja img
Capítulo 44 Capítulo 44 La gota que colmó el vaso img
Capítulo 45 Capítulo 45 ¡No me jodan! img
Capítulo 46 Capítulo 46 Tal para cual img
Capítulo 47 Capítulo 47 La piedra de la verdad img
Capítulo 48 Capítulo 48 Sospechas y dudas img
Capítulo 49 Capítulo 49 Olvídalo img
Capítulo 50 Capítulo 50 Una esperanza frágil img
Capítulo 51 Capítulo 51 Memoria muscular img
Capítulo 52 Capítulo 52 Combinación mortal img
Capítulo 53 Capítulo 53 Toma mi lugar img
Capítulo 54 Capítulo 54 Un puto show img
Capítulo 55 Capítulo 55 Terapia de compras img
Capítulo 56 Capítulo 56 Testosterona y agresión img
Capítulo 57 Capítulo 57 Borrón y cuenta nueva img
Capítulo 58 Capítulo 58 Más brillo que cerebro img
Capítulo 59 Capítulo 59 Mi familia es un asco img
Capítulo 60 Capítulo 60 El desfile de Celeste img
Capítulo 61 Capítulo 61 Opresión azucarada img
Capítulo 62 Capítulo 62 Una emboscada img
Capítulo 63 Capítulo 63 Puro teatro img
Capítulo 64 Capítulo 64 Maquillaje sobre un moretón img
Capítulo 65 Capítulo 65 El beso img
Capítulo 66 Capítulo 66 Un fantasma img
Capítulo 67 Capítulo 67 Carbohidratos y alcohol img
Capítulo 68 Capítulo 68 Primera cita img
Capítulo 69 Capítulo 69 Acosador loco img
Capítulo 70 Capítulo 70 Señal de advertencia img
Capítulo 71 Capítulo 71 La maldita ironía img
Capítulo 72 Capítulo 72 Brillo de lobo img
Capítulo 73 Capítulo 73 Al borde del precipicio img
Capítulo 74 Capítulo 74 Efecto puente colgante img
Capítulo 75 Capítulo 75 Día de Spa img
Capítulo 76 Capítulo 76 Más desconocidas que hermanas img
Capítulo 77 Capítulo 77 A corazón abierto img
Capítulo 78 Capítulo 78 Vacaciones familiares img
Capítulo 79 Capítulo 79 Equipo Lucian img
Capítulo 80 Capítulo 80 Ojos de enamorada img
Capítulo 81 Capítulo 81 Mareada img
Capítulo 82 Capítulo 82 Peligrosas e inútiles img
Capítulo 83 Capítulo 83 Entre el deseo y el desprecio img
Capítulo 84 Capítulo 84 Purgatorio img
Capítulo 85 Capítulo 85 Como una familia img
Capítulo 86 Capítulo 86 Viejos hábitos img
Capítulo 87 Capítulo 87 Ya lo superé img
Capítulo 88 Capítulo 88 Aterrador y abrumador img
Capítulo 89 Capítulo 89 Demasiado lejos img
Capítulo 90 Capítulo 90 Ardiente, desesperado y deseoso img
Capítulo 91 Capítulo 91 Un vacío punzante img
Capítulo 92 Capítulo 92 Una lluvia torrencial img
Capítulo 93 Capítulo 93 Duelo y deber img
Capítulo 94 Capítulo 94 Un monstruo grande y feo img
Capítulo 95 Capítulo 95 No más cortesía img
Capítulo 96 Capítulo 96 Deja de fingir img
Capítulo 97 Capítulo 97 Amada y apreciada img
Capítulo 98 Capítulo 98 La mejor fiesta de la historia img
Capítulo 99 Capítulo 99 Noche de chicas img
Capítulo 100 Capítulo 100 Segunda cita img
img
  /  3
img

Capítulo 2 Capítulo 2 Frío y vacío

Punto de vista de Seraphina

El frágil silencio se vio interrumpido por completo con un grito desgarrador que resonó por el pasillo estéril.

-¡Papá! ¿Dónde estás?

Todas las cabezas voltearon al mismo tiempo. Mi estómago se hundió cuando Celeste apareció. Su cabello dorado ondeaba detrás de ella y sus mejillas estaban rojas por haber corrido. Sus ojos estaban cubiertos de lágrimas, pero su belleza seguía siendo impresionante.

Después de diez años, la repentina aparición de mi hermana me impactó con un golpe de verdad.

Casi por instinto, me giré hacia Kieran, quien estaba mirando a Celeste boquiabierto, como si fuera un sueño del que temía despertar. El anhelo puro en sus ojos era más que suficiente para responder la pregunta que me había atormentado durante todos estos años: su corazón nunca había sido mío.

-Díganme que no llegué tarde -rogó Celeste, con la voz rota. Al no responder nadie, sus rodillas cedieron.

Kieran se movió a una velocidad de la que ningún licántropo era capaz. La atrapó justo antes de que tocara el suelo, acunándola contra su pecho mientras mi madre y mi hermano se unían a ellos en un abrazo colectivo. Sus cuerpos entrelazados y sus sollozos compartidos pintaban un retrato familiar perfecto, uno del que yo jamás había sido parte.

Este pensamiento me desgarró la garganta. Después de todo, yo también había perdido a mi padre. ¿No merecía yo llorar su pérdida?

No obstante, este era el mundo de Celeste y siempre lo había sido. Desde que dio sus primeros pasos, todos los ojos habían estado sobre ella, admirándola y amándola. Mientras ella brillaba, yo me convertí en solo una sombra.

Ahora, mientras sus gemidos de dolor resonaban en toda la sala, yo bien podía haber sido invisible.

La puerta de salida me tentaba. Era mejor irme con la poca dignidad que me quedaba a esperar su inevitable rechazo.

Ni una sola cabeza volteó cuando me escabullí.

Para cuando llegué a casa, mis lágrimas ya se habían secado, dejando unos rastros salados en mis mejillas. Sin embargo, ¿qué pasaría con el dolor vacío en mi pecho? Sentía que se quedaría conmigo para siempre.

Lo primero que hice fue ir al cuarto de Daniel para ver cómo estaba.

Me sorprendió ver la luz encendida bajo su puerta. Cuando la abrí, encontré a mi hijo de nueve años acurrucado con las rodillas contra su pecho, haciendo como una pequeña fortaleza contra el mundo exterior.

-¿Mami? -Su voz sonaba demasiado infantil, pero como si supiera lo que pasaba.

Me senté al borde de su cama en forma de auto de carreras. -Mi amor, ¿qué haces despierto?

Se mordió el labio inferior. -Algo le pasó al abuelo Edward, ¿verdad?

Me quedé sin aire en los pulmones. ¿Cómo podría decirle a este niño de ojos brillantes que el hombre que le había enseñado a rastrear venados el verano pasado se había ido para siempre? Acaricié su rodilla sobre su pijama. -Cariño, pasó... Pasó algo en la noche y el abuelo se lastimó...

-Se murió. -El susurro de Daniel tenía una certeza que daba miedo-. Nuestro vínculo... se rompió.

Mi mano se detuvo en seco. A los nueve, no debería haber sido capaz de sentir cómo se cortaban los vínculos de la manada. No obstante, aquí estaba él, demostrando la misma sensibilidad de lobo que yo había pasado su vida entera rezando que heredara.

Mi alivio luchó contra mi asombro. De esta manera, él no sería como yo. No tendría que cargar con la vergüenza de ser el hijo defectuoso del Alfa, un licántropo cuyo lobo nunca se manifestó.

-Ven aquí, mi pequeño niño valiente- Lo abracé fuerte, inhalando su olor a jarabe de arce y sudor infantil. A pesar de que lamentaba esa desastrosa Cacería de Luna de Sangre, nunca me arrepentiría del milagro que me dio esa noche.

Daniel era la única cosa pura en mi vida, el único corazón que me amaba de manera incondicional.

Mientras arropaba sus hombros con su manta con dibujos de naves espaciales, él me miró con sus ojos llenos de alma, los mismos ojos de Kieran pero en miniatura.

-Tú y papi siempre estarán conmigo, ¿verdad?

Su pregunta me atravesó como una lanza. Acaricié su cabello con mis dedos, justo como hacía cuando era un bebé que no podía dormir. -Ay, mi amor...

¿Cómo podía explicarle que su padre nunca había sido mío? ¿Que la manera en que Kieran había mirado a Celeste hace poco, como si el sol hubiera salido después de una década de oscuridad, era una mirada que nunca me había dado a mí? ¿Que el abrazo de ellos en el pasillo del hospital había sido más íntimo que cualquiera que él y yo hubiéramos compartido en diez años de matrimonio?

-No me iré a ninguna parte -le prometí, dándole un beso en su ceño fruncido-. Tu papi y yo te amamos por encima de todo -susurré-. Nada cambiará eso, nunca.

Su sonrisa dormilona me destrozó el alma. -Buenas noches, mami.

-Dulces sueños, mi vida. -Besé su frente, demorándome más de lo debido antes de salir.

Las luces fluorescentes de la cocina zumbaban mientras revisaba dentro del refrigerador. Las botellas de vidrio tintineaban, pero mi mano se congeló a mitad del camino al escuchar la puerta principal.

Kieran ya había llegado a casa.

Pensé que se quedaría toda la noche en el hospital, consolándola y reconectando.

Se movió a través de la casa oscura como una sombra hasta que sus hombros anchos ocuparon el marco entero de la puerta de la cocina. La luz de la luna resaltó las facciones definidas de su rostro mientras me recorría con su mirada vacía, como siempre.

El refrigerador zumbaba entre nosotros mientras pasaba su mano por encima de mi hombro. Su aroma a cedro y lluvia me envolvió por un traicionero momento antes de que se retirara, abriendo una botella de agua.

-¿Querías... algo de comer? -Mi voz sonó demasiado baja en el silencio-. No pudiste cenar.

No hubo respuesta. Solo podía escuchar su garganta mientras bebía. Sus músculos tensos se flexionaban bajo una barba corta que nunca me había permitido tocar. El sonido del plástico aplastado golpeando el contenedor de reciclaje me hizo temblar.

Se apoyó contra la mesa, con la cabeza inclinada como Atlas soportando el peso del mundo. Yo ya conocía esta rutina de memoria, habían sido diez años hablando con un fantasma.

-Solo voy a... -Me dirigí con lentitud hacia la puerta.

-Seraphina.

Escuchar mi nombre salir de su boca siempre me dejaba atónita, como si me bañaran con agua helada.

Me giré poco a poco. La luz de la luna proyectaba sombras duras debajo de sus pómulos y su expresión era tan difícil de leer como siempre.

-Tenemos que hablar.

Sus palabras tranquilas me generaron escalofríos. El modo en que se sujetaba a la mesa hacía que sus nudillos se pusieran blancos como hueso.

No hubo preámbulos, ni suavizó nada. Solo habló con su eficiencia brutal de siempre.

-Quiero el divorcio.

Diez años. Había esperado diez años para que acertara este golpe.

Aun así, era curioso cómo todavía la sorpresa me dolía.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022