Cada paso que doy por el templo se siente como una sacudida, intenso, profundo, como si supiera que lo que estaré a punto de descubrir me cambiará la vida para siempre.
Afuera hay un sol increíble, pero aquí dentro, solo se filtra por algunas partes del techo. Estructuras gigantescas, huele a arena, pero diferente. Se siente como si estuviera en una época en donde la humanidad ni siquiera existía. Y mi padre no nos guía por el sitio en donde se van otros turistas.
En el camino, me detengo admirar a una estatua de la que ahora conozco como la diosa Isis, adornada con diferentes ofrendas de algunas sacerdotisas o fanáticos, no lo sé; con la luz del sol pegándole justo en la cara.
Siento curiosidad por saber por qué Dania la considera tan importante como para tenerla tatuada, y además, darme obsequios con su símbolo. He guardado el collar y la pulsera en mis bermudas, así que lo aprieto junto a mi puño, teniendo por el momento la creencia de que puedo oler su fragancia.
Near y yo hemos estado intentando averiguar por qué el olor de Dania es mucho más fuerte que el de otros humanos, todavía no llegamos a una conclusión, pues ella parece bastante normal.
-Es por aquí...
La voz de mi padre nos hace a Near y a mí volver a la realidad, pasamos junto a Adriel por una especie de compuerta construida de piedra con arena, que nos da paso a un lugar más cerrado, oscuro. Papá de alguna manera consigue hacer fuego, toma las antorchas, las enciende y nos da una a mí y mi hermano. Esto es cada vez más raro. Aquí no hay peligro alguno, lo puedo sentir pese a los nervios y la curiosidad.
-Padre necesito que me digas qué está ocurriendo. Hemos hecho un viaje de más de un día para venir acá y... -Dejo de hablar cuando veo a mi padre sacar un libro pesado debajo de la tierra en la esquina de una estatua vieja.
¿Pero qué demonios?
La ansiedad me invade pero camino hasta él, dispuesto a escuchar todo.
-Lo que tu hermano te dijo la otra noche... Es verdad, Leander -confiesa, helándome-. Un hombre del linaje de hombres lobo de nuestra familia está destinado a proteger a la bruja elegida por la misma diosa Isis. Esta mujer, bruja única y pura, habita entre los humanos como cualquiera de ellos, ocultándose de las especie como nosotros porque, Leander, no sabes lo que podría hacer uno o más Alfas con sus poderes.
Adriel me aprieta el hombro y sé que Raid está intentando hablar con Near pensando que estamos muertos de miedo. Pero no es miedo lo que sentimos, es incredulidad combinada con un directo ataque al corazón.
¿Por qué nosotros? ¿Qué tenemos de especial? ¿Qué cosas me ha ocultado mi padre todos estos años?
-Okay... -Asiento, asimilando que esto va en serio-. Pero... ¿Cómo...? ¿Para qué quieren tenerla? La humanidad no podría extinguirse jamás.
Mi padre finalmente se acerca entendiendo mi confusión, me acerca al libro que coloca en una especie de mesa de piedra, y comienza a pasar las desgastadas páginas, que definitivamente pertenece a una bruja.
-Leander, no se trata de eso. Nuestra especie está a siglos de poder superar a los humanos en mayoría. Hay tesoros, oro, mucho dinero de por medio que los lobos desean; si encuentran a la bruja encuentran, no dudarán en utilizarla para poner a los humanos a sus pies -señala el libro, mostrándome lo que al parecer son números de la profecía en egipcio-. Nuestros antepasados se han desligado del mundo de los lobos desde hace años, teniendo una vida entre humanos, sabiendo que la profecía corre por la sangre de nuestro linaje y nuestros lobos dorados. Y hijo... -Mira mis ojos-. Somos los últimos Cox sobrevivientes justo antes de que ocurra uno de los eclipses solares más grandes de la historia. Se supone que antes de que esto ocurra, debemos encontrarla.
Tratando de asimilar lo que acabo de escuchar, sigo haciendo preguntas que mi padre sigue respondiendo mientras me muestra el libro, como si yo supiera leer egipcio. Diosa.
Papá me dice que mi deber es impedir que otros hombres lobos la encuentren, retenerla hasta el eclipse solar en donde ella podrá cumplir con su misión, que es utilizar la energía lunar junto a la solar para realizar un hechizo que impida que los lobos y humanos entren en guerra; de lo contrario, si ellos la consiguen primero, utilizaran esa energía a su favor, haciendo a los humanos sumisos, esclavos de nuestra especie. Los lobos que saben de la profecía no son capaces de atacar sin utilizar una fuerza mayor a ellos, porque los humanos cuentan con muchas armas que podrían destruirnos.
Near comienza a angustiarse con la idea de imaginarnos a la humanidad sumida en tristeza y oscuridad, por una especie que aunque es nuestra, no la conocemos. Los humanos se hacen demasiado daño a sí mismos, sí, pero saber que pueden parar como esclavos me indigna.
-¿Cómo es que sabemos que ella existe realmente? ¿Qué aspecto tiene? Si vive oculta de nosotros, ¿cómo se supone que voy a conseguirla?
Increíble, ni siquiera tengo una vida plena por vivir con humanos y ahora también debo salvarlos de mi especie; pero no es la idea lo que me molesta, ya que no quiero que nadie sufra, es el hecho de que ni siquiera podré tener una vida normal, la que tanto anhelo.
-Es que la profecía, aunque parezca precisa, no lo es -explica mi hermano, y todavía no puedo creer que lo haya sabido todo este tiempo y no yo ¡él es el menor!-. Si hay algo que sabemos es que ella nació hace veinte años. Muchos de nuestros antepasados estuvieron buscándola pensando que era de su época, pero no lo fue, es de la nuestra. Un estudio humano reciente reveló el primer calendario lunar de la historia. El eclipse, ocurre en esta década, y según los astrólogos, el próximo eclipse más grande ocurrirá dentro de unos meses.
Mi boca se abre en sorpresa.
-¿En unos meses? -cuestiono, molesto-. ¿Y cuándo pensaban decirme todo esto? ¿Por qué tú lo sabías y no yo? Es que... Es que yo...
Termino dándole un golpe al suelo de arena, frustrado igual que Near. No podemos creer que estemos a punto de abandonar nuestra vida para buscar una bruja que es prácticamente invisible y ni siquiera se nos presente la oportunidad de conocer mejor a Dania.
Dania. Dania. Los diges, el tatuaje...
-Lo siento, Leander es que tú... Eres un poco impulsivo... Tu hermano es quien ha estado buscando a la bruja desde hace unos años, yo también estuve buscándola. No quería decirte nada de esto hasta encontrarla...
-Ah qué buen plan... -digo con sarcasmo, y me río ante la idea de mi familia llegando con una mujer desconocida diciéndome algo como: "renuncia a tu empleo de humano, protege a esta mujer de hombres lobos que quieren dominar la humanidad."
Near no deja de pronunciar el nombre de Dania, como si intentara recapitular, y entonces habla en mi mente finalmente.
-¿Cómo es? ¿Ese libro muestra alguna señal? Debe haberla, hay muchas mujeres en el mundo.
Le hago la pregunta a mi padre, y este hojea el libro.
-Además de sus excepcionales poderes. Debe ser devota a la Diosa Isis, eso sin duda...
Mi corazón comienza a acelerarse.
-Y la marca, papá... -Adriel toma el libro hojeándolo una vez más e indicando algo-. La marca de nacimiento, como una media luna, o las alas de la diosa Isis.
-Mierda Leander -espeta Near mientras recordamos la imagen de la marca de Dania cerca del lóbulo de su oreja ¡una media luna!, su tatuaje, los diges que me obsequió.
-Las... ¿Las brujas tienen algún olor específico? -logro preguntar entre la revolución en mi mente.
-No lo sé -responde mi papá.
Adriel comienza a buscar en el libro, una sección que no parece ligada a la profecía sino que habla de las sacerdotisas de Isis.
-En el antiguo Egipto, las mujeres practicantes de la brujería o sacerdotisas usaban un perfume natural en base a miel y naranja, es lo único que dice...
Con ello, algo estalla dentro de mi pecho. Near aúlla fuerte alertando a mi familia, y se me vuelve imposible controlar su transformación ante la idea de que Dania esté en peligro. Aunque no estemos seguros de que es una bruja, las señales son tan abrumadoras como la desesperación en nuestro corazón.
Si se trata de Dania, sé que tanto Near como yo estamos dispuestos a protegerla, y dar la vida por ella si es necesario.