Su promesa: los bebés de la mafia
img img Su promesa: los bebés de la mafia img Capítulo 8 Capítulo 8 ¿Lo había juzgado mal
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Capítulo 13 Capítulo 13 Se lo dije img
Capítulo 14 Capítulo 14 ¿Estás loca img
Capítulo 15 Capítulo 15 Los consejos img
Capítulo 16 Capítulo 16 Que lo aborte img
Capítulo 17 Capítulo 17 El secreto img
Capítulo 18 Capítulo 18 El cambio de actitud img
Capítulo 19 Capítulo 19 Trabajo es trabajo img
Capítulo 20 Capítulo 20 Primer día de trabajo img
Capítulo 21 Capítulo 21 Un ser valioso img
Capítulo 22 Capítulo 22 ¿Crees en el destino y el amor a primera vista img
Capítulo 23 Capítulo 23 Un encuentro inesperado img
Capítulo 24 Capítulo 24 Palabras amargas img
Capítulo 25 Capítulo 25 Tiempo de sincerarse img
Capítulo 26 Capítulo 26 Salvada por una llamada img
Capítulo 27 Capítulo 27 Una absurda propuesta img
Capítulo 28 Capítulo 28 El ultimátum de Cristian img
Capítulo 29 Capítulo 29 Se mudará conmigo img
Capítulo 30 Capítulo 30 Un nuevo hogar img
Capítulo 31 Capítulo 31 Una imprudente invitación img
Capítulo 32 Capítulo 32 El anillo de compromiso img
Capítulo 33 Capítulo 33 Una falsa actitud img
Capítulo 34 Capítulo 34 Una advertencia para temblar img
Capítulo 35 Capítulo 35 Una sincera disculpa img
Capítulo 36 Capítulo 36 Intentando llegar al fondo de la verdad img
Capítulo 37 Capítulo 37 Conociendo a la familia Escobar img
Capítulo 38 Capítulo 38 La jefa img
Capítulo 39 Capítulo 39 Contraataque img
Capítulo 40 Capítulo 40 Él me defendió img
Capítulo 41 Capítulo 41 Dejaría de ser una cobarde img
Capítulo 42 Capítulo 42 Cuestión de tiempo img
Capítulo 43 Capítulo 43 Tocar la fibra sensible img
Capítulo 44 Capítulo 44 Hacer la paz img
Capítulo 45 Capítulo 45 Loco corazón img
Capítulo 46 Capítulo 46 La fortaleza más grande de todas img
Capítulo 47 Capítulo 47 Obteniendo información img
Capítulo 48 Capítulo 48 Una inusual invitación img
Capítulo 49 Capítulo 49 Una amena noche de película img
Capítulo 50 Capítulo 50 El primer paso para solucionar las cosas img
Capítulo 51 Capítulo 51 Su lado tierno con los niños img
Capítulo 52 Capítulo 52 En la boca del lobo img
Capítulo 53 Capítulo 53 Un estallido de ira img
Capítulo 54 Capítulo 54 Perdiendo el control img
Capítulo 55 Capítulo 55 Sentimientos aflorados img
Capítulo 56 Capítulo 56 img
Capítulo 57 Capítulo 57 img
Capítulo 58 Capítulo 58 img
Capítulo 59 Capítulo 59 img
Capítulo 60 Capítulo 60 img
Capítulo 61 Capítulo 61 img
Capítulo 62 Capítulo 62 img
Capítulo 63 Capítulo 63 img
Capítulo 64 Capítulo 64 img
Capítulo 65 Capítulo 65 img
Capítulo 66 Capítulo 66 img
Capítulo 67 Capítulo 67 img
Capítulo 68 Capítulo 68 img
Capítulo 69 Capítulo 69 img
Capítulo 70 Capítulo 70 img
Capítulo 71 Capítulo 71 img
Capítulo 72 Capítulo 72 img
Capítulo 73 Capítulo 73 img
Capítulo 74 Capítulo 74 img
Capítulo 75 Capítulo 75 img
Capítulo 76 Capítulo 76 img
Capítulo 77 Capítulo 77 img
Capítulo 78 Capítulo 78 img
Capítulo 79 Capítulo 79 img
Capítulo 80 Capítulo 80 img
Capítulo 81 Capítulo 81 img
Capítulo 82 Capítulo 82 img
Capítulo 83 Capítulo 83 img
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Capítulo 85 Capítulo 85 img
Capítulo 86 Capítulo 86 img
Capítulo 87 Capítulo 87 img
Capítulo 88 Capítulo 88 img
Capítulo 89 Capítulo 89 img
Capítulo 90 Capítulo 90 img
Capítulo 91 Capítulo 91 img
Capítulo 92 Capítulo 92 img
Capítulo 93 Capítulo 93 img
Capítulo 94 Capítulo 94 img
Capítulo 95 Capítulo 95 img
Capítulo 96 Capítulo 96 img
Capítulo 97 Capítulo 97 img
Capítulo 98 Capítulo 98 img
Capítulo 99 Capítulo 99 img
Capítulo 100 Capítulo 100 img
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Capítulo 8 Capítulo 8 ¿Lo había juzgado mal

Después de sentirme emocionalmente en piloto automático por varias horas, decidí llamar a mi médico para programar una cita el mismo día. Lo más difícil sería realizarme otra prueba de embarazo para confirmarlo.

Escuchar que el bebé era del tamaño de un arándano fue suficiente razón para mí para ignorar al médico durante el resto de la ecografía. Cuando era más joven, había soñado con este momento y deseaba que fuera uno muy feliz, pero ahora sentía todo lo contrario.

No sabía cómo pedir una derivación hacia la clínica de ab*rto, pero al final lo conseguí. Si quería deshacerme del bebé ahora, no debería apegarme a la idea de que tenía un ser vivo en mi vientre.

Sí, eso era lo que iba a hacer. Debía seguir con mi vida y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Después de deshacerme del bebé, todo volvería a la normalidad. No había razón para seguir estresándome, así que volví al trabajo como siempre.

Sin embargo, en el fondo, no quería un ab*rto. Quería criar a mi hijo y tener algo totalmente mío que pudiera amar y atesorar.

A pesar de haberlo hecho antes, ahora la idea de hacer estriptis teniendo algo vivo en mi interior me enfermaba y definitivamente era algo que ya no quería. -Víctor -lo llamé antes de que cerrara la puerta de su oficina. Él volteó y frunció el ceño al verme. Esbozó una gran sonrisa en el rostro, probablemente feliz porque era la primera vez que me acercaba a él en toda la mitad del año desde que había entrado a trabajar ahí y no al revés, como era lo usual. -¿Crees que puedas programarme para trabajar detrás del bar hoy? -le pregunté.

Él me jaló hacia la oficina con la mano y cerró la puerta. Justo como el día anterior, colocó su mano sobre mi frente, intentando descubrir algo. -¿Te enfermaste de nuevo? -me preguntó.

-No, es decir, sí, quizás un poco, pero aún puedo trabajar, solo que no puedo bailar -me excusé con prontitud. No era técnicamente una mentira, pero estaba lejos de la verdad. Él tomó un mapa y con rapidez lo hojeó antes de volverlo a cerrar y tirarlo sobre su escritorio.

-Sabes qué, hablaré con mi hermano. Adelante -respondió y me sentí culpable. Jorge era una persona difícil con la que hablar y tomaba todo con mucha seriedad. Por eso, había ido con Víctor primero, pero él estaba dispuesto incluso a ir más lejos por mí y hablar con su hermano.

-¿Estás seguro? Porque si no puedo, está bien -le comenté, intentando mostrarme amable. Esperaba que él ignorara mis palabras, lo que por fortuna hizo. -Sí, adelante, está bien -me respondió.

No me quedaría a escucharlo una tercera vez. Volteé con prisa para irme, pero en el proceso me choqué contra un cuerpo tan duro como la piedra y sabía exactamente a quién le pertenecía. -¿Es este algún tipo de hábito tuyo? -. Escuché la voz de Cristian en cuanto me empujaba con suavidad.

-Lo... lo siento mucho -tartamudeé, manteniendo la cabeza gacha como siempre. -Ahora que estás aquí, te aviso de una vez. Ardilla trabajará detrás del bar hoy. Todavía está enferma -le dijo Víctor a su hermano menor. Para él, seguramente fue un alivio el que no tuviera que hablar con Jorge, pero, para mí, fue terrible. -Mírame -me ordenó Cristian, de la misma manera demandante de siempre. Yo obedecí.

Me miró a los ojos y caminó alrededor de mí mientras yo intentaba mantener la calma con todas mis fuerzas. -Todavía te ves como la mi*rda -concluyó él. «Sí, luzco así, pero es porque llevo a tu bebé en mi interior», pensé.

-¿Entonces está bien? -preguntó Víctor para reconfirmar. A veces me sorprendía ver cuán respetuoso era con Cristian pese a ser mayor que él. Sin embargo, Lucas siempre había dejado en claro que, si él no estaba cerca, su hijo menor era el que quedaba a cargo, luego Jorge y al final Víctor.

-Por mí puedes pedirles a las chicas que bailen alrededor de una fogata. No me interesa. Haz lo que tengas que hacer -respondió encogiéndose de hombros con indiferencia. Entregó un archivo en las manos de su hermano. «¿Eso era lo que iba a decir si le decía que estaba embarazada? Tú y tu bebé pueden bailar alrededor de una fogata».

-Solo vine a darte esto -dijo y gentilmente colocó una mano en mi espalda. Yo me congelé por un segundo y lo miré confundida por su acción. -Te llevaré al bar, vamos -me dijo.

No me negué ni lo empujé en cuanto él me llevaba por el pasillo que dirigía al club.

El recinto estaba cerrado aún, por lo que todas las chicas voltearon a verme para regalarme una mirada maliciosa. Por lo general, no me importaba porque Laura y Esperanza me protegían, pero hoy era su día libre.

-¡Fabricio! -llamó Cristian y abrió la puerta de la gran cocina. Solo había estado ahí una vez y fue cuando empecé a trabajar ahí. Lo recordaba como si fuera ayer: Lucas intentando convencerme, diciéndome que creía que me sentiría más cómoda como bartender, pero como hacer estriptis me daba más dinero, en ese momento lo tomé como mejor opción.

En el momento en que él entró, todo el personal se detuvo de hacer lo que estaba haciendo y se alineó perfectamente como perros obedientes mientras Cristian se reía, quizá pensando que era tan incómodo como yo creía. -¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó el hombre que justo aparecía mientras me miraba de arriba hacia abajo.

-Esta es Paz. Ayudará aquí de manera temporal. Cuida de ella, no la hagas lavar los platos, no le des ninguna tarea complicada y sé amable. Si escucho una sola queja, estás despedido -dijo entonces y todos asintieron a la vez antes de volver a sus quehaceres. Fabricio, sin embargo, se quedó en pie frente a mí.

Cristian había dicho «temporalmente» cuando en verdad yo solo había solicitado un día porque tenía miedo de que se negaran. Pero ahí estaba él, haciendo todo por mí. La único que me gustaría que hiciera sería llamarme por mi nombre. Era algo que no escuchaba muy a menudo a excepción de cuando Lucas estaba por ahí.

-Así que nos encontramos de nuevo -me saludó Fabricio con un apretón de manos. -No te preocupes. Cuidaré bien de ella -agregó.

-Más te vale -contestó Cristian y se dio la vuelta. Colocó ambas manos sobre mis hombros y me miró fijo. -No eres una buena oyente, ¿no es así? Te pedí que te quedaras en casa -me regañó con un tono irritado y me dejó ir antes de seguir su camino hacia la salida.

-Bien, te mostraré lo que puedes hacer -dijo entonces Fabricio dando una palmada. Empezó a darme instrucciones. Lo único que tuve que hacer durante la noche fue cortar limones y algunas otras frutas. No era nada especial y era extremadamente aburrido, pero al menos me pagaban. Quizá no iba a recibir las propinas a las que estaba acostumbrada, pero al menos podría pagar mi alquiler.

Ya había pasado bastante tiempo y mis brazos habían empezado a cansarse. Sin embargo, lo último que podía hacer era quejarme. Ni siquiera se suponía que debía estar ahí, así que no tenía derecho a quejarme.

-Ardilla, ya puedes irte -me dijo Fabricio, lo cual me sorprendió tanto que tiré el cuchillo por casualidad. Me di la vuelta. «¿Ya puedo irme?». Faltaban al menos tres horas para mi horario de salida.

-Órdenes del jefe -dijo entonces cuando vio mi mirada de sorpresa. Todo lo que pude hacer fue asentir con torpeza. Tomé todas mis cosas y caminé hacia la puerta trasera. Salir temprano no era una gran ventaja teniendo en cuenta que ya había programado mi Uber para otro horario.

-¿Paz? -me llamó por mi nombre un hombre al lado de un auto y yo retrocedí. Incluso si estaba oscuro, no me fue difícil reconocer quién era. Solía trabajar para los hermanos Escobar como su chofer. -¿Sí? -pregunté.

-El jefe me pidió que me asegurara de que volvieras a casa a salvo. Vamos -me dijo y mantuvo la puerta abierta. Obtener transporte gratuito hacia mi casa y no tener que pagar por un Uber no era algo que tenían que pedirme dos veces, así que entré en seguida.

Aun así, no pude evitar preguntarme. «¿Por qué?»

«¿Por qué cuida tanto de mí?»

Miré mi vientre plano y pensé sobre cómo podría ser mi vida. ¿Acaso lo había juzgado mal? ¿Si le dijera la verdad, asumiría su responsabilidad y me ayudaría a criar a nuestro hijo?

No, claro que no, por supuesto que no lo haría.

Ya me había dicho que me estaba cuidando porque Lucas se lo había ordenado. Ya me había dicho que cuidaba del bienestar de todos sus empleados y yo definitivamente no era un caso especial. No había forma de que me aceptara a mí o a mi bebé. Él venía de una familia rica con lazos con la mafia y alguien como yo no encajaría para nada en esa imagen. Además, ni siquiera me sentiría segura trayendo a un niño a la vida. Debía ignorar como fuera cualquier loca idea que me estaba llegando de pronto a la cabeza. Mi vida no era un cuento de hadas.

¿Qué pasaría si tuviera al bebé y Cristian me ordenara de repente que se lo entregara de la misma manera que le gustaba ordenar a todos a su alrededor?

¿Podría llegar a ganar un caso judicial como ese?

Sentí un ligero mareo en mi cabeza y cerré los ojos de inmediato, esperando que mis síntomas se esfumaran. -¿Está bien, señorita? -me preguntó el hombre detrás del volante y yo solo asentí con la cabeza.

Si iba a tener a ese bebé, le daría una vida que mereciera con o sin su padre.

Si iba a tener a ese bebé, lo haría por mi cuenta, de tal manera que nadie podría quitármelo.

            
            

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