Capítulo 5 No.5

La Villa Vance emergió de la niebla como una fortaleza moderna de hormigón y cristal, enclavada en medio de un bosque denso a las afueras de la ciudad. No había jardines floridos ni fuentes ostentosas. Solo líneas rectas, sombras alargadas y silencio.

El coche se detuvo. No había sirvientes alineados para recibirlos. La casa parecía vacía, fría.

-No me gusta la gente -explicó Ethan mientras la rampa descendía-. Solo Alfred y el personal de limpieza que viene cuando no estoy.

Entraron en el vestíbulo. Era un espacio cavernoso, minimalista hasta el extremo. Suelos de mármol negro, paredes grises, arte abstracto que parecía más manchas de sangre que pintura. Scarlett se sintió pequeña en aquel espacio. Se abrazó a sí misma, sintiendo que había entrado en la guarida de una bestia solitaria.

El teléfono de Ethan, montado en el reposabrazos de su silla, sonó. El nombre en la pantalla decía "Marcus".

Ethan contestó, activando el altavoz intencionalmente.

-¿Ya huyó la princesita al ver tu cueva, Ethan? -La voz de Marcus Sterling, burlona y confiada, llenó el vestíbulo-. Te dije que no duraría ni una hora. Me debes diez mil.

Scarlett se congeló. ¿Una apuesta?

Ethan miró a Scarlett a los ojos, su expresión ilegible.

-Todavía está aquí, Marcus. Perdiste la apuesta.

Hubo un silencio al otro lado de la línea. Un sonido de atragantamiento.

-¿Qué? ¿Está ahí? ¿Contigo?

-Está a un metro de mí, escuchando que apostaste sobre su huida -dijo Ethan con una satisfacción seca.

Scarlett sintió que la sangre le subía a las mejillas. Indignación.

-¿Apostaron sobre mí? -interrumpió ella, acercándose al teléfono-. ¿Soy un juego para ustedes?

-Mierda -susurró Marcus antes de colgar abruptamente.

Ethan guardó el teléfono, sin mostrar ni una pizca de remordimiento.

-La mayoría huye al ver la silla y escuchar sobre la deuda -dijo él encogiéndose de hombros-. Era una apuesta segura.

-No soy la mayoría -dijo Scarlett, levantando la barbilla.

-Eso parece.

Alfred llevó las maletas de Scarlett al segundo piso. Ethan la guió hacia el ascensor y luego por un largo pasillo hasta el dormitorio principal.

Abrió la puerta. Era una habitación inmensa, dominada por una cama king-size con sábanas de seda gris.

-Dormirás aquí -dijo Ethan.

Scarlett miró alrededor. -¿Y tú?

-También aquí.

Ante la mirada de sorpresa de Scarlett, Ethan explicó con impaciencia:

-Esta villa es antigua en estructura pero modernizada en seguridad. Solo el ala principal tiene los sistemas de accesibilidad completos y el protocolo de seguridad biométrica que necesito. Las otras habitaciones son para invitados y no están equipadas para mi... condición. No voy a dormir en el pasillo por tu modestia.

Scarlett miró la cama. Era enorme, pero la idea de compartirla con este hombre, este extraño intenso y misterioso, la ponía nerviosa.

-¿Esperas que durmamos juntos? -preguntó ella con cautela.

Ethan soltó una risa corta. Giró su silla para enfrentarla.

-Soy un lisiado, Scarlett. ¿Qué crees que voy a hacerte? -Su voz goteaba sarcasmo-. Mi cuerpo no funciona de esa manera. Estás más segura aquí que en un convento.

Scarlett se sonrojó violentamente, sintiéndose culpable por sospechar. Por supuesto. Él estaba paralizado.

-Lo siento -murmuró-. No quise...

-Además -añadió él, girándose hacia la cama-, mi familia tiene espías. Si duermes en el sofá, sabrán que esto es una farsa en menos de 24 horas. Debemos parecer un matrimonio real.

Scarlett asintió, aceptando la lógica retorcida de su nueva vida.

Ethan se acercó al borde de la cama. Scarlett desvió la mirada, queriendo darle privacidad, pero no pudo evitar mirar por el rabillo del ojo.

Ethan frenó la silla. Puso sus manos en los reposabrazos. Sus bíceps se tensaron, marcándose bajo la camisa blanca de una manera impresionante. Con un gruñido de esfuerzo y un movimiento fluido y poderoso de su torso superior, levantó todo su peso corporal y se transfirió a la cama, arrastrando sus piernas tras de él como un peso muerto.

La fuerza bruta de sus brazos y hombros era evidente, contrastando con la inmovilidad de sus piernas. Scarlett sintió una punzada de admiración y tristeza.

Ethan se acomodó, respirando un poco más fuerte por el esfuerzo. Sus ojos se encontraron con los de ella, y por un segundo, Scarlett creyó ver un brillo extraño en su mirada, algo que no era dolor, sino un desafío oculto, profundo y oscuro.

-El baño es tuyo primero -dijo Ethan, rompiendo el contacto visual-. No tardes. Odio esperar.

Scarlett agarró su pijama y corrió hacia el baño, cerrando la puerta y apoyándose contra ella para respirar. Su corazón latía demasiado rápido.

            
            

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