El Color de la Venganza
img img El Color de la Venganza img Capítulo 2 Capitulo Uno
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Capítulo 6 Culpable o no img
Capítulo 7 Entre el amor, y el odio. img
Capítulo 8 Entre el amor y el odio. (Segunda parte) img
Capítulo 9 Maldita suerte de quererte. img
Capítulo 10 Decisiones Extremas img
Capítulo 11 No hieras mi corazón. img
Capítulo 12 Un corazón que está muriendo. img
Capítulo 13 No estamos solas. img
Capítulo 14 El odio puede más que la razón. img
Capítulo 15 Lo que ayer fue dicha, ahora es dolor. img
Capítulo 16 Descubriendo la verdad. img
Capítulo 17 Embarazada y en prisión. img
Capítulo 18 Escapando del verdugo. img
Capítulo 19 Un ángel en el camino. img
Capítulo 20 De pasión mortal, moría. img
Capítulo 21 Mañana será un día nuevo. img
Capítulo 22 Amargas verdades. img
Capítulo 23 Pintas de colores mis mañanas tristes. img
Capítulo 24 Hasta que llegaste tú. img
Capítulo 25 Perdiéndolo todo. img
Capítulo 26 Tres razones para ver la luz del día. img
Capítulo 27 Me dediqué a perderte. img
Capítulo 28 No me quiero enamorar. img
Capítulo 29 Solo el amor nos salva. img
Capítulo 30 Solamente tú. img
Capítulo 31 Se me hace el agua corazón. img
Capítulo 32 Se me escapa el alma. img
Capítulo 33 Beso a beso, te iré enamorando. img
Capítulo 34 Mereces que te ames. img
Capítulo 35 Ella tiene ya otro amor, y él no tiene nada. img
Capítulo 36 Te dejo mi calor, por si te enfrías. img
Capítulo 37 De tí, aprendió mi corazón. img
Capítulo 38 Hazme sentir, que soy mujer. img
Capítulo 39 Si tú no regresas, no hay felicidad. img
Capítulo 40 Solo se me ocurre, amarte. img
Capítulo 41 Y es que no sabes, lo que tú me haces sentir. img
Capítulo 42 Dos solitarios más. img
Capítulo 43 Reencuentro Inesperado. img
Capítulo 44 Mi corazón te busca. img
Capítulo 45 Revelaciones (I Parte) img
Capítulo 46 Revelaciones (II Parte) img
Capítulo 47 Revelaciones (III Parte) img
Capítulo 48 Amarga Verdad. img
Capítulo 49 No me dejes nunca. img
Capítulo 50 Eres el fuego, que me calcina. img
Capítulo 51 Desde que llegaste tú. img
Capítulo 52 A punto de perder el control. img
Capítulo 53 Me amarro a tu vida. img
Capítulo 54 Fundiéndonos labio a labio. img
Capítulo 55 A rojo vivo, el deseo. img
Capítulo 56 Él se llevo tu inocencia, pero yo te hice mujer. img
Capítulo 57 Tan lejos, y tan cerca. img
Capítulo 58 Comprendí, que había perdido. img
Capítulo 59 Otro ocupa mi lugar. img
Capítulo 60 Simplemente amigos. img
Capítulo 61 Peligro de amor. img
Capítulo 62 Liberando el alma. img
Capítulo 63 Tú vas cambiando mi vida. img
Capítulo 64 Vida nueva. img
Capítulo 65 Me duele pensar que, nunca mío serás. img
Capítulo 66 Eres el aire que respiro. img
Capítulo 67 Te echo de menos. img
Capítulo 68 Me gusta abrazarte, y perderme en tu aroma. img
Capítulo 69 Por ti esperando en la vía. img
Capítulo 70 Recuérdame. img
Capítulo 71 El Reencuentro. img
Capítulo 72 El peligro asecha. img
Capítulo 73 ¿Iván o Pamela img
Capítulo 74 Prisionera. img
Capítulo 75 Buscando paz. img
Capítulo 76 San Carlos de Bariloche. img
Capítulo 77 No sé si es amor. img
Capítulo 78 Esperanzas rotas. img
Capítulo 79 Déjate querer. img
Capítulo 80 Ese beso de amor, que no se olvida. img
Capítulo 81 Pasiones que se convierten en cárceles. img
Capítulo 82 Cicatrices. img
Capítulo 83 Me encargaré de borrar las huellas de tu pasado. img
Capítulo 84 Te metiste por mis poros, para alegrarme la vida. img
Capítulo 85 Yo iba pensando en tu venida. img
Capítulo 86 Amor verdadero. img
Capítulo 87 Yo fui el segundo en tu vida... img
Capítulo 88 Malas noticias. img
Capítulo 89 Incertidumbre. img
Capítulo 90 ¿Una oportunidad img
Capítulo 91 Revelaciones. img
Capítulo 92 Separación img
Capítulo 93 El frío abismo de tu ausencia. img
Capítulo 94 Un silencio profundo en el corazón. img
Capítulo 95 Derrotado y sin hallar la calma. img
Capítulo 96 Te amo, Olivia. img
Capítulo 97 Con el amor que me das, yo respiro. img
Capítulo 98 Yo te amo, y por tu amor, me hago santo. img
Capítulo 99 Es así, como me amarro a tu vida. img
Capítulo 100 Yo quiero hacerte florecer. img
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Capítulo 2 Capitulo Uno

Quito-Pichincha, Ecuador

Cuatro años, seis meses antes

Iván Arellano, subía las escaleras de piedra de la entrada principal de su imponente casa. Felices recuerdos se le vinieron a su mente al revivir aquellos años de niño cuando con sus padres y hermano compartían en los amplios jardines de la mansión. Su corazón se envolvió de tristeza al recordar el accidente de tránsito que segó la vida de sus progenitores.

Iván, como el mayor, se hizo cargo de su hermanito pequeño, quién en la actualidad era un afamado pintor, muy reconocido en su país natal Ecuador.

El menor de los Arellano, se estaba abriendo paso a nivel internacional, en un mes presentaba una exposición en Alemania, era bastante hermético con su vida personal y profesional, por eso no permitía que nadie se adentrara en su estudio. Cuando plasmaba sus ideas en los lienzos se transformaba en otra persona, se transportaba a través de sus manos a dimensiones desconocidas, haciendo que en cada cuadro que él pintaba dejara grabada su esencia.

Iván percibió a lo lejos: «Lobo hombre en París by la Unión» sonrió al darse cuenta que la música provenía del ala izquierda de la mansión, en donde Alain, había instalado su estudio.

-«La luna llena sobre París, ha transformado en hombre a Dennis, rueda por los bares del boulevard, se ha alojado en un sucio hostal...» -cantaba y danzaba a todo pulmón Alain, mientras colocaba una capa transparente delgada de color sobre otra: una opaca, y por lo general clara. Su técnica y estilo único mezclaban veladuras, transparencias y, trabajos tonales; de esa manera sus retratos eran tan reales que con facilidad se confundían con fotografías. Gracias a esto era reconocido a nivel mundial.

De repente la música se detuvo y Alain, frenó su danza furioso: le molestaba en gran medida que alguien ingresara a su estudio sin previo aviso y, menos que lo interrumpieran cuando realizaba su trabajo.

-¡Maldita sea! -gruñó ceñudo, giró entonces, y toda la furia que emanaba de su mirada se transformó en alegría al ver a su hermano de pie, cerca del reproductor de música. -¡Iván! -exclamó con júbilo, lanzándose a abrazarlo. Los dos se estrecharon con fuerza, al mayor no le importó que Alain, le ensuciara con óleo su impecable ropa. -¿Por qué no me avisaste que regresabas a Quito? -reclamó el menor, con el semblante lleno de regocijo.

Iván estrechó en sus brazos a su hermano, sintiendo su pecho agitado de la emoción que lo embargaba.

-Quería darte una sorpresa -comentó, aclarándose la voz-. También deseaba conocer en qué gasta el tiempo mi hermanito menor -pronunció Iván, con una sonrisa en los labios, entonces el azul de su mirada se enfocó en los paisajes que colgaban sobre las blancas paredes del estudio. Caminó sin dejar de observar aquellas obras de arte, enarcó una ceja sintiendo su pecho hincharse de orgullo-. Eres un gran artista -aseveró con la voz entrecortada.

La mirada de Alain, se iluminó por completo, el verde de sus ojos brilló como dos esmeraldas radiantes. Las palabras de Iván, provocaron que su pecho se agitara, para él, su hermano era: su mayor inspiración, y el hecho de que valorara su trabajo significaba un gran logro.

-Gracias -expresó, al tiempo que sus labios perfilaban una amplia sonrisa-, tus palabras me emocionan.

-Tan solo digo la verdad -aseveró Iván; mientras recorría el bien equipado estudio de Alain, miró el estante en donde reposaban los materiales con los cuales su hermano menor daba vida a aquellos lienzos en blanco. Sonrió al ver el orden en el que estaban acomodados: los tubos de óleo reposaban en la primera fila, seguidos de los acrílicos. Más arriba asomaban las pinturas para acuarelas. En el siguiente estante aparecieron los frascos de pinceles, junto con los aceites de linaza, y las esencias de trementina. Entonces giró observando alrededor del estudio varios caballetes en los cuales descansaban diversos cuadros cubiertos con sábanas. De inmediato se aproximó a ellos y cuando sus largos dedos se disponían a develar una de las pinturas, el artista se acercó a grandes zancadas.

-Lo siento hermanito, nadie puede ver esos retratos son mis obras maestras, lo que me dará fama internacional -declaró con orgullo, tomando la mano de su hermano, evitando que los mirara-. Si los quieres apreciar, debes venir conmigo a Alemania.

-Por eso estoy aquí, no podía dejarte solo en esto, desde el día que nuestros padres murieron yo juré cuidarte, protegerte y apoyarte -afirmó Iván, con la firme convicción de estar siempre pendiente de su hermano menor.

Alain ladeó sus labios, desde que fallecieron sus progenitores: Iván se transformó en su papá, entre ellos había una gran conexión, mucha confianza, desde niños se llevaban bien y expresaban infinito amor uno por el otro.

-Vuelvo en unos minutos, no te atrevas a develar mis obras -advirtió Alain, señalando con el dedo índice a su hermano, entonces giró y se adentró al baño de su estudio con la finalidad lavarse las manos, y quitarse el overol que usaba para pintar sus obras.

Mientras tanto Iván, por un instante se vio tentado en develar los lienzos, pero por respeto no lo hizo, sin embargo, en varios cuadros que colgaban de las paredes observó la firma IvAl, enarcó una ceja, pensativo.

-¿IvAl? -preguntó a su hermano al momento que salió del baño.

-Es mi seudónimo -respondió sonriendo. -¿Quieres saber qué significa? -cuestionó, observándolo con brillo en su mirada.

-Claro -contestó, ansioso a espera de la respuesta de su hermano.

-Iv, por Iván, y Al por Alain, así inmortalizo nuestros nombres -afirmó inhalando profundo con el corazón lleno de alegría-. Claro que debes esperar a mi muerte para que mis obras suban de precio. -Carcajeó bromeando.

La mirada de Iván, se cubrió de nostalgia, hablar de muerte le causaba escalofrío y profunda tristeza.

-No pienses en esas cosas. -Colocó su mano derecha en el hombro de su hermano-. Más bien dime ¿cuándo me vas a presentar a esa misteriosa mujer de la que estás enamorado?

Alain esbozó una amplia sonrisa, su rostro jovial se iluminó, sus vivaces y azules ojos brillaron, pero no mencionó nada con respecto a esa misteriosa dama. Salió, junto con su hermano mayor del estudio, para dirigirse a la casa principal.

-Más bien deseo preguntarte ¿Cuándo vas a dejar la soltería? -cuestionó Alain, a su hermano mayor.

Iván carcajeó, ladeó su cabeza.

-Yo estoy bien así, me gusta la libertad -comentó-, además no he tenido la suerte de conocer a la indicada.

-Es que eres muy exigente con las mujeres -mencionó Alain, elevando su mirada al cielo.

Iván se limitó a sonreír ante las ocurrencias de su hermano.

Al ingresar al elegante salón, y recorrer por el piso de fino mármol italiano, la mirada de Iván, se clavó en una de las paredes, caminó sin dejar observar aquel retrato de sus padres que Alain, había plasmado en el lienzo. El corazón del hermano mayor, se estrujó en su pecho y algunas lágrimas brotaron de sus ojos.

-¿Tú los pintaste? -preguntó con la voz entrecortada.

-Sí -respondió Alain. -¿Qué te parece?

-Increíble, los plasmaste tan real, que es como si estuvieran aquí con nosotros...-afirmó, limpiando con el dorso de su mano aquellas lágrimas. -¡Estoy tan orgulloso de ti! -declaró Iván, abrazando a su hermano.

-Gracias -respondió Alain, con nostalgia en su mirada al también recordar a sus progenitores; luego observó su reloj y se dirigió a Iván-. Debo dejarte, este artista tiene una cita muy importante, con la 'mujer de su vida'-enfatizó la última frase.

Iván sonrió al escucharlo, anhelando que aquella dama en verdad amara a su hermano, juntos subieron a sus respectivas habitaciones.

A la mente de Iván, los recuerdos de su niñez golpearon su corazón al ingresar a su antigua alcoba, ahí en un fino estante de madera de roble, reposaban varios libros que su padre le regaló, y que su madre solía leer con él en las noches, inhaló profundo tratando de recomponerse, mientras su mirada se cristalizaba.

Luego de varios minutos, se asomó a la ventana y contempló a Alain, colocándose su chaqueta de cuero negro, su casco y sus guantes, saliendo en su Kawasaki, al encuentro con la mujer a la que afirmaba amar.

******

En lo alto del firmamento las estrellas alumbraban el cielo capitalino. Iván, sentado frente a la piscina, fumaba un cigarrillo sumido en sus recuerdos. Se sobresaltó cuando su celular sonó en su chaqueta, observó ceñudo aquel número sin embargo deslizó su dedo por la pantalla para responder.

-Iván Arellano -escuchó que lo nombraban con euforia-. Me encontré con tu hermano menor y me informa que estás aquí, en Ecuador -comentó aquella voz masculina al otro lado de la línea.

-¡Gustavo Saavedra! -exclamó Iván.

-Él mismo -afirmó el joven-, te llamo para darte la bienvenida, hermano. Ven a la plaza Foch.

-Estoy algo cansado -resopló Iván-, llegué hace unas horas.

-No me digas que los años ya empiezan a pesarte. -Carcajeó-, apenas cumpliremos tres décadas -bufó al otro lado de la línea Gustavo.

-No claro que no -afirmó Iván, riendo-. Está bien, cuando esté cerca te marco para saber en qué bar te encuentras.

-Perfecto -respondió Gustavo, colgando la llamada.

Iván apagó la colilla de cigarrillo, caminó con las manos en los bolsillos en dirección a la casa, aún no muy convencido de haber aceptado esa cita, sin embargo, no podía hacerle un desaire a su gran amigo.

*******

Las luces, música, y la alegría de la gente quiteña, concentrada a lo largo de la Mariscal, daban la bienvenida a Iván, quien hace años no conducía por aquellas calles y disfrutaba de una farra en la capital.

Bares, restaurantes, discotecas para todos los gustos, se concentraban a lo largo de la calle; jóvenes conversaban divertidos en las esquinas de cada intersección.

Iván tecleó el número de su amigo Gustavo, quien le indicó que siguiera su recorrido a un par de casas más adelante. Él se encontraba bebiendo cerveza con unos amigos de trabajo, sentados en una mesa en los exteriores de un exclusivo bar.

Iván prosiguió el camino, buscando estacionamiento, hasta que su mirada, se encontró con la de su gran amigo, quién levantó la mano en señal de saludo.

Más adelante aparcó el vehículo, y bajó de él caminando en dirección a su mejor amigo, captando la atención de las mujeres que se encontraban a su alrededor. No pudo evitar sonreír al escuchar los murmullos, una vez que llegó hasta donde lo esperaba Gustavo, ambos se estrecharon en un fuerte abrazo.

-Qué bueno tenerte de regreso en nuestro país.

-Gracias, espero quedarme un largo tiempo.

-Ven, acompáñame en la mesa con mis compañeros del bufete -sugirió Gustavo, procediendo a presentar a Iván, con ellos, entonces ambos tomaron asiento.

-Me informaron que hay una fiesta que organiza la Facultad de Medicina de la Universidad Central -comentó uno de ellos.

-¿Es privada?, o ¿Podemos acceder sin problema? -averiguó otro de los caballeros que disfrutaban de la bebida.

-Hay que comprar boletos, ustedes saben que esas fiestas se organizan para recaudar fondos -informó el más joven del grupo-, pero eso no es problema. -Sonrió bebiendo un sorbo de cerveza.

-No cuenten conmigo, no me gustan esas fiestas llenas de jovencitos inmaduros -comentó Iván, dando un sorbo a su vaso de whisky.

-Y de muchachas jóvenes y divinas... Cómo las que vienen por ahí -señaló Gustavo, refiriéndose a tres hermosas chicas que caminaban juntas.

Iván levantó su grisácea mirada, cruzándose con aquellos oscuros, y hermosos ojos de una de ellas; la chica se retiraba unos mechones de su cabellera negra, que se confundía con el ébano de la noche, y que le llegaba hasta la cintura.

Iván, con discreción recorrió con la mirada la delgada y esbelta figura de la jovencita quien lucía aquella noche unos jeans ajustados a sus curvas, acompañaba su atuendo una sencilla camiseta blanca, y una chamarra de piel café que hacían juego con sus botines. Él le dio un sorbo a su bebida apreciando aquel rostro angelical; ladeó una sonrisa impresionado con la belleza y simplicidad de ella.

La chica sintió sus mejillas enrojecer al sentir la penetrante mirada de aquel apuesto y elegante caballero. Desvió su vista a otro lado para que él no notara su nerviosismo; tomó del brazo a una de sus amigas caminando con prisa, alejándose del galanteo de los hombres que lo acompañaban.

Iván persiguió a la muchacha con la mirada, ella se estremeció al sentir ese vistazo penetrante recorrerla como fuego. Respiró profundo, tranquilizándose, era la primera vez que Paloma, a sus dieciocho años, estaba en un sitio tan concurrido. La joven se sentía muy emocionada era su reciente visita a una discoteca, no había tenido la oportunidad, debido a problemas familiares.

-¿Observaron a las muchachas que pasaron? -cuestionó Gustavo, dirigiendo su mirada color chocolate a su mejor amigo-. Bellísimas -comentó -, y están entrando a la fiesta de la U -orientó su rostro hacia el lugar.

-No creo que sea tan mala idea después de todo, ir a ese baile -señaló Iván, volviendo a darle un sorbo a su bebida, ladeando una sonrisa, recordando la tímida mirada de la joven de cabello oscuro.

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Hola chicas aquí les dejo la primera parte del primer capítulo, espero disfruten esta historia. No olviden dejar sus comentarios y estrellitas.

            
            

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