Sin ti pero contigo
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Capítulo 3 El día que mi vida cambio

Decidí empezar a escribir un diario, relatando las cosas desde lo último que recuerdo.

27 noviembre, 2017

Salí de mi trabajo como de costumbre y fui hasta la parada del colectivo, mientras esperaba, sentí un pinchazo en mi cuello y luego, perdí la conciencia. Cuando desperté, estaba en una casa extraña, junto a mí, se encontraba Ken Ferrara.

Literalmente salté de la cama y me coloqué en posición de pelea. Él me miraba sonriendo, empecé a preguntarle ¿Qué quería de mí? y ¿dónde carajos estaba? y todas las cosas que se me venían a la mente.

El muy cara dura siguió sonriendo y de pronto levantó las manos en señal de rendición.

-¿No lo recordás, mi amor? Llevas una semana acá conmigo, creo que te golpeaste la cabeza más fuerte de lo que pensábamos.

«¿Qué? ¿Cómo que una semana? ¿cómo que mi amor?» Si lo último que recuerdo es estar esperando el colectivo para ir a mi casa después del trabajo.

Ken se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta mientras decía que llamaría al médico para que me revisara, le preocupaba mi condición y yo, como seguía sin entender nada, me quedé parada como un hongo pensando. En cuanto Ken cerró la puerta reaccioné, fui al baño, me revisé por heridas o algo extraño, no encontré nada, excepto por un pequeño brote en el cuello.

Intento rememorar todo lo que ha ocurrido, realmente es muy extraño el cuento, además, personalmente yo no conozco a este hombre de nada más allá de sus escándalos en televisión. ¿Por qué me tiene acá?

Me coloqué la ropa que encontré, me calcé y fui a salir, para mi sorpresa, la puerta estaba cerrada con llave. Empecé a tocar para que me abrieran, pasaron quince minutos sin respuesta alguna. Ya cansada de golpear, decidí inspeccionar la habitación. Claramente esto es un secuestro, aunque no entiendo por qué a mí, no tengo dinero y lo que ganaba apenas alcanzaba para sobrevivir, tampoco soy influyente, ni hay nadie a quien chantajear con mi secuestro.

Oh ¿y si fuera para trata de blancas? Pero descarté esa posibilidad de inmediato, si fuera para eso no me tendrían acá, ni siquiera inventarían esa absurda historia sobre mi accidente.

Revisando la mesita de luz, junto a la cama, encontré una manopla, la cual me guardé de inmediato, estoy dispuesta a luchar hasta mi último aliento para salir de este lugar.

            
            

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