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Trabajando en la granja

Wanpian
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Capítulo 1 Matrimonio o trabajo.

En la mansión de la familia Kyros, específicamente en el despacho, se encontraban un padre y una hija, discutiendo el destino de la última mencionada, pero la situación, no era muy favorecedora, para el primero de ellos, que se encontraba a punto de perder la paciencia.

El padre pensó, que no sabía como hacer que está entrara en razón, porque, ya le era difícil que ella le prestara atención, ahora mucho menos que lo escuchará, por lo que lleno de ira golpeo la mesa que se encontraba en el medio de los dos.

Bang, bang, bang, suenan tres fuertes golpes, en la habitación que resuenan como el eco de tres tiros, como cuando un alma acaba de ser disparada, muevo la mirada hacia la procedencia del sonido y me chocó con los ojos agitados de mi padre y puedo adivinar que es el responsable de este acto.

No es, que no le esté prestando atención, es simplemente, que lleva como una hora hablando de un tema, pero el problema es que no es soló uno, son varios, así, que me perdí, y ya no sé cuál es el tema principal, ni se a dónde quiere llegar, pero será mejor que me enfoque o podría enojarse más.

Al segundo siguiente pongo cara de máxima atención y miró a mi padre con un rostro que refleja que sé de lo que está hablando, aunque no sepa ni un carajo. -Papá, creo que hay que tratar el tema con más profundidad, antes de tomar una decisión, que le convenga a ambas partes, ya que este proyecto de inversión es muy importante-. Término todo mi diálogo con una gran sonrisa. Aunque, no sé de que estoy hablando, debo actuar como que se para poder salir a flote o puede que mi padre se enoje más.

Por su parte, el padre se quedó si habla, porque no sabía de qué estaba hablando su hija, dios está muchacha no me escuchó para nada y respirando profundamente, para poder terminar esta conversación y no perder el poco de cordura que le quedaba. - ¡Maya!, ¿has escuchado algo de lo que te he dicho?.

La chica se pasa la mano por el pelo gesto que demuestra lo nerviosa que está, pero sabe que debe mantener la calma, él podría descubrirla y entonces, hay si que estaría en problemas, y no quería que su padre la castigara como la última vez. -¡Claro que lo escuche padre!-.

Con una mirada profunda, el padre la observa tan fijamente como puede. -Entonces mi estimada y atenta hija, ¿me haría el gran favor de repetirme lo que le he dicho?, y esta vez, no me respondas con algún disparate-.

¡Estoy frita!, debo reconocer que no estaba lo que se diga, muy pendiente a la conversación, pero ya que no tengo de otra solo me queda hacer que las repercusiones se han lo menos dolorosa posible.

-¿Papá?, lo siento, no he tenido un buen sueño, últimamente el cansancio ha consumido mi fuerza, provocando que casi no pueda tener los ojos abiertos–. Mi padre, nunca ha podido vencer mis ojitos lastimeros, así que estoy segura de que como siempre me lo dejará pasar y me saldré con la mía.

Por otro lado, el padre de la chica no sabía si llorar o reír al ser testigo de todo el esfuerzo que estaba poniendo su hija para librarse, pero él era consiente que su hija era así, de mimada por su propia culpa, ya que al querer tapar la ausencia de su madre, la complació hasta en lo imposible, soló por querer ver a su pequeña feliz.

Pero esperaba que no fuera demasiado tarde, para poder, por lo menos tratar de enmendar su error, con toda la determinación que reunión él le dijo a su hija las palabras que no quería decir. -Maya, ya tienes 25 años, es hora de poner tu vida en orden, hacer de ella algo por lo que te sientas orgullosa, debes abrir tus alas y volar lejos del nido, porque mi querida hija, yo no sé el día que te podré faltar.

-¿De qué hablas?, aún no eres tan viejo. - Le digo a mi padre porque no sé, que otra cosa decirle, después de aquellas palabras, que me han dejado algo descolocada.

Sin más rodeos, su padre le dio las únicas opciones, que le daría a ella, para que está pudiera cambiar sus hábitos de vida. -¿Maya, me puedes escuchar?, quiero que te cases o trabajes, decide rápido o tendré que elegir por ti-.

-¡¿Qué?!- No puedo creer, que mi propio padre, haya dicho, tan desagradables palabras. No estoy dispuesta a casarme y mucho menos a trabajar, no importa lo que pasé ¡no lo haré!...

            
            

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