Capítulo 4 ¡Promesas!

Sé perfectamente que la letra se plasma e identifica en aquella persona que perdió algo preciado, y me identifico porque yo he perdido mi vida, he perdido la ilusión de vivir una vida normal, una vida en la cual toda chica desea vivir, una chica en la cual desea divertirse, desea vivir más tiempo, y no estar viviendo el día a día encerrada con el temor de cualquier forma pueda morir.

Despejo por un momento la idea de morir y me enfoco en seguir disfrutando de la música. Hay muchas baladas que me hacen perderme en el abismo de la fantasía, puesto que me permite inspirarme para seguir actualizando mis novelas en sueños.

En mis novelas soy una sobreviviente, son una chica con amor, soy una chica que le encanta el romance, una chica que le encanta cruzar fronteras, una chica que es feliz por lo que hace y deshace.

(...)

-¡Llegamos! -escucho de lejos una vocecilla-¡Ángel! Angélica... -siento unas manos posándose en mis piernas, agitándose de un lado a otro.

-Mamá -susurro.

Me quito los audífonos y penetro la mirada en mi madre.

-Llegamos -dice con tono preocupado.

Mis ojos viajan por el retrovisor para ver las miradas perplejas de Fabi y el hermano estúpido.

-Entonces no hagamos esperar a la familia Dwan -exclamé con un poco de sarcasmo.

Sin mirar a mi madre salgo del auto. Nuevamente vuelvo a inhalar y exhalar, necesito estar bien, puesto que no quiero arruinar el día de felicidad de mi amiga Fabi y la de su familia. Ahora que recuerdo he olvidado mi medicamento. Por salir a toda prisa olvidé tomármelo y también colocar un frasco extra en el auto de mi mami.

-Te encuentras bien, amor -mi madre sale a toda velocidad del auto y se posa enfrente de mí.

Mis ojos viajan por todos lados, ya que no quiero que el hermano de Fabi escuche lo que mi madre tiene por decir. Mi corazón se tranquiliza al ver que Fabi está con su hermano en la cajuela del coche, sacando las maletas.

-Mami, me encuentro perfectamente -habló serenamente-, ahora lo que tienes que hacer es ayudar a ese par-le señalo.

-Dejen eso -grita mi madre-, ustedes deberían entrar y dejarnos a nosotros de ese maletero-lo reprende.

-Madre, puedo irme a casa -hago un emoji de perrito amurriñado.

-¿Por qué? -grita-... Angélica Tatiana Gehry-me reprende.

-Me siento bien madre -cuestiono con los ojos abiertos-, lo que quiero decir es que necesito ir a casa para tomar mis medicamentos-musito.

¡Oh, santo Cristo!, estoy segura de que mis palabras le darán un infarto a ella y todo por olvidar una bendita pastilla diminuta. Me doy una cachetada mental al darme cuenta de que soy una completa estúpida.

-¡Santa María! Dios ten piedad de mí y dame fuerza con esta niña -vocifera, llevándose su mano a su frente.

-Te amo mamá, y no me tardaré -me abalanzo a su cuerpo, la abrazo y le susurro cerca de oído.

-Sabes perfectamente que tus medicamentos son tu vida -solloza-, no me perdonaría jamás si te sucediera algo por mi imprudencia de no asegurarme de que te hayas tomado tus medicamentos como se debe.

-¡Madre! Solo lo olvidé por un momento -pongo mis ojos en blanco-, no me pasará nada-me excuso.

-Nosotros la podemos acompañar -Logan exclama.

El hermano de Fabi se acerca, acompañada de ella, y le propone a mi madre que me acompañarán. ¡No! No quiero que él me acompañe, no sé por qué este chico me altera, no sé por qué no lo soporto, tiene una actitud hipócrita.

-No -digo de golpe-, es tu fiesta y como dije, no me tardaré-me separo de mi madre.

-Muchas gracias, mi niño -mi madre va hacia los brazos del hermano de Fabi-, vayan con cuidado, y no se tarden mucho.

¡No me puede estar pasando esto a mí! Mi madre si está loca.

-Vamos Tati -Fabi viene hacia mí y toma mi brazo.

-Pero... -tartamudeo.

-Vamos o quieres que te deje ir sola con mi hermano -enarca una ceja tras poco a poco esbozar una enorme sonrisa al darse cuenta de que ha ganado.

-¡No...! -chillo.

-Ya regresamos señora Marcela -masculla el hermano hipócrita.

Fabi y yo decidimos adelantarnos. ¡Bueno! Fui yo la que jale de su brazo para adelantarnos, no me apetece que el hermano vaya junto a nosotras.

-Por favor -suplica-, quiero que te lleves bien con mi hermano.

«El sentimiento que ambos tenemos es odio y desaprobación, pero no veo la lógica que te las desquites con mi hermana» Esas palabras resuenan en mi cabeza, literalmente el tarado del hermano de Fabi tiene toda la razón.

-Lo prometo -le contesto con franqueza-, pero tú tienes que prometerme que no le dirás nada de nada, sobre lo que tengo-la sentencio-o si no yo le digo lo de Brayan el musculoso.

-Ni se te ocurra -sisea entre dientes-, mi hermano no dejaría que Brayan sea mi novio-da un fuerte suspiro.