De niña Hana siempre fue alegre, traviesa, muy curiosa y de imaginación. Ella amaba los cuentos de hadas, especialmente ese que le contaba su padre antes de que ella se fuera a dormir. Le contaba la historia de un mundo mágico; en el que sus habitantes eran criaturas místicas de oreja puntiagudas, algunos tenían alas de mariposa. Donde vivían en paz y armonía. Hasta que un día, su princesa heredera desapareció después de una dura batalla con el clan "Dreek" de las Tierras Bajas del Norte. Y allí pasaba horas escuchando a su padre hasta que quedaba profundamente dormida.
Esta era sus horas favoritas en el día. Era muy feliz, aún de adulta recordaba los momentos lindos que ella y sus padres tenían. Hasta que la tristeza, como el peor de los invitados; irrumpió en sus vidas. Su padre contrajo una extraña enfermedad, se propagaba y mataba lentamente sus órganos vitales, sufriendo una muerte lenta y dolorosa. Buscaron a los mejores médicos pero no pudieron diagnosticar qué era y cómo detenerla. Unos meses después, el padre en su lecho de muerte le deja a la pequeña de 10 años un collar muy bonito, tenía una pequeña piedra azul en el centro.
8 años después.
Hana es una muchacha normal como todos los demás de su edad, aunque nunca pudo recuperarse del todo de la muerte de su padre. Vive sola en un apartamento, tiene todo lo que necesita. Además va a la escuela y trabaja de camarera medio tiempo. Se ha convertido en una joven muy responsable además de bonita. Aunque ha recuperado algo de su alegría, todavía recuerda las últimas palabras de su difunto padre:
"Hija, estas destinada a un futuro brillante pero lleno de grandes responsabilidades y decisiones difíciles. Espero que este collar y la ayuda de las personas que te aman puedas encontrar tu destino y tu verdadero propósito. Mi pequeña"
No estaba muy segura a lo que se refería su padre en ese momento, pero muy pronto lo descubriría.