Pasiones Prohibidas
img img Pasiones Prohibidas img Capítulo 4 Tradiciones y deseos
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Capítulo 6 La noche y la advertencia img
Capítulo 7 Confieso img
Capítulo 8 Complicidad img
Capítulo 9 Decisiones img
Capítulo 10 Primera vez img
Capítulo 11 Ilusiones img
Capítulo 12 Un viaje inesperado img
Capítulo 13 Rumores de infidelidad img
Capítulo 14 Instalada en img
Capítulo 15 Mientras leia un libro img
Capítulo 16 Víctor es amenazado img
Capítulo 17 La carta de Victor img
Capítulo 18 Desconfianza img
Capítulo 19 infiltrado img
Capítulo 20 Primer advertencia img
Capítulo 21 Susurros Apasionados img
Capítulo 22 Jugar con fuego img
Capítulo 23 Perversos deseos img
Capítulo 24 Ajuste de cuentas img
Capítulo 25 El trato entre Sam y Alan img
Capítulo 26 Preguntas incomodas img
Capítulo 27 Un plan que salio mal img
Capítulo 28 El jefe butler y su sarcasmo img
Capítulo 29 Victor descubre que su amor siente atracción por Sam. img
Capítulo 30 Dudas sobre el embarazo de Gema img
Capítulo 31 Alan white img
Capítulo 32 Perdi al amor de mi vida img
Capítulo 33 Perdi al amor de mi vida img
Capítulo 34 Mi vida siempre fue fingir img
Capítulo 35 La llegada de mi hermana revolucionó mi vida img
Capítulo 36 Dos hermanas muy atractivas una sola desicion img
Capítulo 37 Gema debía fingir ante su padre img
Capítulo 38 Thelma oculta sus sentimientos hacia Víctor img
Capítulo 39 Thelma ya no puede disimular img
Capítulo 40 Ambas hermanas escribían en su diario íntimo img
Capítulo 41 Un plan siniestro img
Capítulo 42 Atraccion fatal img
Capítulo 43 Un extraño llamado de madrugada img
Capítulo 44 Lo volví a ver img
Capítulo 45 Thelma debia recapacitar img
Capítulo 46 Perdornarla es muy difícil para Víctor img
Capítulo 47 Planes para el secuestro de Aidan img
Capítulo 48 No hay empatía entre las hermanas img
Capítulo 49 Alan y Elena fueron encontrados img
Capítulo 50 Telma quiere ser pintada desnuda por Sam img
Capítulo 51 Confesiónes img
Capítulo 52 Dudas sobre la vida de Thelma img
Capítulo 53 Sam encuentra a Thelma img
Capítulo 54 Jaque mate img
Capítulo 55 decepción img
Capítulo 56 Fin img
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Capítulo 4 Tradiciones y deseos

Buenos Aires 2019

No sé qué me pasa. Apenas llevo unos días de casada con Alan y no logro sentir nada por él.

Creí, ingenuamente, que tal vez el tiempo podría cambiar mis sentimientos, que una luna de miel en Venecia sería suficiente para forzar el amor. Pero fue un verdadero calvario. No puedo definirlo de otra manera.

Ahora sé que es imposible, que jamás voy a sentir nada por él.

Alan lo sabe.

Sabe que no lo quiero, y aun así intenta reclamarme como si fuera de su propiedad. Cada vez que me dice "eres mi esposa" me recorre un escalofrío. Su actitud posesiva me causa un profundo asco.

Compartir la habitación y la cama con él me genera ansiedad, inseguridad... y un insomnio que me está volviendo loca. Paso las noches en vela, dando vueltas, imaginando cómo escapar de esta pesadilla.

Siento que mi salud mental está a punto de colapsar.

Y sin embargo, papá insiste en que esto es lo mejor para mí.

A veces quiero gritar, rebelarme, pero las palabras se me ahogan en la garganta.

Papá siempre fue bueno conmigo, pero las tradiciones de la familia me pesan como una cadena. No quiero herirlo, aunque él no se da cuenta de cuánto me hiere a mí al obligarme a sostener esta farsa.

No entiendo por qué lo hace, por qué se deja guiar por costumbres tan absurdas.

Cuando intento hablarle, me corta diciendo que debo ser "una niña obediente". Pero ya no soy una niña. Soy una mujer. Y no quiero estar al lado de un hombre que no amo.

Le hablé con el corazón, pero él solo me abrazó, como si su afecto pudiera aliviar una herida que él mismo me provoca.

"Si abandonas a Alan, ¿qué pensará su madre? ¿Qué dirán de nosotros? La empresa tiene un nombre que cuidar", me repite.

Y así, mi vida se convierte en una representación, en una mentira que debo interpretar cada día.

Gema dejó de escribir. Escuchó unos golpecitos en la puerta.

Era Rubén, asomado con su típica sonrisa traviesa, haciéndole señas para que saliera.

-¿Qué pasa? -preguntó ella en voz baja.

-Víctor está en la casa -susurró él-. Está con tu padre en la oficina.

Gema no pudo evitar reírse ante la expresión exagerada de su hermano.

-¿De verdad pretendes que baje en bata, corriendo a los brazos de Víctor? Se va a espantar.

-¿Espantarse? Ese hombre te mira como si fuera a devorarte -dijo Rubén, y ambos rieron en complicidad.

-Anda, vete a dormir -dijo Gema mientras cerraba la puerta-. Es tarde.

Pero apenas unos segundos después volvió a abrirla.

-Aunque... pensándolo bien, no estaría mal verlo aunque sea de lejos. ¿Me acompañas?

Bajaron en silencio hacia la cocina, rogando que Víctor también tuviera sed. Y el destino, o quizá el deseo, les cumplió el capricho.

Esa noche, Eduardo había regresado de su viaje y, como de costumbre, se había reunido con Víctor en su despacho.

-Estoy feliz -decía Eduardo-. Gema volvió de su luna de miel y cumplió con las tradiciones de la familia. Estoy muy orgulloso.

Víctor lo miró en silencio, sorprendido de que aún existieran hombres que obligaran a sus hijas a casarse sin amor. Pero prefirió no opinar.

-¿Gema está aquí? -preguntó, tratando de disimular su repentino interés.

-Sí, claro. ¿Por qué te sorprende? -respondió Eduardo con naturalidad.

Víctor no supo qué contestar. Ni él mismo entendía por qué la idea de verla lo alteraba tanto. Bastaba con oír su nombre para que algo se agitara dentro de él.

Al rato, bajó a la cocina. Y allí estaban ella y Rubén, exactamente como había imaginado.

-Buenas noches -dijo con una sonrisa.

Rubén, que entendió al instante lo que ocurría, improvisó una excusa-. Bueno... me está agarrando sueño, creo que me voy a dormir.

Gema lo miró indignada, negando con la cabeza. Pero Víctor ya lo había notado todo.

-Rubén es todo un personaje -dijo ella, intentando restarle importancia.

-Ya lo creo -respondió él, tomando un vaso de agua.

El silencio entre ellos se volvió denso. Víctor jugaba con el vaso, lo tomaba, lo dejaba, sin saber qué decir. Gema lo observaba con una sonrisa contenida, mordiéndose los labios, tratando de disimular el temblor que le provocaba tenerlo tan cerca.

-Puedo preguntarte algo? -rompió él el silencio-. ¿Cómo va tu matrimonio?

-¿Mi matrimonio? -repitió, algo desconcertada.

-Sí. Te conozco desde que eras una niña... pero ahora eres una mujer. Una hermosa mujer -dijo, bajando la voz.

No había sonrisa en su rostro, solo una mirada intensa que la envolvía por completo. Gema sintió el corazón golpearle el pecho.

-Sabes cómo son las tradiciones de mi familia -contestó ella, abrochando la bata con torpeza-. No estoy con Alan por amor. Me falta todo.

Víctor la escuchaba, pero sus ojos la recorrían con un deseo imposible de disimular.

El silencio se cargó de electricidad.

-Perdón si te incomodé -dijo finalmente-. Solo quiero que sepas que puedes hablar conmigo cuando quieras.

-Gracias, Víctor. Lo tendré en cuenta... Nadie de mi familia me pregunta cómo me siento con Alan.

-Entonces te lo diré yo -respondió él con firmeza-. No te conformes con tan poco. Eres dueña de tu vida, no de las reglas de tu padre.

-Lo sé... pero no es fácil.

-¿Gema? -susurró él.

-¿Sí?

-Mírame.

Ella levantó lentamente la mirada. Los ojos de Víctor se encontraron con los suyos, y el aire pareció detenerse.

-¿Qué ves en mis ojos? -preguntó él, sin apartar la vista.

Gema sonrió, nerviosa.

-¿Tengo que responder?

-Si no quieres, no. Con que lo sepas... basta. ¿Lo sabes?

-Sí... por supuesto que lo sé.

-Entonces no hace falta decir nada más.

Sonrió, y esos hoyuelos en sus mejillas que tanto la desarmaban aparecieron otra vez.

Gema sintió cómo su corazón, por primera vez en mucho tiempo, latía con fuerza... por alguien que no debía.

            
            

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