Christian no dijo nada más y siguió haciendo fotos al elefante, mientras jugaba con una pelota, muy adorablemente. Se sintió algo desilusionado ante la respuesta del mayor, pero por otra parte, lo encontraba razonable. Lo poco que había interactuado Christian con Jack, se había percatado que en su mirada habitaba la soledad como principal fuente. Y sus sospechas habían sido ciertas, cuando se enteró que tenía como amigo a un elefante. Algo tierno y raro por parte del pelirrojo.
-Creo que no tienes amor, por eso eres así -Soltó de la nada Christian, mientras miraba las fotos que había hecho-. «Jack no tiene amor, solo vacío. Estoy seguro...» -pensó.
Ante tal comentario, Jeon se posó en la valla. Jack se percató del refresco medio caliente que tenía en la mano derecha, lo miró fijamente y sin pensarlo mucho más, lo abrió y bebió de él mientras pensaba en la ocurrencia que había dicho el más bajo. Jack puso una mueca de desagrado al sentir aquel líquido caliente recorrer por su garganta.
Parecía estúpido, pero aún más lo que dijo Christian. Jackie no entendía a qué venía tal ocurrencia de que "no tenía amor" tan de repente. Y mucho menos el porqué hablaba así a un adulto, como si lo conociera de toda la vida, suponiendo cosas. ¿A caso no tenía respeto?
-¿Cómo que no tengo amor? Esto... -El mayor no siguió hablando, ya que no sabía el nombre de su acompañante. Y como si el joven le hubiera leído la mente, contestó:
-Christian, Christian Park. Ese es mi nombre -dijo con delicadeza, ya que estaba al corriente que había interrumpido al pelirrojo.
-Bueno, Christian -recalcó su nombre, haciendo una breve pausa-. Dime, ¿a qué te refieres?
-Si tuvieras amor, estarías feliz; y tú no lo eres -se encogió de hombros, restando importancia a lo que él creía evidente. Lo que trasmitía la mirada de Jack era un signo evidente de infelicidad: la soledad.
Pero para Jackie, esa respuesta produjo un gran revuelo en su cabeza. ¿Cómo no iba a ser feliz? Claro que lo es. Estaba rodeado de increíbles amigos: Phati, la jirafa; Rina, una zorra del Ártico, que nació sin una pata; y obviamente, Mochi, su mejor amigo. Siempre ha tenido a sus amigos para contar sus experiencias, para olvidarse de su estrés y sus malos momentos. Incluso de pequeño tuvo a Sami, una pequeña salamandra, que siempre se adentraba en su cuarto, y estuvo con él cuando sus padres discutían o su hermano lo ignoraba.
También tuvo a su inolvidable amigo: Dolly. Nunca estuvo solo.
Prefería mil veces estar con ellos a juntarse con humanos que lo tacharan de rarito y se burlaran de sus animales. No iba a cometer el error. Rodeado de naturaleza, era lo único que necesitaba; no humanos. Los humanos eran hipócritas, y solo buscan su propio beneficio.
-No necesito personas para ser feliz, niño-. Soltó con repugnancia en sus palabras. -Para tu información, que dudo que lo sepas, Mochi casi fue asesinado por personas. ¿Acaso quieres que me junte con ellos? ¿Con los asesinos? -Dio una carcajada, imaginándose tal estupidez.
-No me refiero a eso- Agachó la mirada, cohibido. No sabía cómo explicarse, al lado del mayor no le salían las palabras. -Esas personas mejor tenerlas lejos-. Christian estaba de acuerdo que no era necesario estar con seres humanos para ser feliz, él mismo creía que las personas eran hipócritas, ocultando su verdadera personalidad en máscaras de falsa preocupación y palabras. Él mismo había experimentado eso.
-¿Entonces? ¿Qué quieres decir? -Christian, sin responder a la pregunta del mayor, miró a los ojos del elefantito, esperando encontrar el suficiente valor para reunir las palabras adecuadas; pero solo sintió el miedo en aquellas orbes oscuras. Él también tenía miedo. Miedo de algo que no sabía que era. Chris tenía miedo de decir algo incorrecto y alejarse del pelirrojo, pero ¿y el elefante? Nunca se lo perdonaría. Era la única persona que sintió que era diferente. Y eso que lo conocía de escasos momentos, como si una conexión se hubiera creado fuertemente entre él y el mayor.
Pero a pesar de ser diferente, Jack también se encontraba solo. Tal vez necesitaba confiar más en él mismo, y no creer en lo más profundo de su memoria, que es raro. Tal vez necesitaba alguien donde pueda apoyarse y sentirse entendido. Antes de que pudiera articular una palabra, Jack interrumpió el silencio entre ambos.
-¿Cómo no voy a ser feliz? Obvio que lo soy -Su corazón se aceleró al ver la mirada penetrante del supuesto Christian, con un brillo en aquellos ojos color caramelo-. Estoy rodeado de amigos magníficos y de confianza.
Intentó sonar convencido más bien para convencerse a él mismo que al que está delante suya, pero en su voz se manifestó cierta inseguridad. No sabía muy bien por qué, pero sintió como si estuviera mintiendo. Los ojos del crío eran intimidantes. Lo intimidaban como si quisieran explorar hasta el más profundo rincón de sus pensamientos.
-No me mires así, chico. -dijo finalmente, ya que realmente su mirada era muy penetrante.
El rubio apartó la mirada de él y suspiró. Tenía que dejar el miedo a un lado, porque el miedo paraliza y así nunca podría acercarse al mayor. Y él pensaba que el mayor merecía la pena.
-¿Ves a lo que me refiero? -Jack frunció el ceño sin saber de qué hablaba el rubio. -Si fueras feliz no contestarías así. -continuó hablando el más joven -No sentirías ese malestar en tu pecho, no te sentirías atacado por mí cuando no tengo malas intenciones -Hizo una pausa y continuó-. Si fueras feliz tu mirada lo diría. Pero... solo trasmite soledad, una soledad que pides a gritos que te saquen -Agarró la muñeca de Jack.
-Pero... -intentó decir Jack pero el pelirrubio lo interrumpió.
-Pero nada. No tienes amigos de verdad. ¡Tu mejor amigo es un elefante! -Exclamó. Christian lo último que dijo, no lo dijo con malas intenciones, ya que fue la primera persona que conoció que tenía como mejor amigo un animal, desmontando un poco la creencia de que todos los humanos son hipócritas. Pero para Jack, esas intenciones no se manifestaron así, sintiéndose ofendido y atacado.
Jackie se quedó sin aliento. Apretó con fuerza sus puños zafándose del agarre de Chris duramente, mirándolo con dureza.
«¿Qué intentaba decir? ¿Acaso intentaba decir que Mochi no era suficiente válido para ser mi amigo?» -pensó cohibido.
-¡Sí, lo es! ¡Es mi mejor amigo! ¿Y qué? ¿Es malo tener una mascota de amigo, ah? Él es increíble y siempre me ha escuchado y me ha dado cobijo cuando mi corazón se sentía frío. ¡Mochi es increíble! ¡Y no te atrevas a insinuar que no es suficiente! Porque... Porque... Él es diferente -Jack no pudo más y estalló lleno de rabia.
El pelirrojo empezó a respirar con irregularidad. Quería calmarse, pero era un arduo trabajo. No podía soportar como humillaba a Mochi por ser un animal. No soportaba como el bajito insinuaba que era raro, como las demás personas. Estaba cansado.
Pero tal vez, solo tal vez, Christian tuviera razón, y eso lo molestaba en demasía. Sabía en lo más profundo de su corazón que su vida fue un completo desastre, que nunca tuvo a alguien verdadero e intentaba resguardarse en unos animales, que aunque estuvieran con él, no podían hablar, ni sonreír. Porque ellos, ellos no eran humanos que pudieran comprender sus pensamientos. Jackie lo sabía de sobra. Pero no iba a permitir que alguien que acaba de conocer, hable así de su Mochi.
Intentando respirar pausadamente, tragó saliva y miró nostálgico a su elefante, que estaba bebiendo agua, inocente y ausente de la conversación tan tensa que se había creado. Jack hizo una media sonrisa, sarcástica.
«¿Qué está bien? ¿Qué es lo correcto, lo verdadero? ¿Qué puedo considerar como amigo?»
La lata que tenía en la mano Jack, en algún momento se cayó al suelo. Pero ninguno de los dos se inmutó al estar tan ensimismados con sus pensamientos. Ahora mismo Jack se sentía vacío, pero al mismo tiempo, lleno.
Se sentía vacío como era de costumbre, pero se sintió pleno al pensar, por remota que sea la idea, que el peli-crema pudiera llegar a comprenderlo. Unos sentimientos contradictorios que le provocaban vértigo.
Por otra parte, Christian miraba al cuidador de animales, mientras se mordía el labio. Ahora se sentía culpable. Tal vez se haya pasado en lo que había dicho. Tal vez el peli rojizo no haya entendido lo que quería decir y sus verdaderas intenciones. No debería haber dicho nada. Ahora había hecho que alguien estuviera triste. Solo quería trasmitir que lo comprendía. Que era genial tener a un elefante como amigo, que no era raro, sino precioso; que a Christian le encantaba.
«Maldita sea». -Pensó Park buscando soluciones para aclarar el asunto.
Dudando un poco, tocó sutilmente el brazo del chico para llamar su atención, e intentando trasmitir la energía más positiva que pudo, sonrió.
-Yo... puedo ser tu amigo, aquella persona que te escuche y comprenda-dijo tímidamente Christian-. Solo si tú quieres, claro-. Terminó de decir, nervioso.
Deseaba con todo su corazón que el mayor aceptara, porque el simple hecho de que se negase, iba a ser un golpe duro para él, ya que sentía que el pelirrojo era diferente. Una conexión fuerte.