Llamada entrante:
–¡Aló! Ai'Tul...
–Ai'Prem ¿estás bien? ¿Estás en casa?
–Estoy bien después de que me dejaste tirado en el bar e intentaran pasarse conmigo, gracias por preguntar. Voy bajando para ir a la escuela y aún me revienta la cabeza así que ve directo al punto.– Sintió su risa.
–A parte del rencor que me tienes, estás bien ¿cierto?
–¡Que sí! Por cierto, discúlpame con tu novio, no pude ver a su amigo.
–Ai'Prem, ¿estás borracho aún
–Claro que no. ¿Por qué lo dices?
–¿Con quién crees que dormiste esa noche? En serio, ¿se limitaron a intercambiar nombres solamente? Wow, salió mejor de lo que esperaba.
–Ah, entonces era él, Boun ¿cierto? Bueno, no recuerdo haberle dicho mi nombre ni preguntar el suyo.
En ese momento se abrieron las puertas del elevador y Tul estaba frente a él en su búsqueda. Colgó.
–¡Eehh!, entonces la cosa fue muy bien. No tienes lo ojos rojos por el llanto, sino porque te dejaron dormir poco, y no te estás lamentando por lo que hiciste.– Le agarró por los hombros y le sacudió. Casi sacándole la cabeza de órbita. –¿Dónde enterraste a Ai'Prem? Mi amigo es conservador y... en fin, es aburrido.
Le soltó antes de que lo pudiera patear. –Imbécil. Me dejaste en manos de un desconocido por irte con tu novio. Llévame a la escuela.
–Aww, Ai'Prem. No soy tu maldito chófer.
–Me lo debes. Ai'Tul coge prisa, no llegaré tarde por tu culpa.– Dijo Prem saliendo del edificio para buscar su auto.
–Claro, para qué sino están los amigos.– Reclamó Tul mientras me seguía.
–¡No te quejes!
...En un salón de la universidad.
Boun llega para sentarse junto a Max en espera de que llegue el profesor.
–Max, ¿dónde está el otro?
–Hola Boun, hace mucho no nos vemos. ¿Estás bien? Gracias, yo también.
–Si como sea. ¿Dónde está?
–Hola.– Llega un chico corriendo. Se sienta en una silla detrás de ambos.
–Perth, tarde como siempre.– Dice Boun cruzando los brazos.
–No te quejes, no ha empezado la clase. Relájate, vas a llegar a cuarto con canas y de quinto no pasas.
–¿Insinúas que no me graduaré?– Dijo Boun levantando una ceja. En ese momento llega el profesor. –Espero tu respuesta en el almuerzo.
–Maldito creído.– Murmura Perth. Los tres solo ríen bajo para no ser regañados.
Horas después Boun llega a su casa. Sabe que ya es hora de que llegue su nuevo ''asistente'', ya que los anteriores renunciaron o fueron despedidos. Por su odio a tener guardaespaldas aterrorizando a todos en la escuela, más aún... su padre lo estaba convenciendo, amenzando, para aceptar un asistente las veinticuatro horas o nuevamente a sus hombres. Tendría que buscar a alguien pronto para que ocuapara el puesto sino debía volver a estar rodeado de hombre vestidos de funeral. Aunque tampoco le haría la vida fácil a nadie.
Como usalmente hace, nada más llegar a casa, se encierra en su habitación, hasta que tenga que salir a comer.
Pasado un tiempo llega el nuevo asistente que es atendido por una especie de mayordomo de la casa. Después de que le explican su trabajo viene la parte tediosa de cada millonario mimado, según él.
–Debes recordar un par de cosas más.– Miró con atención al hombre
–El joven– Ya comenzaba mal esto, ¿joven? ¿Sus padres le dieron nombre para adornar? Salió de sus pensamientos. –Odia la palabra 'no' cuando proviene de otros. Odia la compañía que no sean sus dos amigos y hermana, y solo asiste a cenas de negocios importantes. Odia el ruido, las tardanzas y tiene horarios marcados para casi todo lo que hace en la mansión.
–Wow, que señorito este. Odia demasiadas cosas.
–Cuidado con tus plabras aquí dentro. Ahora subamos.– Subieron las escalera y caminaron hasta detenerse frente a la puerta del dormitorio. El hombre tocó y pidió permiso para entrar. Parecía qe había vuelto a épocas de siglos atrás con el exceso de formalidades.
–Joven, llegó su nuevo asistente. Los dejo solos.– El hombre mayor salió de la habitación.
–Buenas noches, yo....– Fue interrumpido.
–Nombre, edad y qué estudias. Es lo único que quiero saber.– Dijo mientras leía y continuaba sentado en el amplio sofá.
Vaya arrogancia, tenía que controlar sus pensamientos antes de que llegaran a ser expresados. –Me llamo Prem Warut, tengo 23 años y seré nuevo en tu clase pronto.
–¿Vas a otra clase? Nunca te había visto.– Dijo sin despegar la vista del libro y apoyaba su codo en el brazo del mueble.
–Estuve un año sin ir a clases... No debes mirar mucho a los hombres de tu alrededor ¿cierto? Aunque imagino que te conoces a cada chica de la escuela.– No tuvo respuesta. Estaba de pie junto a la entrada y Boun ni siquiera se había girado a ver como lucía. Prem sí podía verlo, pero no muy bien porque estaba de lado. Notaba su mojado pelo oscuro que escurría gotas de agua por su cuello, observaba su delgado pero definido cuerpo a través de su camisa de seda blanca, abotonada hasta la mitad. Ahora entendía el porqué era el al chico más codiciado de la ecuela, era hermoso y tenía dinero. Lo mejor, era el chico del bar, cuyo cuerpo no podía olvidar.
–Te puedes ir. Te veo mañana en clases.– Dijo sacándolo de sus sucias ideas en su mente.
–Eres menor que yo. ¿Dónde vivías no te enseñaron respeto por tus superiores? –Dijo alto. Explotó cuando escuchó el trato tan arisco y desagradable.
–Eh, Prem ¿cierto? Yo ordeno, tú obedeces.– Dijo sin interés y sin levantar el tono de voz. –Si tienes algún problema con eso, ahí está la puerta.
–Bueno, pues sus caprichos son órdenes alteza.– Dijo dando una exagerada reverencia. Justo antes de salir se le ocurrió una manera de molestarlo, así que giro sobre sus talones y se dirigió nuevamente al chico mimado.
–Pero igual me tendrás que llamar P', para mantener las apariencias, o ¿prefieres que todos se enteren de que necesitas niñera, alteza?
Iba a girarse para salir son esperar respuesta y después de dañar el ego del niño mimado, pero Boun cerró su libro y lo lanzó a un lado, se levantó y se acercó bruscamente a Prem, haciéndolo chocar con la puerta detrás.
–Esa boca grosera que tienes te hará terminar mal. No te llamaré Phi ni aunque vuelvas a hacer y seas mi profesor, ni aunque mis negocios dependan de ti.– Dijo rozando sus narizes, lamió su propio labio inferior aunque deseaba que fuese el ajeno, y sonrió pícaramente al ver la inocente y prepotente reacción del acorralado, estaba sonrojado. Mirándolo fijamente.
–La... lamento no echarle azúcar a mis palabras, pero lo recordaré en mi siguiente vida.– Dijo nervioso al sentir la respiración tan cerca de Boun. Durante unos segundos de silencio miraba sus profundos ojos cafés y sus rosados labios, además de su pelo húmedo en su frente. Sentía que su cara se calentaba muy rápido y empujó con sus manos el pecho de este para separarse. Estaba flotando en las nubes al poder tocar con sus palmas los formados músculos sobre la fina camisa.
Parpadeó volviendo a la realidad y salió con toda prisa del dormitorio hacia su casa. Había sido la peor presentación de su vida, tenía que servir al chico que no se acordaba de él y del cual no podía olvidar. Y era obvio, luego de semejante noche ¿quién en su sano juicio querría olvidar?